Capítulo 13.5

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“Calidez en el dragón”

La idea de confeccionar algo en compañía de Shibusawa le resultaba fantástica. Era en momentos así cuando más deseaba que su madre aún continuará con vida para compartirle todos esos detalles de su vida, decirle lo magnífico que era y por supuesto, confeccionar éstas prendas para ella… Estaba seguro que en cada una de ellas se vería increíblemente hermosa.

Ah, pero extrañamente un sentimiento de plenitud le inundaba en ese momento, en el asiento del copiloto donde parecía derretirse a la vez que subía los pies al tablero del auto, respirando hondo, disfrutando del aire helado que ingresaba por la ventanilla de ese auto.

Parecía no importarle tener la piel pálida a causa del helado viento, pero si Shibusawa no se quejaba… No había motivos para cerrar esa ventana, adoraba el momento, y agradecía que el albino no le pidiera cerrar la ventana.

— Puede que me esté perdiendo de algo, ¿Tan feliz te hace confeccionar ropa? —Decidió preguntar Shibusawa mientras conducía, si no temblaba de frío era porque tenía a Fyodor al lado.

Pero, si bien pudo haber solicitado un chófer o la compañía de Chūya para ir atrás con ese muchacho con las ventanas cerradas, en realidad no lo hizo porque quería algo de privacidad con Fyodor. Aunque solo le estuviese llevando a su casa antes del amanecer.

Su plática y sus planes se habían extendido de tal manera que la noche se les había ido de las manos. Y aunque ambos podrían tener sueño, quizás era debido a su vida tan acostumbrada al cielo nocturno que no les afectaba del todo.

No muy lejos, el sol amenazaba con iluminar en cualquier momento aquel manto de estrellas que pintaba sobre sus cabezas. Y Fyodor, solo parecía disfrutar la vista, el momento, el trayecto… Una sonrisa llena de satisfacción se dibujó en sus labios cuando las tonalidades del lado Este en el cielo comenzaban a hacerse más claras.

— No lo entenderías. —Respondió en un tono suave, su mirada se mantenía fija en ese punto donde los rayos del sol comenzaban a nacer detrás de esas montañas, de todas ésas edificaciones… Era maravilloso, y era aún más increíble observarlo desde esa altura.

Que cosas tan triviales, se decía.
El conducir en el segundo piso de una autopista… Nunca creyó que le podría traer tan buena vista.

Shibusawa en cambio guardó silencio, observando de reojo por escasos momentos a Fyodor, lo mal sentado que este venía, como se llevaba los dedos a la boca, mordisqueando suavemente las puntas al sonreír con tranquilidad con esa vista a través de su ventana… ¿Estaba fascinado por un amanecer? Sólo era un día más, ¿Qué tenía de importante?

Un momento, ¿Quizás era su cumpleaños? Ahora que lo pensaba detenidamente, nunca había preguntado por el cumpleaños de ese chiquillo, tal vez debería hacerlo, pero… ¿Era el momento adecuado?

— ¿Te gusta la vista? —Decidió empezar por ahí.

— Bueno, no todos los días tienes la oportunidad de ver un amanecer así… —Le confesó— De algún modo, en mi mente, todo es gris. Sólo "hay" más días, ¿Entiendes ese sentimiento? En el que hay momentos en los que sientes que vuelves a la vida, como si solo eso, la luz del sol te recordara que eres humano, que estás aquí formando parte de algo. Esa calidez… Pues aunque vives, no estás viviendo como tal.

Shibusawa le escuchaba, pero fue inevitable no enarcar una ceja… Ese sentimiento, esa sensación, habían pasado tantos años desde que no la sentía. Tanto su ser como su corazón se habían sumido en una extraña monotonía, como si solo fuese un cadáver sobre la mesa con una pesada capa de polvo y telarañas encima… Se sentía entumido.
¿Era justo como decía Fyodor? ¿Vivir sin estar viviendo…? Pues no se sentía conectado, no se sentía parte de algo.

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