15. LA MADRE DE MARGARET

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SUPONER QUE LA TRISTEZA desaparecerá pronto, es la mentira más grande que puede existir.

Margaret bajó del auto, ante sus pies se encontraba la casa, donde vivió gran parte de su niñez.
Tanto su padre como ella caminaron hacia la puerta, este le dio acceso primero, notando que no había gran cambio en el interior.

— Puedes dejar tus cosas en tu antigua habitación. Dentro de poco iremos al cementerio — Margaret simplemente asintió.

Sintiendo la nostalgia invadir su cuerpo ante el pequeño recorrido hacia su habitación. Rió levemente al notar que aún se mantenían sus garabatos plasmados en la pared.

Su corazón se estrujó al mirar su habitación intacta, no podía recordar con fluidez pero podía sentir que todo seguía exactamente igual.

— Tu madre la conservó así — murmuró un hombre detrás de ella, logrando sobresaltarla — Tenía la esperanza de que volverías a verla.

Aquellas palabras ardieron en su pecho antes de mirarlo. Una sonrisa genuina se plasmó en su rostro, provocando que esta sonriera entristecida.

— Sé que lo que hizo es algo difícil de procesar pero, puedo asegurarte de que se encuentra mejor, ahora — las palabras de aquel hombre parecían reconfortantes —
A ella no le gustaría que te concentraras en el pasado.

Margaret asintió.

— ¿Cómo es que sabe tanto de mi madre? — preguntó con incertidumbre.

Este suspiró, guardando las manos en su bolsillo.

— Yo estuve con ella en sus momentos más difíciles — la castaña jadeó, sintiendo cómo una que otra lágrima resbalaba a lo largo de su mejilla al escuchar aquello de otra persona — Ella fue como una hija para mi.

— ¿De verdad estabas muy mal? — preguntó en un susurro.

El hombre la miró por unos segundos.

— Yo no lo diría así, veo que tu padre no te ha dicho nada... — aquella plática fue interrumpida ante los llamados al padre de Margaret — Creo que es momento.

La castaña sonrió levemente mientras lo miraba. No hubo necesidad de preguntar.

— Carl, mi nombre es Carl.

Esta asintió mientras desencendían las escaleras.

Los funerales nunca fueron de su agrado. Mirar a las personas llorar, melancólicas o afligidas, causaban un sentimiento desagradable en su interior. Pero no podía negar que, en el fondo así se sentía.

Podía ver entre la multitud, rostros desconocidos, a su padre con aquella mirada dura, sin expresión alguna y a Carl afligido.

Este la miró por un momento y sonrió suavemente.

MIDNIGHT CLUB ━ DALTON LAMBERTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora