XIII

173 40 1
                                    

Tal y como habíamos planeado, tras aparecer juntos en algunas veladas y dejarnos ver del brazo a plena luz del día nadie se extrañaba de que el vizconde de Legrintown, el señor Lluch, se presentara a las fiestas con su encantadora nueva amante. Punto al que habíamos deseado llegar desde el comienzo de nuestra incursión en sociedad.

-Está bien, recordemos nuestra misión. -La propuesta de llevar a término una doble investigación mientras que el asesino no volviera a atacar había sido aceptada. Por esa razón, había organizado todo un plan con el que pretendía que Marcus lograra acercarse lo suficiente al hijo del Duque de York y al señor Charing, los cuales sabíamos estaban implicados en trapicheos ilegales, pero no conocíamos hasta dónde llegaban sus actuaciones. – El primer punto es hacerles ver que para ti no hay límites morales, que deseas diversión por encima de todo y que la fiesta es lo más importante... no creo que estemos muy desencaminados al pensar que se dedicarán a traficar con drogas o con mujeres... en ambos casos... -Detuve mi discurso al percatarme de que Marcus me estaba escuchando poco o más bien nada. - ¿Hola? -Pregunté pasando mi mano por delante de su cara. - ¿Me está escuchando?

-No. -Dijo sin remordimiento alguno. -No suelo prestar mucha atención cuando comienzan a salir sonidos por tu boca. -No puede evitar producir un quejido por la ofensa realizada.

-Te recuerdo que soy tu superior. -Odiaba tener que lograr respeto empleando mi posición y no por mi misma, pero a ese hombre todo parecía darle igual.

-Siempre he sabido que eras de las que les gusta estar encima ... no tengo ningún problema con ello ...amor. -Sabía que sus palabras encerraban una burla, peor no comprendí cuál.

-Mira, si no vas a tomarte esto enserio será mejor que finjas estar indispuesto y te quedes encerrado en la habitación.

-Por un momento creí que dirías que teníamos que esperar a que James regresara. -Respondió sin prestarme atención.

-Te hablo muy enserio. -Mi tono autoritario no pareció ser suficiente, por lo que tomé su cara con una de mis manos y apreté sus mofletes. -Mira bonito, esto no es un juego, si consideras que te queda grande o que te aburre me lo comunicas, porque no estoy aquí para perder el tiempo o jugar a la parejita feliz.

-Me a quedado muy claro. -Dijo moviendo su cabeza con brusquedad para liberarla de mis manos. A pesar de su respuesta, sus palabras no parecían sinceras.

-Espero que alguna vez en la vida te tomes algo enserio... -Dije rindiendo por el momento.

-Oh amor, créeme que me tomo todo lo que hago muy enserio. - ¿Qué le pasaba a ese hombre?

El carruaje comenzó a aminorar su marcha y unos segundos antes de que la puerta fuera abierta por los lacayos de la casa me encontré aplastada contra el asiento mientras las manos de Marcus subían mis faldas. La puerta del carruaje fue abierta.

-¡Nadie les ha enseñado a llamar antes de abrir una puerta! -Gritó Marcus sin hacer ningún amago por detener sus acciones. La puerta del carruaje fue cerrada con velocidad y Marcus se alejó de mí. -Y eso amor, es lo que se llama entrar por la puerta grande. -Yo lo miré con odio. -Necesitas que te explique los motivos... -Dijo burlón.

-Entiendo muy bien porque lo has hecho. Ahora se correrá la voz de que somos unos desvergonzados, y necesitamos que mantengan esa visión de ti si deseamos que te acepten en algunos círculos. -Dije muy será. -No soy estúpida señor Lluch, pero no me gusta que se actúe sin que se me informe del plan.

-Pues acostúmbrate amor... -Dicho esto abrió la puerta del carruaje y me ayudó a descender.

A pesar de que la fiesta no cumplía con muchos de los protocolos, por no decir casi ninguno, la recepción se realizó de la manera más formal. El señor Lluch y yo fuimos conducidos a nuestras habitaciones, que, para mi desgracia, a pesar de ser de lo más lujosas y espaciosas sólo contaban con una cama. Consideré el pedir una habitación para cada uno, puesto que aquello era lo más normal, pero supuse que llamaría demasiado la atención que la amante demandara dormir sola cuando había acudido a la fiesta exactamente con la función de acompañante.

-Y dime amor, ¿en qué lado de la cama te gustaría dormir? -Preguntó Marcus con el tono burlón con el que usualmente hablaba.

-Me da exactamente igual. -Respondí fingiendo que no me alteraba en lo más mínimo compartir la cama con él. – Pero escoge deprisa, porque pienso descansar un rato ... esta noche será larga.

-Bien dijo al tiempo que se dejaba caer en el centro de la cama. -Me quedo con este lado. -Dijo retándome con la mirada. Yo no pensaba dejarle ver lo mucho que me molestaban sus estupideces, por lo que procedí a retirarme los zaparos y la fina capa que cubría mis hombros y me acomodé en uno de los lados. -Debí suponer que preferirías el lado izquierdo, James siempre ha sido de emplear el lado derecho. -Yo respondí a su estúpida deducción con un leve suspiro de asentimiento y cerré los ojos. Los primeros minutos fueron difíciles, el hecho de tener que controlar mi respiración para que esta sonara relajada no era tarea fácil, pero antes de darme cuenta estaba dormida.

...................

Unos suaves golpes en la puerta me hicieron volver a la realidad. Abrí los ojos con rapidez. La verdad, no era una persona que remoloneara en la cama, siempre había tenido claro que una vez despierta debía comenzar a hacer cosas. No obstante, en aquella ocasión no podía levantarme. Literalmente me era imposible. Marcus me había hecho su prisionera con tal fuerza que finalmente tuve que darle un fuerte codazo en el estómago para que me soltara.

-¡Serás animal! -Exclamó cuando volvió a tener aire.

-La próxima vez te lo pensarás mejor antes de atraparme entre tus brazos. – Lo reté mientras me incorporaba en la cama.

-No creo que pueda resistirme... -Dijo mientras me abrazaba por detrás.

-Suéltame. -Exigí sin poder evitar que mi cuerpo se tensara.

-¿O qué? -Dijo burlón.

-No deseo emplear la fuerza, pero si no me dejas alternativa lo haré. -Respondí intentando ser paciente ante sus tonterías.

-Me encantaría ver eso... -Marcus apretó un poco más su agarre. No me hicieron falta más de dos movimientos para tenerlo inmovilizado bocabajo sobre el colchón.

-Creo que es momento de que establezcamos algunas normas básicas...- Dije mientras retorcía un poco su brazo.

-A sí, ¿qué clase de normas? -La cara de Marcus no reflejaba sorpresa o molesta por la situación en la que se encontraba.

-Todas las tonterías o niñerías son para cuando tengamos público, deja de tratarme con condescendencia, comienza a tomarte las cosas más enserio y no me llames más amor... -Dicho esto lo solté.

-Deberías haberme hecho prometer todo eso antes de soltarme amor. -Dijo mientras se abalanzaba sobre mí y los dos rodábamos por el suelo en una lucha de poder, que para mi sorpresa terminó ganando Marcus.

-Por lo menos sabes algo sobre la pelea de cuerpo a cuerpo. -Dije intentando recuperar parte de mi orgullo perdido ante la derrota sufrida.

-Se cómo utilizar mi cuerpo a la perfección amor... -Respondió mientras dejaba que el peso de su cuerpo recayera sobre el mío. – Respondiendo a tus exigencias, me tomo mi papel muy enserio y no puedo dejar de fingir dentro de estas paredes, mi actuación será el cien por cien del tiempo o no habrá señor Lluch en esta fiesta, te tengo en bastante consideración, la vida ya es lo bastante sería como para que nosotros lo seamos también y... ¿me dejo algún punto? A sí, me encanta llamarte amor... por lo que no dejaré de hacerlo.

-Veo que tu cerebro también funciona cuando quieres...

-Eso parece...- Dijo acercando su rostro un poco más al mío.

-Y ahora, tenemos trabajo. -Dije cansada de sus jueguecitos. 

LA VIDA TRAS LA MENTIRADonde viven las historias. Descúbrelo ahora