EXTRA. DORADO COMO EL DÍA

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CORRER NUCA HABÍA SIDO UNA BUENA opción para Margaret. La vida, un tanto sedentaria, resultaba satisfactoria. Pero, ¿qué podía hacer cuando se trataba de Dalton Lambert?.
La luz del día impactaba contra su rostro mientras que el esfuerzo físico, hacía que pequeñas gotas de sudor se acumularan en su frente.
Esta se dejó caer en el pasto, cuando el chico decidió que era buena idea detenerse.
Dalton rió, de manera burlesca, ante ello, sentándose justo a un lado de Margaret.

— ¿Qué es eso tan importante que querías decirme y que no podía esperar más tarde? — preguntó la chica en un jadeo, sintiendo el aire fresco impactar contra su rostro.

Dalton la miró pensativo, perdiéndose en aquellos ojos cafés que tanto le gustaban.

—  Creo que lo he olvidado — comentó con seriedad. Sin embargo, dejó escapar una sonrisa al mirar el rostro de Margaret mientras, esta golpeaba juguetonamente su brazo.

La chica rodó los ojos, logrando adquirir la fuerza suficiente para sentarse.
Dalton frunció el ceño al ver cómo esta buscaba en su mochila.

— Ahora podría estar haciendo mi ensayo sobre los géneros literarios, para que más tarde nos reunamos con Chris — expresó, arrugado la nariz.

Tres largos meses habían transcurrido desde que la paz y tranquilidad reinaban el hogar de los Lambert pero sobretodo en la vida de Dalton. Margaret, durante ese tiempo, pudo trasladarse a la carrera de Literatura, luego de muchas súplicas, movimientos e incluso regaños por parte del rector, aunque este se mantuvo firme de que la chica debía esperar un año para estudiarla, sus excelentes calificaciones  y un padre comprometido a mejorar su relación con su hija, fueron el as bajo la manga. Y, aquello para Margaret, había sido la mejor decisión que había podido tomar.

— ¿Quieres que te ayude? — la chica negó con una sonrisa, sin poder apartar los ojos del castaño.

— Pero, sí necesito algo de ti — Dalton frunció el ceño — Necesito que sonrías — este rió ante tal petición — es para una tarea
— contestó al ver la confusión en el chico antes de tomar una fotografía. Dalton, juguetonamente asintió.

— Era broma... —  mencionó luego de un largo silencio, aquello llamó la atención de Margaret — no olvidé lo que iba a decir.

Ahora era Dalton quien buscaba en su mochila, Margaret dejó a un lado su portátil para mirar cada minúsculo movimiento del chico.

— He hecho esto para ti — confesó ruborizarse mientras extendía una pequeña pintura a Margaret.

La chica entrecerró los ojos divertida mientras soltaba una pequeña risa de asombro ante lo que sus ojos veían.

— Es increíble... — confesó, admirando cada detalle. Ambos se encontraban plasmados en aquella pintura. Los colores, la textura y los trazos, todo congeniaba a la perfección, resultando atractivo — ¿A caso, quieres hacerle competencia a Van Gogh?.

— Lo dudo mucho — respondió riendo mientras acomodaba su cabello detrás de la oreja.

Margaret aún mantenía una sonrisa en su rostro, aquella pintura sin duda le obligaba a mirarla, pensando que tenía algo llamativo, que le hacía no poder dejar de apreciarlo.
Mientras Dalton miraba las facciones de la chica, examinando las posibles emociones que podría desatar aquello, mientras su pecho palpitaba con fuerza y el nerviosismo se apoderaba de sus manos.
Este tragó en seco ante el rostro de Margaret.

— ¿Por qué dice ❝  dile sí al cielo ❞? — preguntó, posando sus ojos en Dalton.

El chico tragó en seco, sintiendo cómo el nerviosismo parecía querer arruinar sus planes.

— Estos tres meses han sido los mejores días de mi vida. El que me permitieras pasar más tiempo contigo, sin duda ha sido un privilegio. Desde que te conocí, sabía que quería mantenerte en mi vida... no sabía cómo, ni cuándo — rió con nerviosismo — pero sé que, desde el día familiar, lo que sentía por ti, fue en aumento. Sin duda, conocerte y tratarte, no quería tomarlo a la ligera. Esperar un poco ha válido la pena cada día, también espero que tus sentimientos por mí, no hayan cambiado.
Si me ha tomado tanto tiempo, no es porque no quisiera, solo quería encontrar el momento adecuado pero, siendo sincero, cualquier día era el adecuado mientras estuviera contigo — pausó, respirado con rapidez, antes de tomar las manos de Margaret — Un día, dije que tú hacías que el amor se sintiera dorado. Pero también, se siente como estar en el cielo.  Siempre te mantengo en mi mente, siempre estás presente, aunque estemos lejos.

— ¿Dalton? — preguntó la chica con una sonrisa.

— Ya no quiero ser solo tu amigo... quiero ser, una de las personas que te hagan feliz, quiero ser algo más en tu vida, si me lo permites. ¿Puedo... — ambos rieron ante aquella palabra — ser tu novio?.

La sonrisa de Margaret se desvaneció mientras el silencio abrigaba el lugar.
Luego de aquel día, ambos mantuvieron su amistad pero los sentimientos se mantenían vivos. Este optó por no presionarla, en especial cuando Margaret había sido una de las más afectadas ante su reciente habilidad y trágico pasado.

— ¿Puedo besarte? — preguntó la castaña, alzando las cejas. Este asintió con lentitud — Entonces es un sí — respondió antes de acercarse al chico, tomando su rostro entre sus manos, y uniendo sus labios en un cálido y delicado beso — Espera... — esta se alejó centímetros del chico mientras la miraba confundida — ¿A caso es por la canción de  Lana del Rey? — preguntó, luego de un corto silencio.

Dalton rió ante ello, antes de tomar su rostro y besarla nuevamente.

— ¡Mis padres! — gritó Chris mientras aplaudía — ¡Vivan los novios! — festejó, haciendo que ambos chicos se separaran.

Dalton, imaginariamente, lanzó un objeto, logrando que la morena se asustara.

— Le diré a Foster de la noticia. Evidentemente me debe cincuenta dólares — expresó sentándose a un lado de estos.  Dalton rodaba los ojos.

Esta entretenida escribía en su móvil, mientras el ojiazul miraba a Margaret.
Sin embargo, este desvió la mirada al escuchar  su móvil sonar.
La llamada entrante de su madre, hizo que mirara confundido a Chris.

— ¿De verdad tienes el número de Foster? — preguntó extrañado.

— ¿Qué? Si algo ridículamente te sucede, debo contárselo a alguien — tanto Margaret como Dalton la miraron ofendidos — Megs, tú ahora eres novia de Dalton, él no querrá que te cuente sus momentos bochornosos, así que no cuento contigo.

La castaña hizo una mueca, provocando que estos rieran.

— Iré a contestar. Ahora regreso. Y tú... — señaló a Chris — deja de apostar con mi hermano, sobre lo que me sucede.

Margaret rió ante la imitación que Chris hacía sobre Dalton.
Pero no podía negar, que estar junto a ellos, se sentía bien, se sentía como un nuevo hogar.

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Mi último regalo para ustedes.
Lqm, bye.



MIDNIGHT CLUB ━ DALTON LAMBERTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora