3096 días [Lucemond]

Capitulo 9:monstruo

"Es mi deber preguntar información sobre el joven que acaba de ingresar", dijo el doctor en tono serio
Como era de costumbre, el doctor deseaba obtener información sobre Lucerys, pero Aemond no estaba dispuesto a responder preguntas innecesarias.

"Mi madre siempre ha sido una gran benefactora del hospital, con sus generosas donaciones. ¿No es así?", dijo Aemond con una sonrisa irónica. Sabía que algunas de esas donaciones incluso llegaron a los bolsillos del doctor.

"Estás en lo correcto, Aemond", respondió el doctor mientras cerraba el expediente con poca información sobre el bebé. No permitiría que su fuente de ingresos se viera afectada por un simple omega sin valor. El doctor creía que se trataba de algún juguete de Aemond.

"Asegúrate de que solo aparezca mi nombre en los registros", sentenció Aemond con voz fría y desafiante.
Ambos hombres estrecharon sus manos, llegando a un acuerdo

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Por recomendación, Lucerys permanecía en el hospital en una habitación privada. Él no paraba de repetir lo mucho que deseaba que Rhaenyra conociera al bebé. Los planes de Aemond eran muy diferentes a los de Lucerys. El alfa planeaba convencer a su sobrino para que comenzaran una vida juntos con su primer hijo.

Lucerys acercó uno de sus dedos a la pequeña mano de su hijo y este lo agarró. Lucerys sonrió, besando el pequeño rostro de Rhaegar. Lo amaba a pesar de ser el hijo de Aemond, por eso debía apresurarse para escapar de su secuestrador y poder darle una buena vida a su pequeño.

"Muy pronto te darán el alta", dijo Aemond desde la entrada de la puerta, sosteniendo un ramo de rosas. El alfa se alejaba por unos minutos de su sobrino, por lo que Lucerys sabía que no era buena idea realizar un movimiento.

El ingenio de Lucerys estaba siendo puesto a prueba. Debía encontrar una manera de escapar de Aemond sin poner en peligro a su hijo. Buscó en su mente todas las posibles estrategias, evaluando cada detalle y calculando los riesgos.

Sabía que Aemond era astuto y no se dejaría engañar fácilmente. Pero Lucerys también era inteligente y no se rendiría sin luchar. Estaba decidido a proteger a su hijo y darle la vida que se merecía.

"No puedo esperar a que mamá conozca a Rhaegar", mencionó Lucerys mientras observaba a Rhaegar dormir plácidamente en sus brazos. Lucerys no era estúpido, conocía a Aemond como la palma de su mano y sabía que él no cumpliría con su promesa de dejarlo libre.

Sin mediar palabra, Aemond alzó una mano y acarició suavemente el rostro de Lucerys. Sus dedos recorrieron cada facción con delicadeza, como si estuviera componiendo una obra maestra sobre una fina tela de seda.

Aemond sintió un impulso irreprimible, sus labios ansiaban el contacto con los de Lucerys. Sin pensarlo dos veces, se inclinó hacia adelante y su boca encontró la de su sobrino.

Fue un beso feroz y apasionado, cargado de la electricidad que emanaba de su amor Lucerys. Los labios de Aemond se movían con destreza, explorando cada centímetro de los labios de Lucerys, dejando un rastro húmedo y atrevido a su paso.

La pasión consumía a Aemond, haciendo que su corazon latiera al unísono. El besos se volvieron más profundos y salvajes

"Lucerys, ¿por qué no escapamos juntos?", dijo Aemond aún cerca de los labios de Lucerys.

El corazón de Lucerys latía acelerado ante la propuesta tan inesperada de Aemond. Sabía que no era algo fácil de hacer, pero el amor que sentía por él era tan fuerte que estaba dispuesto a intentarlo.

"¿De verdad crees que podríamos?" preguntó Lucerys, mirando a los ojos de Aemond en busca de una respuesta convincente.

Aemond acarició suavemente la mejilla de Lucerys y sonrió. "Sé que no será fácil, pero lo que tenemos es más fuerte que cualquier obstáculo que se nos presente. Podemos escapar juntos y construir una vida lejos de todo esto", susurró.