XXIX

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-No creo que eso ayude a resolver esta misión. -Dijo Marcus cuando volvimos a quedarnos solos en la biblioteca.

-No sé a qué te refieres con ESO, pero si de barreras en la misión estamos hablando debería decir que tu actitud no ayuda a nadie. Estás insoportable Marcus, ni siquiera cuando te conocí me pareciste tan irritante como ahora.

-Creo recordar que cuando nos conocimos te resulté irresistible. -Aquel comentario me hizo sonreír, ese era al Marcus que yo... bueno el Marcus de verdad.

-Irresistiblemente irritante y pretencioso querrás decir. -Respondí siguiéndole el juego.

-Será mejor que nos preparemos, esta noche tenemos un baile al que asistir. -Dijo cortando el breve momento de conexión que estábamos teniendo y saliendo de la estancia.

Yo no sabía que más hacer con él, y la verdad es que tampoco era mi responsabilidad ser su niñera. Por mucho que me doliera su forma de tratarme Marcus era un adulto.

Un par de horas después nos encontrábamos en el carruaje ante un tenso silencio que se hacía incómodo hasta el extremo.

-Nadie va a creer que somos amantes si ni siquiera eres capaz de mirarme sin fruncir el ceño. Marcus, yo no puedo salir ahí fuera y mirarte con ojos de amor o tontear contigo sabiendo que algo te pasa conmigo ¿He hecho algo que te molestara? ¿Ha ocurrido alguna cosa?

-Anna creo que hasta el momento has sabido actuar de manera muy profesional, no comprendo porque ahora iba a ser diferente, pero si necesitas que caliente el ambiente no me resultará muy complicado. Aunque quizás sea mejor que lo haga cuando tengamos público, así matamos dos pájaros de un tiro.

-Como digas...- farfullé rindiéndome a lograr entender qué le ocurría a ese hombre.

-Perfecto.

Aquella fiesta no era ni muy refinada ni muy desenfrenada, la verdad es que me encontraba muy a gusto, había logrado descartar a algunos sospechosos de ser los asesinos en serie y Marguerite me estaba amenizando la noche como nunca.

-Cheggi, crgeo que debegías salirgg a consolagg a tu hombrecito. Algo le acugree a tu señogg Lluch. -Si hasta ella lo había percibido, aquello no era bueno.

-Creo que tienes razón. Pero tengo la magia para hacerle olvidar que ha fallado en algunos negocios...

-Pienso deleitaggme la vista viéndote compensagglo. -Dijo sin ninguna vergüenza.

Yo me acerqué a la barandilla del balconcillo en la que Marcus estaba apoyado. Él se encontraba de espaldas al salón y parecía muy concentrado. Una vez estuve a su lado rodeé su cintura con mis brazos y apoyé mi cuerpo contra el suyo.

-¿Estás pidiendo deseos a las estrellas? -Pregunté intentando hacerlo sonreír.

-No tengo tres años querida...

-¿Querida? -Marcus siempre me llamaba Amor, que hubiera usado otro apelativo me sonó extraño. -Creo que yo si voy a pedir alguno. -Respondí colocándome a su lado sin dejar de abrazarlo.

-¿Cómo cuál? -Preguntó al tiempo que envolvía mis hombros con su brazo.

-Quizá pueda pedir que vuelva mi compañero... lo extraño mucho... - Me sinceré levantando la cabeza para mirarlo a los ojos.

-James no tardará en regresar....

-Hablo de ti... - Respondí para sacarlo de su error.

-Creo que este no es el lugar para hablar de temas delicados. -Dijo mirándome por fin a los ojos.

-Tienes razón... además -Dije tomándolo de la barbilla a sabiendas de que no podría evitar mirar a nuestro alrededor cuando le dijera la siguiente frase. -Tenemos un público muy exigente. -No pude evitar que mi lengua se paseara por mis labios al anticipar lo que iba a ocurrir. Hacia mucho que no besaba a aquel hombre y aunque me doliese el orgullo al reconocerlo, Marcus sabía muy bien como hacerlo.

-Anna... -Dijo en un susurro de advertencia.

Yo no respondí, simplemente me puse de puntillas y uní nuestras bocas. Para mi gusto, él tardó demasiado en responder, pero finalmente lo hizo. Y tanto que lo hizo. Estaba tan absorta que ni me di cuenta de que Marcus nos había alejado del ojo público, y aunque sólo nos encontrábamos a unos pasos del lugar en el que él había estado contemplando las estrellas, ahora las sombras nos escondían del escrutinio de los curiosos. Sentía las manos de Marcus por todas partes y yo no podía evitar pegar mi cuerpo al suyo.

-No sabía que este balcón ofrecía tales servicios... -Escuchar la voz del señor Rickly fue como sentir un jarro de agua fría. – Por mí no se detengan.

- Creo que ha llegado el momento de irnos a casa. -Dijo Marcus depositando mi brazo sobre el suyo.

-Espero poder decir algún día esas mismas palabras... -Respondió el señor Rickly en tono burlón.

-Nos veremos en otra ocasión señor Rickly. -Dijo Marcus como despedida.

Una vez nos encontramos en el interior del carruaje no pude evitar soltar demonios sobre aquel hombre.

-Yo también quiero verlo entre rejas. -Respondió divertido.

-Tengo muchas ganas de que se termine todo esto... -Me sinceré mientras apoyaba mi cabeza sobre su hombro.

-¿Qué harás cuando todo termine?

-Ser yo misma... sentir paz... y supongo que esperar a la próxima misión.

-¿Seguirás con las misiones? -Parecía sorprendido.

-¿Qué más puedo hacer?

-Vivir tú vida...

-Me gusta mi trabajo, lo hago bien y además... no tengo nada ni a nadie fuera de aquí.

-Sabes que eso no es cierto... yo ... James y yo siempre vamos a estar ahí para ti.

-Es muy amable, pero de verdad creo que esto es a lo que estoy destinada... mientras me permitan seguir trabajando no tendré que pensar en la vida real.

-Eso quiere decir que estas huyendo... -Aquello no había sido una pregunta.

-Bueno. -Eso fue lo único que fui capaz de decir en relación a ese tema. -Me alegra que vuelvas a ser tú aunque sólo sea por unas horas. 

LA VIDA TRAS LA MENTIRADonde viven las historias. Descúbrelo ahora