Capítulo 9

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Capítulo 9
El llanto de un niño.

«Desearía no haberte conocido, desearía que me olvidarás y tomarás contigo todos estos sentimientos que me hacen llorar al igual que un niño.»

Días después...

Aquella mañana, el sol se ocultaba detrás de densas nubes que anunciaban una posible lluvia durante el día.

Apenas eran las seis de la mañana y era un amanecer tan oscuro…

Y, sin embargo en aquel pequeño departamento, se encontraba un joven en pijama, sentado en el sillón de esa ventana, observando las calles con la cabeza recargada en el cristal.

Se trataba de Fyodor. El joven de cabellos oscuros estaba ensimismado en sus pensamientos… Tras cerrar los ojos, en su mente se revivían varios sucesos que creía olvidados, superados o que al menos durante ése tiempo había mantenido enterrados.

Había sido en días lluviosos exactamente, cuando su vida cambió con la llegada de ése hombre que vino a darle un giro de trescientos sesenta grados…

Aquella noche, llorando en su habitación mientras Shibusawa se encontraba ahí sentado a su lado. Ése día, donde corría intentando huir de Gus, gritándole cosas a ese albino en aquel canal, recordaba inclusive cómo éste había portado armas todo ese tiempo y aún así le empujó al agua.

— Shibusawa, eh… —Musitó inconscientemente, arrugando un poco la nariz al mantener los ojos cerrados.

¿Qué habría sido de ese hombre…?
Era la primera vez que se detenía a pensar en él, realmente después de tantos sucesos vividos. Era como si su mente por fin se calmara un poco y comenzarán a brotar dudas, recuerdos y demás…
¿Se habría casado? ¿O quizás siempre fue un hombre casado?
¿O quizás simplemente se había conseguido otra prostituta y se olvidó de él…? Ese pensamiento le hizo reír un poco, quizás en realidad todos esos años él exageró la situación, creyéndose más importante de lo que realmente era como solían decirle con frecuencia, y posiblemente Shibusawa ni siquiera le buscó más allá de la esquina.

¿Por qué ése pensamiento le hizo sentir mal…? Cómo si su corazón se hubiese contraído dolorosamente, y su cuerpo lo había sentido, pues, el joven se encogió en sí mismo, abrazándose las piernas contra el pecho y ocultando su cabeza.

Lo único que le acompañaba en esos momentos, era un par de periódicos, un libro que al parecer había releído por ser su favorito en esos días, una taza de café a medio tomar y una copa de vino vacía con una botella que aún poseía parte de su contenido.

— Fedya… ¿Estás bien? —Preguntó suavemente Nikolai, acercándose con una manta de tela suave, que había colocado sobre los hombros y espalda del azabache.

Creía que nuevamente había leído ese libro con un trágico final, pero se preocupó un poco por su compañero al ver aquella botella de vino con un tercio de su contenido… Había bebido toda esa noche hasta al amanecer, al parecer.

Fue así que entendió que era una de esas recaídas que tenía. Nunca le contaba que sucedía, solo le pedía tiempo a solas… Y le sentaba mal verlo de ese modo en realidad. Pero Fyodor no era amante del contacto físico ni del consuelo, si no era él quien tenía la iniciativa de buscar contacto, era mejor no perturbarlo… Aunque claro, ésto era igualmente doloroso para él, el ver cómo su amigo prefería lidiar con todo eso en soledad y silencio.

— ¿Quieres que prepare algo para el desayuno? —Sabía que no cocinaba tan bien como Fyodor, pero podría intentar algo más que un plato de cereal con fruta.

Yakuza's prostituteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora