capitulo 2: Obedeceme Lucerys

4.5K 376 20
                                    

"Lucerys, despierta", una mano suave pero firme empujó el hombro del niño, sacándolo de su sueño profundo. Al despertar, lo primero que pensó es que se trataba de Aemond, y con fastidio se arrojó ignorando a su captor. Sin embargo, al abrir los ojos, se encontró con el rostro amoroso de su madre, Rhaenyra. Observó de manera curiosa y ladeó la cabeza, arrodillándose delante de ella. Lucerys había estado separado de su madre durante catorce largos días y no podía creer que finalmente la tuviera frente a él.

"¡Mamá, ¿cómo me encontraste?" exclamó emocionado, abrazando con fuerza a Rhaenyra y dejando que las lágrimas brotaran en su hombro. Con ternura, acarició las trenzas de su madre, sintiendo la calidez de su abrazo. La pequeña habitación pareció transformarse en un imponente castillo oscuro, mientras Rhaenyra tomaba a Lucerys en brazos y él permanecía alerta, temiendo que Aemond apareciera en cualquier momento. "¿Mamá, por qué tu cabello es blanco y largo?" preguntó curioso, notando el cambio en el aspecto de su madre.

Inmediatamente, Rhaenyra detuvo sus pasos y giró para mirar a Lucerys con una profunda tristeza reflejada en sus facciones. El niño retrocedió instintivamente, hasta que se encontró nuevamente en la misma habitación pequeña en la que despertó, solo con una mesa y una silla pequeña. Su sorpresa fue grande al encontrar a su tío parado en la entrada de la puerta, sosteniendo un plato de comida. Lucerys desvió la mirada, sin querer hablar o ver a Aemond, recordando el golpe que recibió en su pequeña nariz y cómo fue obligado a disculparse. Aemond, con autoridad, apretó las mejillas del niño, forzándolo a mirarlo a los ojos, pero luego se arrepintió y se alejó.

"Aléjate de la mesa y siéntate en la esquina", ordenó Aemond a Lucerys, entregándole el plato lleno de ensalada y pollo. Sin vacilar, el niño obedeció, dejando que el hambre ganara sobre las ganas de desafiar a Aemond. Lucerys vigilaba cada movimiento de su tío como un águila, atento a cada gesto y palabra. Observó cómo Aemond colocaba un gran monitor en la pared y no pudo evitar preguntar con una curiosidad inquietante: "¿Qué es eso?", aunque ya sabía que Aemond lo utilizaba para invadir su privacidad.

"Es para escucharte y hablar contigo", respondió Aemond, atornillando el monitor en la pared. Lucerys sintió un escalofrío recorrer su espalda.

Cada giro de la herramienta hacía eco en la habitación, mientras Lucerys observaba con disgusto. Sabía que ese monitor era una invasión a su privacidad, recordando cómo su abuelo también tenía uno en su casa para comunicarse con los empleados.

"Tio,No quiero que coloques eso"

Aemond, notando el descontento en el rostro de Lucerys, detuvo sus manos y lo miró severamente. "Lucerys, cierra la maldita boca o tendré que cerrarla yo mismo", amenazó con una voz firme y autoritaria. Desde aquel incidente anterior, Lucerys sabía que debía obedecer a su tío sin cuestionar.

"Quisiera un reloj, por favor", susurró Lucerys, recordando vaga y desesperadamente que habían pasado dos semanas desde la última vez que Aemond le había regalado algo.

Aemond, terminando de acomodar sus cosas, respondió con una promesa velada: "Si te portas bien, tal vez te regale uno". Aunque Lucerys no estaba seguro de qué significaba "portarse bien" para su tío, esperaba que fuera suficiente para ganarse el regalo.

Inocentemente, Lucerys intentó abordar un tema más profundo. "Tío, ¿no te gustaría casarte con alguien y tener hijos?", preguntó, esperando convencer a Aemond de buscar una compañera más adecuada y formar una familia tradicional.

Aemond, tomando la barbilla de Lucerys con una mezcla de ternura y posesividad, le dio un beso en la mejilla. Pero la dulzura pronto se desvaneció cuando, minutos después, Aemond estampó un golpe en la mejilla de Lucerys, quien cayó al suelo por el impacto.

3096 días [Lucemond]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora