02. MARGARET

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LA BRISA DE LA NOCHE PODÍA SENTIRSE a través de la ventana semi abierta.
Con mucha lentitud y cansancio Margaret salió de su cama para dirigirse hacia su objetivo.

- Mierda... - mencionó en voz alta al golpear el pie con el soporte de la cama - Maldita... - ahogó sus palabras al recordar que compartía habitación con una compañera. Sintiéndose aliviada al ver que esta simplemente se movió para acomodarse mejor.

Sonrió levemente luego de cerrar la ventana, sin embargo, aquel golpe había espantado todo rastro de sueño.

Analizando detenidamente la situación, optó por tomar su sudadera y salir a hurtadillas del dormitorio.
Aquello se sentía como una de las travesuras cuando estaba pequeña, la diferencia era que, aquello no era una travesura y mucho menos era pequeña.
Esta sabía que pasada determinada hora, los estudiantes podían estar en todos lados, menos en salones, biblioteca, comedor, etc.

Por lo que muy poco le importaba, simplemente le pareció buena idea caminar hacia su salvación.
Agradecía que la biblioteca estuviera cerca de su dormitorio y que aún no fueran tan estrictos como para poner una alarma contra intrusos.
Aunque, considerándolo bien, muy pocas personas estarían en la biblioteca como ella.

Con la linterna de su móvil, alumbró el camino, sonriendo entusiasmadamente ante la inmensa cantidad de libros, por lo que no perdió tiempo y comenzó a caminar por los grandes pasillos para encontrar alguno que le llamara la atención.

Rodeada de tantos libros, su mente parecía procesar lentamente aquel acontecimiento.
Por lo que esta se detuvo al mirar un libro sobre lo paranormal.
Esta rió levemente, le parecía un tanto extraño, ya que nunca había leído algo parecido pero sin duda, el nombre llamaba su atención.

No podía negarlo, una extraña sensación e interés se apoderaban de ella con tan solo mirarlo, por lo que, instintivamente, esta alzó el brazo para tomarlo, de no ser por la presencia de una extraña luz y unas manos envolviendo su cintura y boca.
Esta pataleaba y emitía sonidos imperceptible con tal de ser liberada, podía sentir su cuerpo arrastrarse con facilidad alrededor de los pasillos hasta que los movimientos se detuvieron al sentir su espalda chocar contra un anaquel.

Esta miró sorprendida a la persona que la mantenía sometida. Aquel compañero de la habitación de Chris, aún cubría sus labios mientras hacía una seña a esta para que guardara silencio.
Tal vez era el espacio reducido, que sus cuerpos se encontraban demasiado juntos como para desaparecer el preciado espacio personal.
Margaret podía sentir sus latidos aumentar mientras aquel chico esbozada una sonrisa y respiraba agitadamente.
No podía negarlo, era demasiado atractivo y los ojos y la sonrisa que complementaban sus rostro, lo convertía completamente en alguien encantador.

- Hola... - murmuró luego de asegurarse que el vigilante, que los acechaba, había desaparecido.
En aquel instante el cerebro de Margaret pareció no responder a un simple saludo.

- Mmm... - mencionó torpemente al sentir la falta de aire.

- Lo siento - confesó al percatarse que aún estaban en aquella posición - lamento si te he asustado. No fue intención. Pero te llamé repetidas veces y no hiciste caso.

La castaña frunció el ceño mientras se preguntaba cómo este había conseguido su número.

- ¡No!, ¡No!. No de esa manera - se rascó la cabeza al mirar cómo Margaret tocaba su móvil. En aque instante, la castaña deseó que la tierra se la tragara - Te vi caminando por los pasillos pero no me atreví a hablarte porque... no sé tu nombre - comentó apenado - y luego vino el guardia, no eres muy silenciosa que digamos - aquello hizo que Margaret riera levemente, como señal de nerviosismo y vergüenza.

- Gracias, supongo... - confesó. Agradecía severamente que lo único que iluminaba la biblioteca fuera la luz de la luna. De lo contrario, Margaret estaría severamente " muerta " como suele decir.

- Dalton - comentó este al intuir que la castaña esperaba oír su nombre mientras extendía su mano hacia ella.

Margaret rió ante ello; y por un breve momento, el castaño se sintió torpe, al preguntarse si aquello había sido demasiado formal. Sin embargo, este se sintió aliviado al sentir cómo la chica envolvía su mano en un agradable y cálido saludo.

- Cierto... - comentó.

- Nos conocimos en mi habitación, cuando Chris hizo que tropezaras, fue algo gracioso... - aquello había salido tan rápido y natural, que Dalton no tomó sentido de sus propias palabras.

Margaret se ruborizó completamente, sintiendo unas inmensas ganas de huir del lugar.

- Yo, quiero, decir... - intentó hablar una solución para aquel bochornoso momento - No es que, lo que te pasó fuera gracioso, o sea, sí pero, no es causes risa, lo que quiero decir ... Dios... - expresó al ver que con más palabras que salían de su boca, más bochornosa se volvía la situación.

A Margaret le sorprendía cómo aquel chico pudo lucir atractivo durante cinco minutos y convertirse en un manojo de nerviosismo. Sin duda, le sorprendía pero no podía negarlo, ella también era así.

- Dalton - esta lo llamó, provocando que la mirara arrepentido - Déjalo así - confesó luego de escuchar las torpes disculpas que este daba. El castaño asintió, no muy convencido, antes de quedar en absoluto silencio.

Ambos se miraban entre sí, aunque ya no sabían qué más decir, tampoco sabían cómo alejarse del lugar.

- Lo siento - murmuró apenado.

Margaret negó con la cabeza, por lo que antes de que pudieran hablar, de nuevo la puerta de la biblioteca se abrió de golpe mientras el mismo guardia, junto a su compañero entraban al lugar.

- Escuché ruido por aquí - comentó el guardia, donde en un principio se encontraba Margaret.

La castaña como reflejo, tomó a Dalton para que se hincara pero este no era muy bueno con su equilibrio en aquel momento, lo que provocó que este cayera al piso, Dalton emitió un quejido por lo bajo al recibir el mayor golpe pero agradecía que su cuerpo lo haya amortiguado, significando qué no había ruido alguno, sin embargo, este se llevó consigo a Margaret, quien rápidamente se levantó al caer sobre el cuerpo de Dalton.

Un extraño ruido surgió al extremo de la biblioteca, por lo que ambos se escabullirse, a través del piso, para alcanzar la salida más cercana.

- ¡Por aquí, ven! - se escuchó, acompañado del tintineo de las llaves, de ambos guardias, corriendo por los pasillos de la biblioteca.

Ambos agradecieron por aquella oportunidad, que no desperdiciaron ni un segundo en correr fuera de la biblioteca, rumbo a sus habitaciones.

Estos, jadeantes, suspiraron de alivio al llegar a su edificio.
A Dalton le pareció linda la sonrisa de la chica, por lo que no pudo evitar sonreír.

- Eso fue divertido - expresó.

La castaña asintió sin poder interpretar lo que sucedía.

- Creo que será mejor irnos a dormir, tenemos clase temprano - comentó este, sin saber qué más decir - Hasta mañana... - concluyó antes de dirigirse a su habitación.

- Margaret... - mencionó la chica, deteniendo su paso, provocando que Dalton la mirara confundido - Mi nombre es Margaret... - este asintió antes de sonreír levemente, ocasionando que esta, también lo hiciera.

❝ Margaret, lindo nombre ❞ pensó.

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MIDNIGHT CLUB ━ DALTON LAMBERTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora