Capítulo 3: eres mio

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Día 36;
Aemond cumplió con sus amenazas y el pequeño Lucerys llevaba tres días sin probar bocado. Su estómago rugía de hambre mientras intentaba distraerse estudiando o dibujando. Su tío, Aemond, solo se comunicaba a través de un monitor, y Lucerys se resistía a contestar. ¿Realmente Aemond creía que saldría impune con sus acciones? Lucerys era conocido en la familia por ser un niño caprichoso e insoportable, siempre encontrando una manera de obtener lo que deseaba... y su talento especial era aguantar la respiración.

[¿Hoy tampoco responderás? ¿Quieres pasar otro día sin comer?... Extraño tu dulce rostro], preguntó Aemond de manera autoritaria, pero luego cambió su tono a uno amable y nostálgico. No soportaba no poder ver el adorable rostro de su sobrino.

"Llevo tres días sin comer", afirmó Lucerys con molestia, decidido a ganar la batalla contra Aemond.

[Ahh...] gimió Aemond a través del monitor. Extrañaba la voz de su sobrino y los últimos tres días habían sido una tortura al no poder estar junto a Luke.

"¿Quieres que muera de hambre porque no te importo?"

[Lucerys, nunca permitiría que algo malo te suceda. Moriría por ti], respondió Aemond, enviando un escalofrío por la espalda de Lucerys. Era evidente que el amor de Aemond no era más que una obsesión enfermiza.

[Estoy en celo... por eso no puedo bajar contigo. Desearía que te apresures en crecer para poder...], comenzó Aemond, pero Lucerys guardó silencio al darse cuenta de los ruidos y jadeos que Aemond producía.

"Si no me traes comida... dejaré de respirar", amenazó Lucerys, desesperado por encontrar una manera de hacer valer su voluntad.

Aemond quedó sorprendido detrás del monitor y rió, pensando que se trataba de un juego de niño. Recordó cuando Lucerys llamó su atención en una fiesta mientras hacía berrinche. Sin embargo, sus pensamientos se vieron bruscamente interrumpidos por un estruendoso golpe proveniente del sótano. Aemond se apresuró y corrió escaleras abajo, donde encontró a Lucerys en un estado lamentable.

"¡Luke!", gritó desesperado al ver el mal estado de su sobrino. Golpeó levemente las mejillas de Lucerys y este reaccionó al instante.

"Déjame ir", suplicó Lucerys en un suave y débil susurro, mientras acariciaba el rostro de su tío con su mano temblorosa.

"Jamás te dejaré ir. Eres mío", gruñó Aemond, utilizando su voz de alfa. Se aferró a la suave mano de Lucerys y bajó sus labios para besar el cuello de su sobrino. "Eres de mi propiedad. Solo yo te amo y tienes que entenderlo".

"No, no, no es verdad. Mis padres y Jacaerys me aman",

"Oh, Lucerys, debo revelarte la verdad", susurró Aemond con aparente tristeza, mientras acariciaba suavemente la espalda del niño, como si quisiera consolarlo. Pero sus caricias eran frías, casi como si quisiera borrar cualquier rastro de felicidad en Lucerys. Cada toque era una falsa promesa de consuelo, una forma de manipulación disfrazada de amor. "Laenor Velaryon no es tu padre", Aemond fingió tristeza, consolando a Lucerys acariciándole la espalda.

No tenía otras intenciones más que herir los sentimientos del pequeño y, sobre todo, convertirse en la única persona en la que Lucerys confiara.

"¡No, no, no es verdad. Mi padre es Laenor!"

los rumores siempre habían circulado sobre la infidelidad de Rhaenyra, la madre de Lucerys, con Harwin Strong, el secretario personal de la familia. Y ahora, Aemond pretendía revelarle esa verdad dolorosa a su joven sobrino. Los pasillos, normalmente llenos de risas y conversaciones alegres, ahora parecían oscuros y llenos de sombras. Cada paso que daban resonaba en el silencio, aumentando la tensión en el aire.

3096 días [Lucemond]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora