Capítulo 2

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Parte 2

Labios cereza

Labios que únicamente puedo ver, desear, sentir de manera húmeda, pero no son míos, no me pertenecen. No me pertenecen, y aun así me arrancan suspiros, como si fuera todo suyo. Quiero sus labios para mí, quiero su cuerpo para mí... Porque me fascinas, porque ocultas tan bien nuestro secreto en tu boca aun que te atragante. Aún careces de experiencia, me encanta como trabajas... El orgasmo que me causaste... Quiere llevar grabado tu nombre.

...

Tres días después, tras el accidente.

El mundo nocturno parecía ser uno muy distinto al que era recubierto por la luz del sol, muchos tenían presente que era cuando más cosas sucedían, aunque en ocasiones desearían que así como se iba la oscuridad de la noche ésta terminara por llevarse lo que dejó, pero en ocasiones no era así, dejando como tal cuerpos de personas asesinadas en los barrancos, tirados en contenedores de basura y cosas de las que tenían que encargarse los que vivían sus vidas con la luz de sol en lo alto, viendo de reojo y pensando que los de la peor calaña vivían de noche, con la luna creciente sobre sus cabezas.

Los padres solían decirle a los niños que a partir de ciertas horas era mejor no estar en la calle, pudiendo encontrarse con cosas desagradables para la vista, entre ellas las prostitutas, y cualquiera que estuviese fuera de ese auto podía asegurar que eso iba diciendo aquella madre a su hijo que venía sacando la cabeza por la ventanilla que al pasar por esa zona se subió de inmediato para impedirle la vista.

- Es gente estúpida. -Se quejó un muchachito que veía de reojo como aquel auto se alejaba, pero una fina mano le sujeto por el mentón.

- No te estés moviendo Fyodor, cierra los ojos. -Reclamó la joven rubia con un escotado y corto vestido, la prenda que llevaba era de una tonalidad rojiza y llamativa con un par de lentejuelas, cualquiera sentiría la tentación de pasar su mano para ver el cambio de éstas.

- No me estoy moviendo... -Susurró muy bajo el joven muchacho que yacía sentado sobre una caja, cerrando los ojos y alzando la mirada.

- Estás moviendo los párpados. -Señaló la rubia mientras humedecía la punta del delineador que estaba usando, para pasarla sobre los párpados del menor.

- Es que esa cosa se siente raro... Está fría. -Se quejó arrugando la nariz al querer mover la cara, pero la joven le detuvo bien para finalizar el delineado y soplar en los párpados de éste.

- Bueno, bueno, ¿de quién fue la idea? -La joven soltó una risita a modo de burla, al ver como el joven mantenía los ojos cerrados por la extraña sensación del maquillaje en su rostro.

- Tuya, dijiste que mi cara fácilmente podía hacerse pasar por la de una mujer con maquillaje, así que dijiste "Hey, cachorrito, vamos a intentarlo" -Incuso había intentado arremedar la voz de la rubia, y siendo que no poseía una voz muy gruesa por su edad, era bastante curioso escucharle.

- Si no querías pudiste haberte negado, no me eches toda la culpa. -La rubia había tomado un poco de labial líquido, en una tonalidad sutil, un suave color cereza que humedeció los labios del joven que hizo un puchero haciendo que la rubia soltara una risa. - ¡Estate quieto, Cachorrito! Eres todo un caso muy coqueto.

- Si me tienes como sujeto de pruebas, hay que hacerlo bien. Aunque, espero que ningún idiota realmente piense que soy una chica y quiere contratar mis servicios. -Bromeó, era claro que no daba servicios, al menos entre ellos, y aunque en el lugar había algunos varones que si brindaban servicios sexuales como dama de compañía, él solo se encontraba ahí esperando que la mujer que lo trajo esa noche volviera para llevarle a su casa. Después de todo, era un tanto agobiante esperar en soledad por su madre en aquel apartamento. Prefería estar ahí, rodeado de su gente.

Yakuza's prostituteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora