Había pasado una semana desde que James se había marchado. La verdad es que por el momento no podía quejarme de mi nuevo compañero. Nos habíamos cruzado en dos de los tres eventos a los que había acudido y únicamente se dirigió a mí en el último de los encuentros. Recordar la directa mirada con la que había estudiado mi cuerpo me hacía enrojecer. Marcus sabía como representar su papel y en poco tiempo podríamos comenzar a ser amantes.
Aquella noche me encontraba en la biblioteca de la casa de James, había tomado la decisión de acercarme porque era él quién recibía los mensajes y al no estar no tenía muy claro si era Marcús quien debía informarme de las cosas. Pero me negaba a estar bajo las órdenes de ese mequetrefe. Aunque quizás considerando que medía lo mismo que James, considerarlo mequetrefe era del todo irónico.
-Si hubiera sabido que iba a contar con tal grata compañía me habría arreglado un poco más. -Dijo Marcus al entrar en la habitación. Yo no levanté mis ojos de la correspondencia de James, la cual estaba revisando.
-Tienes que aceptar esta invitación. -Dije tendiéndole uno de los sobres.
-¿Qué es? -Preguntó sin prestarle mucha atención.
-Te encantará... créeme. Has sido invitado a asistir dentro de un mes a una de las mayores fiestas para libertinos que se organizan en toda Inglaterra. James me habló de ella, y tras algunas averiguaciones unos cuarenta sospechosos han sido invitados toda la semana y casi cien a la velada final. Es una oportunidad que no podemos descartar.
-Bueno, si no entendí mal... tú estás al mando, así que... quién soy yo para desobedecer las órdenes de mi señora.
-¿Estoy al mando? -Dije en un susurro algo incrédula.
-No esperarás que me dejaran a mí a cargo de todo ¿verdad? Mi fuerte es la diversión, pero a ti parece que te va mucho lo aburrido. – Yo suspiré cansada de que siempre dijera tonterías.
-Bien, pues antes de esa velada debemos habernos establecido como pareja, así nadie le sorprenderá que me lleves contigo... además eso facilitará las cosas, porque llevarme a July sería complicado.
-¿Quién es July? -Preguntó interesado.
-Nadie que a usted le importe señor Lluch. -Dije algo avergonzada ¿De qué exactamente? no lo sé. Aunque era muy consciente de que mi pureza no era motivo de vergüenza, no quería tener que explicarle a ese hombre lo que James y yo habíamos tramado para que no tuviera que acostarme con ningún "caballero". -Tendré que deshacerme esta semana de mi amante y supongo que ... intentaré terminar mañana con él, así en una semana podemos comenzar a flirtear en público.
-¿Qué ha sido de aquella chica que pedía lecciones de cómo besar? -La pregunta había sido demasiado sincera, tanto que me pareció que Marcus la realizaba sin pensar, puesto que no fueron ni tres segundos después cuando pareció recomponerse. - ¿Entonces podremos jugar a juegos de mayores juntos? -Dijo envolviendo mi cintura con su brazo.
-Querido...- Dije llevando mi mano a su muñeca con delicadeza. -Ni muerta ... - Añadí mientras tomaba su articulación y la retorcía. – Será mejor que recuerdes que estamos en una misión y que no soy una de tus amiguitas ¿Está claro? -Pregunté añadiendo un poco de presión.
-Como el agua ...-No sabría decir si su mirada era de asombro, respeto o lujuria, por lo que decidí ignorarla.
-Hay mucho que planear, un mes es poco tiempo. -Comencé a enumerar todas las cosas que debían quedar listas antes de que acudiéramos a aquella semana de celebración, pero cuando alcé la mirada me di cuenta de que estaba hablando para mí misma. Marcus se había tumbado en uno de los sillones y parecía dormitar. Jamás había conocido a alguien más perezoso y desconsiderado. Se acerqué sigilosamente hasta la mesita en la que se encontraban los licores, cogí una de las botellas y sin miramientos la derramé sobre el rostro de Marcus. La cara de susto que mostró fue suficiente pago por su falta de respeto.
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LA VIDA TRAS LA MENTIRA
Fiksi SejarahAnna Sparkel, más conocida como Madam Austen, no ha tenido lo que se dice una vida corriente. Tras la muerte de su madre, su padre, un alto cargo del servicio secreto, contra todo pronóstico decide hacerse cargo de su educación. Aquella sencilla de...