XXII

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Había transcurrido una semana desde nuestro fructífero asalto. Aquel nuevo día no parecía tener nada de especial. El cielo estaba despejado, los transeúntes circulaban por la calle con normalidad, la casa funcionaba como un reloj, y yo me encontraba sentada releyendo la última carta de James, en la que me informaba que llegaría al día siguiente. Para mi sorpresa, en el momento en el que había leído su contenido una semana atrás, un extraño sentimiento agridulce se había apoderado de mí, pero pronto había logrado que la alegría de volver a tener a James junto a mí se impusiera al resto de sentimientos. En aquello me encontraba cuando el mayordomo hizo su aparición en el saloncito.

-Madam Anna... -Me encantaba la dedicación de ese hombre. -Ha llegado carta urgente para usted. -Aquello me sorprendió, en todo el tiempo que llevábamos en la misión nunca se habían puesto en contacto directamente con nosotros, pero el tono con el que hablaba el mayordomo daba a entender que aquello era algo serio de verdad. -Sin añadir nada más extendió la bandeja que llevaba en las manos mostrándome un periódico. Aquella forma de transmitir un mensaje me parecía más de nuestro estilo.

-¿Debo leerlo entero o hay algún apartado más interesante? -Pregunté mientras ojeaba las primeras páginas.

-Me han dicho que usted estaría realmente interesada en las necrológicas Madam.- Dicho esto se retiró de la estancia.

Yo le di la vuelta al periódico con las manos algo temblorosas. Mi corazón se detuvo al leer claramente el nombre de mi padre. No sé cuánto tiempo estuve sentada con aquel periódico entre mis manos, pero lo siguiente que recuerdo es escuchar la cantarina voz de Marcus.

-Amorr llevo un rato llamándote. -Dijo con su acostumbrado sentido del humor. - ¿Por qué todavía no estás preparada para la fiesta? -Preguntó sorprendido de verme con mi vestido de mañana. Yo alcé el rostro y comprobé que la tarde estaba avanzada y el sol ya casi se había escondido. - ¿Anna?

-Se me ha ido el santo al cielo. -Dije poniéndome de pie con rapidez y tirando el periódico al fuego.

-¿ Tan mal va el mundo que has decidido que es mejor quemar el informativo? -Bromeó.

-Peor de lo que jamás podría haber imaginado... Estaré lista en un minuto. -La misión era lo primero, me repetía una y otra vez mientras lograba mantener mi expresión neutral. La misión es lo primero.

Como en todas las últimas celebraciones, Marcus y yo llegamos juntos al evento. Ambos con atuendos exquisitos y con nuestros brazos entrelazados. Después de dejarnos ver por toda la sala y hacer parte de nuestro teatro como amantes, James depositó un escandaloso beso en mis labios y me prometió, lo suficientemente fuerte para que las personas que teníamos cerca lo escucharan, que no tardaría mucho en volver a mí.

-Oh queggida... -Dijo Marguerite. -Se nota que lo tienes comiendo le la palgma de tu mano.

-Es un encanto... -Respondí sin mucho entusiasmo.

-Anna hoy estas algo apagada, cgreo que necesitas algo de vida. -Dijo tomando un par de copas y ofreciéndome una.

-No sabes cuánta razón tienes, creo que hoy no seré capaz de decirte que no a nada. -Respondí vaciando el contenido de mi copa sin pestañear.

-¡Qué bien nos lo vamos a pasag! -Respondió ella eufórica.

Después de aquella abierta invitación a ser emborrachada, Marguerite se dedicó a mantener mi copa llena y mi mente ocupada. La realidad es que bailamos, nos reímos y disfrutamos de la velada. Nos encontrábamos dando vueltas por el jardín cuando Marcus llegó.

-Cgreo que tu amorgcito viene a finalizar nuestrga fiesta. -Dijo haciendo un puchero con los labios.

-¡Amorrr! -Exclamé enredando mis brazos en el cuello de Marcus y compartiendo con él un beso tan profundo que ninguno de los dos fue capaz de detenerlo.

LA VIDA TRAS LA MENTIRADonde viven las historias. Descúbrelo ahora