Capítulo 6

335 36 4
                                    


El ave y el ratón.

«Tú y yo, vivimos en un teatro, detrás de un velo del cuál no necesitamos desprendernos.»

4 años después.


El sonido de la regadera resonaba en aquel cuarto de baño, dónde el vapor se acumulaba, deslizándose gotas por las paredes y el espejo empañado.

Prendas de ropa yacían esparcidas por el suelo, siendo únicamente ellas testigos de lo que ocurría en ese lugar.

Pequeños sonidos similares a quejas eran contenidos por un muchacho de cabellos oscuros y ojos violeta, mordiéndose fuertemente el labio inferior. Siendo así bastante silencioso en realidad…

Se trataba pues de aquel joven llamado Fyodor, yacía bajo el chorro de la regadera, sintiendo que el agua caliente le sofocaba al caer sobre su cabeza, pero no podía salir debajo de ésta, ni mucho menos apartarse pues se encontraba acorralado contra la pared.

A pesar de correr gruesas gotas de agua por su rostro y cabello, se mantenía de pie, estrujando aquella blanca cabellera. En una sutil queja bajó la mirada sin liberar su labio entre sus dientes, observando a su acompañante. Un joven de largos cabellos blancos, corte asimétrico, teniendo ligeras ondulaciones en su cabellera pues seguramente y de manera recurrente se trenzaba el cabello. Y al parecer este estaba empeñado en conseguir que el joven gimiera para él, pero era un sueño bastante lejano en realidad. Fyodor era ese tipo de personas que se limitaban a morderse los labios sin emplear más que suspiros o en este caso, le delataba su respiración.

— Kolya… Espera. —Musitó Fyodor, intentando sostenerse de los hombros de aquel muchacho, especialmente al sentir que este le tomaba por los muslos para subirlo a sus hombros y profundizar aquella felación.
— No, por favor, espera…

Al sentirse cargado por aquel albino, estrujó los cabellos de éste, apreciando su blanca cabellera pues, sus ojos violeta se perdían apreciando el largo de aquel cabello siendo él quien le había pedido a ese muchacho que nunca más se cortará el cabello.

No obstante, aquel joven hizo caso omiso, continuando con su trabajo, disfrutando como las piernas del azabache le estrujaban al enredarse alrededor de su cabeza, producto de aquel orgasmo que había tenido el muchacho de cabellos negros.

Su cuerpo finalmente parecía descansar, pues un suave suspiro escapó desde lo más profundo de su garganta al echar la cabeza hacia atrás, sus labios por fin descansaban, y, al bajar de los hombros de aquel muchacho simplemente había pasado a sentarse en la tina de baño, observando cómo Nikolai le veía con una sonrisa juguetona.

— ¿Te ha gustado? —Preguntó juguetón, acercándose al azabache, pero éste le empujó por el rostro para marcar distancia.

— Te dije que pararas. Si no puedes entender algo tan simple, debería deshacerme de ti. —Se quejó Fyodor, manteniendo a Nikolai lejos de él.

Pero Nikolai continuaba sonriente. Siempre tenía un modo de ver a Fyodor… Como si fuese lo único que pudieran ver sus ojos, la llave maestra de su vida, inclusive amaba el mal trato que este pudiera darle.

— Yo te seguiría hasta el fin del mundo. Si tú dices que brinque de un edificio, definitivamente lo haría, pues ésta vida es tuya. —Pronunció devoto el contrario, besando la palma de aquella mano que le apartaba, consiguiendo como respuesta que Fyodor se levantará de aquella tina para mirarlo mal desde su altura.

— Levántate. —Ordenó el azabache, ya sabía que Nikolai podría ser un tanto exagerado e insistente con sus acciones.

Y, en cambio Nikolai, entendía perfectamente la actitud de Fyodor.
Ya sabía pues, que cada vez que tenían ese tipo de roces, Fyodor tomaba una actitud muy distinta, para dejarle en claro que era alguien a quien utilizaba, alguien que podría reemplazar y que no deseaba nada romántico con él.

Yakuza's prostituteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora