3096 días [Lucemond]

prólogo

Vuelvo a subir la historia con la esperanza de que Wattpad no la borre...

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El joven, con rostro enrojecido por el frío, volvió a caer en la suave capa de nieve. Sus esfuerzos por levantarse resultaron inútiles, y una vez más, su cuerpo se encontraba tumbado en el suelo helado. Un suspiro frustrado escapó de sus labios, mientras sentía cómo la vergüenza se apoderaba de él. Las risas burlonas de los demás resonaban a su alrededor, aumentando su incomodidad. Aquel chico nunca había tenido la oportunidad de practicar el esquí en nieve, y ahora se encontraba obligado a participar en esta actividad que le era completamente desconocida.

Después de un tiempo, finalmente alguien acudió en su ayuda, extendiendo una mano amigable que lo ayudó a ponerse de pie. Agradecido, el joven se sacudió la nieve de su ropa y se dispuso a seguir adelante. Sin embargo, en ese preciso momento, sintió un fuerte tirón en su brazo, haciendo que se detuviera en seco. Al darse cuenta de que su acompañante había desaparecido, comenzó a buscarlo con la mirada, asegurándose de no ser visto por los demás. La molestia por la torpeza del chico se apoderó de él, y sin poder contenerse, le propinó una pequeña bofetada que no solo avergonzó al joven, sino que también hizo que sus lentes cayeran al suelo con un suave tintineo.

"¿Qué estás haciendo? No llames la atención con estupideces", dijo con voz molesta y autoritaria, su semblante reflejando su disgusto. El adolescente se estremeció de miedo ante la reacción del hombre y, sin perder tiempo, fue empujado bruscamente para que recogiera sus lentes. Era evidente que la paciencia del hombre se estaba agotando rápidamente.

"Lo s-siento, tío", balbuceó el joven, intentando disculparse de alguna manera. El hombre abrió uno de sus ojos de par en par, apretó la mandíbula con fuerza y, sin vacilar, golpeó con violencia la pierna del chico.

"No me llames así", exclamó el hombre, conteniendo a duras penas las ganas de gritarle y golpearlo aún más. El joven, temeroso, se quedó en silencio, sabiendo que cualquier palabra adicional solo empeoraría las cosas.

"Es que necesitaba ir al baño y estaba distraído", explicó el joven, tratando de excusarse con una mentira. Consciente de la irritación que le causaba aquel apodo, el chico esperaba que su tío le permitiera ir al baño para evitar una confrontación aún mayor en público.

"No tardes demasiado. Tienes diez minutos", sentenció el hombre, dejando claro que no estaba dispuesto a darle más tiempo. Asintiendo con la cabeza, el joven se alejó lentamente, aunque en su interior deseaba correr lo más lejos posible de su tío. Antes de continuar, escuchó su nombre y volteó. "Obedéceme", dijo el hombre con voz amenazante, dejando en claro que no aceptaría ninguna desobediencia.

Con solo diez minutos a solas, el joven se sentía maravillado, deseando permanecer en el baño y nunca volver a encontrarse con su tío. Sin embargo, sabía que no tenía escapatoria y que su tío lo encontraría rápidamente. Al salir del baño y dirigirse al lavabo, contuvo el aire al encontrarse con una persona. Disimuladamente lavó sus manos y tocó el hombro de la persona.

"Por favor, ayúdame. Soy Lucerys Velaryon y fui secuestrado a los diez años... por...", comenzó a decir el joven, pero se detuvo al sentir una mano en su hombro. Había sido descubierto y seguramente sería castigado por su intento de pedir ayuda.

"¿Dónde te habías metido, cariño?", exclamó Aemond con una siniestra sonrisa. Contenía su furia y deseaba golpear al adolescente.

"Yo...", balbuceó Lucerys, pero se interrumpió cuando Aemond rodeó su brazo alrededor de su cintura, una táctica que siempre utilizaba para causar dolor. "Perdón, mi omega está esperando un bebé y tenía que ir al baño", mintió Aemond con una sonrisa maquiavélica.