Capítulo 7: tan cerca y tan lejos

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un día, Aemond saco a Lucerys de la casa para comprar cosas para el bebé que Lucerys esperaba. Mientras caminaban por la calle, Aemond le advirtió a Lucerys que no intentara escapar. A pesar de sus limitaciones, Lucerys anhelaba con todas sus fuerzas volver a reunirse con su amada familia.

Lucerys caminaba por las concurridas calles de la ciudad, su corazón latía con fuerza en su pecho. Aemond, su captor, caminaba a su lado, observando cada uno de sus movimientos con atención. Lucerys se sentía nervioso, no estaba acostumbrado a estar rodeado de tanta gente y tanto bullicio.

Mientras avanzaban por las tiendas, Lucerys no podía evitar notar la ropa de bebé que Aemond examinaba con detenimiento. Eran prendas adorables, de colores suaves y diseños encantadores. Pero en lugar de alegrarse por la llegada de su hijo, Lucerys sentía un nudo en el estómago.

Aemond, consciente de la inquietud de Lucerys, le lanzó una mirada severa y advirtió

"Recuerda, Lucerys, no intentes escapar. Sería un grave error".

Lucerys asintió, pero el resentimiento y los celos se apoderaron de él. No podía soportar que Aemond estuviera involucrado en la vida de su hijo.La idea de que su hijo creciera bajo la influencia de Aemond lo atormentaba.

Mientras observaba las prendas de bebé, Lucerys imaginaba a su familia eligiendo ropita para su hijo, riendo y compartiendo momentos de felicidad. Sentía un profundo anhelo de estar con ellos y de alejar a Aemond de su vida.

Sin embargo, la advertencia de Aemond resonaba en su mente. Lucerys sabía que cualquier intento de escape solo conllevaría a más sufrimiento y peligro. Aunque los celos y la ira lo consumían, también sabía que debía priorizar la seguridad de su hijo y la suya propia.

Con tristeza y resignación, Lucerys se obligó a apartar esos pensamientos de su mente y centrarse en el bienestar de su bebé. Sabía que aunque Aemond estuviera presente en su vida por el momento, llegaría el día en que podría escapar de su influencia y reunirse con su amada familia.

"Tenemos que comprar cosas para hacer la habitación del bebé" Aemond jalo a Lucerys a una ferretería y le mostró una cerámica morada.

"Aemond, ¿puedo hacerte una pregunta?" Lucerys observo a su alrededor,suspiro y le rogó a Dios que alguien lo reconociera.

"Claro, Lucerys. Siempre y cuando no sea sobre escapar, ¿de acuerdo?" Aemond beso la mejilla de Lucerys y la acaricio con su mano.

"Lo entiendo, pero... ¿por qué me has sacado hoy? ¿Por qué me permites salir de la casa?" Preguntó con un fuerte nudo en su estomago. Cuando era un niño muchas veces le rogó a Aemond que lo dejara salir,solo salía al jardín de vez en cuando,pero obviamente con Aemond y,una vez una vecina los encontró,sin embargo,Aemond mantuvo la calma y callo a Lucerys con un apretón.

"Sabes que necesitamos comprar cosas para el bebé que estás esperando. No quiero que te falte nada, Lucerys" Aemond frunció el ceño fastidiado,según

el alfa Lucerys se había vuelto un completo dolor de cabeza con sus preguntas y preocupaciones.

Lucerys estaba angustiada por el pensamiento de dar a luz. Había escuchado historias de que su abuela, Amma, había fallecido durante el parto, y ese temor había arraigado en su mente. Los miedos y las dudas invadían sus pensamientos, llevándolo

un estado de ansiedad constante.

Aemond,se encontraba fastidiado por ver a Lucerys tan preocupada. Era consciente de las historias que circulaban en la familia acerca de Amma y entendía que esos relatos habían dejado una marca profunda en el.

"Sí, es cierto. Pero... ¿no podríamos hacerlo de otra manera? ¿Podríamos ir a la tienda juntos y luego volver a casa? No tendría que intentar escapar si estás conmigo" Los ojos de Lucerys se iluminan,acaricio su vientre plano y sonrió.

3096 días [Lucemond]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora