Capitulo 8: No te rindas Lucerys

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El joven volvió a caer en la nieve, inútilmente intentó levantarse, pero nuevamente cayó. Bufó frustrado y, a su vez, avergonzado, ya que los demás se reían. Él nunca había dormido en el arte de esquiar en nieve, sin embargo, fue obligado a participar. Al cabo de unos diez minutos, lo ayudaron a levantarse y limpiaron su ropa. Se sorprendió al sentir un tirón en su brazo y notó que faltaba su presencia. El hombre observó a su alrededor para asegurarse de que no fueran vistos, estaba molesto por las torpezas del chico, por lo que le otorgó una pequeña bofetada y provocó que los lentes del joven cayeran.

"¿Qué estás haciendo? No llames la atención con estupideces", dijo molesto y autoritario. El adolescente se estremeció de miedo y rápidamente fue empujado para que recogiera los lentes. El joven sabía que la paciencia del hombre se estaba acabando.

"Lo siento, tío". El único ojo del hombre se abrió grande, apretó la mandíbula e inmediatamente golpeó la pierna del chico.

"No me llames así". Exhaló contenido las ganas de gritarle y golpearlo hasta el cansancio.

"Es que necesitaba ir al baño y estaba distraído", explicó creyendo en su mentira. Obviamente, llamó al hombre de ese modo porque sabía que se molestaría y lo dejaría ir al baño para no golpearlo allí mismo.

"No tardes demasiado. Tienes diez minutos". Asintió y se alejó lentamente, aunque quería correr lo más lejos posible del hombre. Antes de continuar, escuchó su nombre y volteó. "Obedéceme".

Con solo diez minutos a solas, estaba maravillado, deseando permanecer en el baño y nunca volver con su tío. Sin embargo, no tenía escapatoria y lo encontraría rápidamente. Al salir del baño para dirigirse al lavabo, contuvo el aire al encontrarse con una persona. Disimuladamente lavó sus manos y tocó el hombro de la persona.

"Por favor, ayúdame. Soy Lucerys Velaryon y fui secuestrado a los diez años... por..."

Se calló al sentir una mano en su hombro, lo había descubierto y seguramente sería castigado por su intento de pedir ayuda.

"¿Dónde te habías metido, cariño?" Exclamó Aemond con una siniestra sonrisa. Él contenía su furia y quería golpear al adolescente.

"Yo..."

"Lo siento, mi omega espera un bebé y estaba un poco apurado". Aemond rodeó su brazo en la cintura de Lucerys, algo que siempre hacía para lastimarlo. "¿Verdad?"

"Sí", respondió Lucerys.

Lucerys sintió una opresión en el pecho cuando la persona los dejó solos.

"Ah, Lucerys, tendré que castigarte".

A rastras, Aemond llevó a Lucerys a la habitación del hotel. Allí, había una mesa adornada con bellas rosas y comida. Lucerys, nervioso, volteó para explicarle a Aemond que no había intentado escapar, pero fue recibido con un golpe en la mejilla que partió su labio.

"Aemond", balbuceó Lucerys retrocediendo aturdido hasta chocar con la mesa.

Aemond lucía tranquilo,
cuidadosamente tomó una copa de vino y la arrojó en el rostro de Lucerys.

"¿Por qué arruinas todo?", exclamó Aemond mientras levantaba a Lucerys y lo sentaba en la mesa. "Yo soy bueno contigo y tú eres un malagradecido".

Lucerys lloraba mientras Aemond le propinaba dos bofetadas en cada mejilla.

"¡Pídeme perdón por hacerme enfadar!", exigía Aemond.

"Lo siento, Aemond", dijo Lucerys con las lágrimas agrupadas en sus ojos.

Aemond observaba con satisfacción el desespero en los ojos de Lucerys. Disfrutaba cada momento de humillación que le imponía a su pareja, saboreando el poder que tenía sobre él. Era un ser sádico que encontraba placer en destruir cualquier atisbo de autoestima que Lucerys pudiera tener.

3096 días [Lucemond]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora