A la noche siguiente, antes de salir de la casa de James, y tras haber dormido gran parte del día y discutido la otra mitad, Marcus y yo nos dirigimos hacia el lugar en el que habíamos establecido nuestro punto de vigilancia. Ninguno de los dos había aceptado quedarse aquella noche en casa descansando, por lo que, allí nos encontrábamos de nuevo, en el mismo árbol haciendo la guardia.
-¿Hago el primer turno? -Preguntó Marcus. En aquella ocasión, y sabiendo con antelación que Marcus iba a subir al mismo árbol en el que yo lo hiciera, decidí situarme una rama por encima de él, de tal manera que pudiéramos mantener la distancia que tanto necesitaba cuando de ese hombre se trataba.
-Haga usted lo que crea conveniente, que yo haré lo mismo. -Dije algo enfadada por el hecho de que volviera e intentar engañarme de nuevo.
-¿Eso quiere decir que la quieres hacer tú? Porque en ese caso descansaré hasta que me despiertes.
-Eso me parecería justo. -Respondí sin poder evitarlo.
-Bien... Pues esta noche cambiaremos los roles. -Dicho esto trepó las ramas que nos separaban y con mucha agilidad se situó en la misma en la que yo me encontraba pero de espaldas mí. Tal y como yo había estado la noche anterior.
-Menos mal que escojo ramas fuertes... De lo contrario estaríamos los dos en el suelo...-Ironicé- Y ahora, si no te importa volver a tu sitio, me estás tapando las vistas.
-Eso tiene fácil arreglo... -Dijo mientras apoyaba su espalda en mi pecho y acomodaba su cabeza junto a la mía.
-No puedes estar cómodo en esa postura... -Dije intentando que se fuera.
-Tienes razón. -Dijo dando un par de culadas para alejarse de mí. Respiré aliviada al haber logrado algo de distancia y volví a dirigir mi mirada al punto de vigilancia, pero pronto tuve que volver a contener el aliento al sentir como el muy descarado se restregaba contra mi pecho mientras buscaba una posición cómoda. – Si fueras más grande esto sería más sencillo... -Dijo tirándome la culpa por su incomodidad.
-Si fuera un poso más grande no dudes ni por un segundo que te haría caer. Me estás incomodando. -Le dije con sinceridad.
-Eso me recuerda algo... -Marcus tomó mis brazos y los paso por encima de sus hombros hasta depositarlos en su pecho. -Así podrás sujetarme si me muevo un poco mientras duermo.
-¡Esto no tiene ningún sentido! -Exclamé en un susurro. -Deja de hacer tonterías, suelta mis manos y permite que me centre en la guardia. – Él, como de costumbre hizo caso omiso de mis palabras. -Marcus.... -Dije como advertencia, pero el no se movió, y un par de minutos más tarde me dio la impresión de que estaba dormido. – Eres desquiciante... - Refunfuñé haciendo que su cabello se moviera y me molestara un poco. Dirigí una de mis manos a su pelo con la intención de retirarlo de mi barbilla, pero sin darme cuenta terminé atrapando mis dedos entre aquella suave melena castaña. La verdad, no comprendí muy bien por qué, pero realizar aquel movimiento me producía una sensación extraña, una mezcla entre placer y serenidad.
El sol volvió a encontrarnos subidos al mismo árbol y sin rastro de esa mercancía que debía salir de La Felina. Con aquella ya iban tres noches sin que se llevara a término el intercambio.
-Creo que es hora de irnos. -Dije retirando mi mano, que hasta el momento había permanecido acariciando el cabello de un Marcus que yo creía dormido.
-Si esto no es el cielo... no sé qué lo será. -Su respuesta había sido demasiado rápida y sonaba muy despierto, lo que indicaba que o bien había despertado hacia rato o, no había dormido en ningún momento. Y aquello no me hizo gracia.
-Aparta. -Dije empujándolo lejos de mí. – Mañana no será así la guardia. -Había pronunciado aquellas palabras más para mí que para él.
-No, en eso tienes razón, mañana te toca descansar ti... -El coqueteo que desprendían sus palabras estuvo a punto de hacerme reír.
-Marcus esto es muy serio, estamos en una misión importante y no podemos pasárnosla jugando mientras estamos de guardia, así que mañana cada uno a un árbol. -Dije muy seria.
-¿No crees poder mantener tus manos alejadas de mí? -Preguntó divertido mientras comenzaba a descender. La respuesta a aquella pregunta me hizo darme cuenta de que realmente me costaba mantener mis manos alejadas de él, aquella noche al igual que la primera, podría, con un poco de esfuerzo, haber logrado que Marcus se comportara como tocaba, pero la realidad era que no había querido hacerlo. En ambas ocasiones había disfrutado de su cercanía tanto o más que él.
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LA VIDA TRAS LA MENTIRA
Historical FictionAnna Sparkel, más conocida como Madam Austen, no ha tenido lo que se dice una vida corriente. Tras la muerte de su madre, su padre, un alto cargo del servicio secreto, contra todo pronóstico decide hacerse cargo de su educación. Aquella sencilla de...