Capítulo 18

1.2K 76 3
                                    

Adam

No sé si ya me volví loco después de todo lo que me ha pasado en este último mes, pero me parece que Bruno nos a saludado, a su tosca manera, pero creo que de alguna manera nos ha saludado.

Hace dos días que ni me cruzo con él y de repente me pide que le lleve el pedido que le va a llegar a su despacho, en fin, quién sabe que pasa por la cabeza de ese imbécil.

Aún que tengo que ser honesto conmigo mismo, Dom y mi hermano no están aquí hoy por casualidad. Estoy cansado de pasar tiempo solo sin hacer nada en este inecesariamente enorme piso de lujo.

Se entiende que cuando alguien se muda busca un lugar espacioso, pero es que éste piso es tan grande que me ha permitido perder de vista a Bruno durante dos días.

Tiene terraza, con piscina, como no, también tiene tres baños para visitas y uno privado en cada habitación, ya me dirás tú para qué tanto baño, pero bueno, además de eso tiene cinco habitaciones, todas decoradas de distinta forma, pero a la vez cuadrando perfectamente con la estética de la casa, también tiene una enorme sala de estar y cocina, un salón de juegos que descubrí ayer por casualidad investigando la casa y además de eso el despacho de Bruno, que al igual que la casa, es inmenso, pobrecito el niño, será que no tiene espacio.

Al único lugar de la casa al que había evitado entrar desde aquel fatídico día era el cuarto de Bruno, no quería saber nada de él, ni de aquel día, suficiente tenía con vivir de por vida con esta dichosa marca que yo nunca pedí.

Una vez acabé de cocinar, serví los platos y los llevé a la mesita del salón para sentarnos allí a comer en el sofá.

Estábamos hablando animadamente hasta que se me pasó una pregunta por la cabeza.

- Por cierto Dom, ¿De qué se conocen Max y tú?- pregunté atento mientras disfrutaba de mis spaghetti al pesto.

- Es el irritante vecino del que os hablaba- vaya, pues si que tiene que llevar una vida de locos Max.

Dom lleva quejándose desde que se mudó de que tiene un vecino que día si día también monta algún escándalo, si no es una fiesta, es una cita, si no es una cita, es una ex furiosa, pero la cuestión es que nunca hay silencio en esa casa.

De pronto el timbre de la puerta de abajo sonó y fui a abrir, al parecer el pedido de Bruno ya había llegado.

- Si, si, suba- dije antes de colgar el teléfonillo.

Pocos segundos después el repartidor llegó, no tuve que darle nada ya que al parecer Bruno ya había pagado al hacer el pedido. Tras entregarlo el beta que hizo el reparto se fue.

- Bueno chicos, ahora vengo, voy a llevar esto- ambos asintieron al ver la bolsa de papel en mis manos.

Caminé aferrándome a mi falsa decisión hacia el despacho de Bruno, el cual estaba al final de la segunda planta. Una vez allí llamé a la puerta varias veces, pero sin embargo nadie me abrió. Giré el pomo de la puerta para ver si estaba abierta y efectivamente estaba sin pestillo.

Cuando entré pude ver una imagen que nunca había visto, ni me esperaba ver. Bruno se había quedado dormido en el escritorio.

Muy a mi pesar debía admitir que esa imagen me transmitía cierta ternura, me recordaba a mi los días previos a un examen.

Procurando que no se diese cuenta de mi presencia me acerqué a él y dejé la bolsa sobre su escritorio.

Me iba a ir cuando de pronto sentí una mano al rededor de mi muñeca aparentando con fuerza.

Cuando miré hacia atrás vi a Bruno mirarme como si me quisiese devorar y en automático pensé: tengo que salir de aquí.

De repente se levantó posicionándose detrás de mí y me abrazó para que evitase escapar.

MÍO [𝘖𝘔𝘌𝘎𝘈𝘝𝘌𝘙𝘚𝘌]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora