Capítulo 16

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«Oigo el llanto de un niño.
Me está llamando.
Sé que llama por mi,
pero, entre más busco,
el llanto se vuelve difuso.
Estoy aquí, pero no te dejas ver.
Entonces, ¿Por qué lloras si no quieres ser escuchado?
Dímelo.»

...

Aquella mañana había sido trágica.

Aunque hubiera deseado quedarse con Fyodor todo el día y la siguiente noche… O tal vez para siempre, parecía que de momento eso no sería posible.

Al final del día tuvo que ceder y abandonar aquel departamento, y no era necesariamente porque hubiese perdido una pelea contra Nikolai, sino más bien lo mal que este se había puesto al gritar de esa manera, había asustado a Fyodor quién había estado durmiendo tan cálido entre sus brazos… Pero aquel tipo había comenzado a gritar, a reclamar al azabache sobre su presencia ahí.

Fyodor había reaccionado tarde, adormilado y enfermo parecía no saber cómo controlar la situación y él, oh, él hubiera deseado tomar a ese mocoso Nikolai por la quijada y obligarlo a callarse y obedecerle. Ese mocoso necesitaba una paliza para que le dejarán las cosas claras, ¿Quería actuar como un hombrecito diciendo que esa era su casa? Entonces ambos podían ser hombres y pelear a puño limpio. 

Pero, posteriormente el joven amenazó incluso con llamar a la policía con la excusa de que había hecho un allanamiento de morada, había abusado de la condición de Fyodor para aprovecharse y un sinfín de cosas más.

Estaba cabreado, no, eso era poco. Quería deshacerse de ese mocoso Nikolai, había querido golpearlo hasta el cansancio, hasta que su cabeza se volviera una papilla irreconocible pero Fyodor… Ah, Fyodor, ¿Cómo no iba a responder a su llamado?

Cuando sujetó a Nikolai para levantarle del suelo y azotarlo en la pared, Fyodor había pedido clemencia por él… ¿Cómo iba a ignorarlo? Era una petición directa del azabache. Y él había obedecido de manera dócil.

Pudo haber encañonado a Nikolai, meter el cañón de esa pistola en la boca del mocoso y obligarlo a arrodillarse ante él, era orgulloso como un dragón después de todo, pero Fyodor… No quería causar terror en ese muchacho, no quería que Nikolai tuviera cartas a su favor.

De lo contrario, si hubiera hecho todo lo que pensó en esos momentos, aquello hubiera terminado muy mal. 

Nikolai no estaría más en ese plano, o bien, de haber sobrevivido y quedarse al lado de Fyodor, aprovecharía ese suceso para tomar ventaja, hacer sucumbir a Fyodor ante la idea de que él era peligroso para ambos… Y es que, podía darse cuenta del grado de manipulación de ese bastardo. 

Quería golpear algo, quería golpear las paredes mientras bajaba esas escaleras, pero no debía importunar a los inquilinos, lo sabía. 

Sí tan solo Fyodor tuviera documentación, no tendría porqué haber cedido, ¿Que el departamento estaba a nombre de Nikolai? ¡Pues bien! Podía quedarse con esa estúpida vivienda, pero no con Fyodor… Necesitaba sacarlo de ahí, pero ¿Cómo? Fyodor estaba envuelto en una especie de amistad tóxica con ese hombre y ni siquiera lo veía, parecía solo bajar la mirada, ignorando su entorno.

Sabía por la información que había obtenido que ese par había pasado por mucho, pero… Pero quería que Fyodor supiera que no estaba solo, que no importaba lo que hubiera pasado, él en realidad podía seguir su vida sin Nikolai, salir impune de eso.

Pero, ¿Y si había algo más que no estaba viendo? Algo que esa información recolectada por Sigma no pudiera entregarle… 

El Yakuza detuvo sus pasos en los últimos escalones de la recepción, portando aquel saco sobre el arnés y aquellas armas en el dorso de su brazo, dirigiendo su vista hacia arriba.

Yakuza's prostituteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora