26⋆

6.1K 540 151
                                    


—Extraño a los chicos.— sollocé mientras me sentaba junto a Tom.

Mudarme con Tom sin duda había sido una muy buena desición, teníamos una casa hermosa que se ajustaba a todo lo que ambos queríamos; sin embargo, la ausencia de los chicos me estaba afectando más de lo que creía, los extrañaba más que nada.

—Es normal, linda.— rodeó mis hombros con su brazo— Pero mira esto— repasó con su mano libre todo el precioso jardín que nos rodeaba— Es lindo tener algo para nosotros dos ¿No crees?

—Si... Pero fueron muchos años con ellos, es raro ahora no tenerlos a diario.— recosté mi cabeza en su hombro. La nostalgia me consumía por completo cada vez que recordaba los momentos que tuve viviendo con cada uno de ellos.

—¿No extrañas Alemania?

—Ni un poco.— negué rápidamente con la cabeza— Tarde o temprano terminaría saliendo de allí— alcé mi vista para mirarlo, sintiéndome algo confundida por su pregunta— ¿Tú si?

—A veces.— se encogió de hombros— Si te soy honesto, jamás pensé que mi vida aquí llegaría a ser tan magnífica.

—¿Ah, sí?— asintió— ¿Por qué?— me reincorporé en mi lugar para mirarlo fijamente.

—Bueno... porque tengo una hermosa novia, que pronto... quizás... será mi esposa y tendremos una hermosa familia.

—¿Cómo que quizás?— me incliné hacia atrás, mirándolo llena de indignación.

—Era broma.— juegueteo con su índice sobre la punta de mi nariz— Serás mi esposa, eso es un hecho.

Me sentía extraña, una parte de mí estaba feliz de saber que mi vida se estaba tornando tan estable, pero a otra... Le faltaba algo, no me permitía sentirme plena, no desde la última charla que tuve con Georg.

[…]

—Necesito hablar contigo.— se recostó contra las puertas del ascensor.

—¿Sobre qué?— lo miré confundida, era extraño que él hablara con tal seriedad.

—Meg, yo... Yo quiero volver a hablar con mamá.— se acercó a mí, me tomó delicadamente por los hombros— Yo sé que están pasando muchas cosas ahora... Se acerca la boda de Gustav, te mudaste con Tom, todo eso, pero...

—Yo igual.— solté abruptamente, sin siquiera pensarlo dos veces. Me miró sorprendido.

—¿Estás segura? Meg, llevo semanas pensando en esto. De verdad quiero aclarar las cosas con ella.

—Georg, yo... Yo también quiero hablar con ella.— recordar a Lydia no me alegraba en lo absoluto, realmente ya no me generaba nada, pero aún así necesitaba escucharla, intentar entender la razón de su actuar— No quiero tenerla en mi vida, pero quiero entenderla.

—¿Deberíamos invitarla a casa?— subimos al elevador, ambos cargabamos con la misma seriedad, quizás confusión, o arrepentimiento por sacar a flote el tema de nuestra madre.

—Creo que es lo mejor, de cualquier forma, si las cosas se salen de control es mejor que solo lo sepamos nosotros.— me encogí de hombros. No quería darle muchas vueltas al asunto y terminar reviviendo el odio que sentí por ella.

—No quiero vivir lo mismo que hace años... ¿Crees que haya cambiado?— un silencio consumió la habitación. La respuesta, al menos por mi parte, era un rotundo no— Yo tampoco.

[…]

—¿Aún piensas en Lydia?— preguntó Tom, haciéndome regresar de golpe a la realidad— Entonces es un hecho que la verán.

𝐀𝐃𝐃𝐈𝐂𝐓𝐄𝐃 𝐓𝐎 𝐘𝐎𝐔 | 𝘛𝘰𝘮 𝘒𝘢𝘶𝘭𝘪𝘵𝘻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora