Veo el color del fuego en ti

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El encuentro que tuvo con el pelirrojo para el día anterior no había tenido tanta profundidad como le hubiera gustado, la verdad es que luego de ese corto intercambio de palabras, no hubo mas. Justo ahora se encontraba almorzando con Oda en la pequeña mesa de la cocina.

Dazai estaba con el brazo sobre la mesa con su mano en su mejilla, estaba revolviendo la comida divagando en pensamientos. El hablar de su hermano lo hizo salir de su trance.

—Ayer, mientras estaba dando vueltas por el pueblo me tope con una tienda de helados, deberías ir — Dazai alzo su mirada  y dijo — ¿Es así? 

—Si, ¿quien no querría un helado hoy con este sol? — Dazai alzo la mirada de su plato y sonrió —¡Eso es! ¡Oda, saldré, volveré por la tarde!

Oda no tuvo tiempo a responder cuando se dio cuenta de que su hermanito ya había salido corriendo por la puerta, apenas y avanzando a coger algunas monedas. No pudo evitar sonreír con alivio; estaba preocupado por todo el estrés que le causaría la llegada del rey a la fiesta, hace días que lo veía bastante decaído, pero parece que no tendría que preocuparse de mas. Termino por recoger los platos de la mesa.

—Dos helados de vainilla, por favor — El castaño parecía impaciente por recibirlos a lo que la anciana señora que lo atendía rio, comparándolo con un niño pequeño. 

Mientras estaba esperando por el helado avanzo a oír a lo lejos a unas mujeres hablar  — ¿Oíste? Dijeron que uno de los negros de La Dama intentaron escapar por la noche, dicen que ya los capturaron y están siendo castigados  — La otra mujer que estaba a su lado abanico mas fuerte tapando su boca y dijo  — ¿Que tipo de castigos?

 —Dicen que tiene la espalda destrozada por tantos latigazos  — Terminando de decir eso las dos mujeres empezaron a reír y cuando vieron a Dazai no dudaron en cambiar sus miradas a miradas coquetas.

Ambas mujeres llevaban coronas de flores. Dazai sonrió hacia ellas como si fuera bueno, ellas rieron coquetas, pero en lo único en lo que pensaba Dazai era en que no merecían esas flores.

La señora se acerco y le dio los helados, por fin.

El sol estaba siendo fuerte el día de hoy y a Chuuya no le vendría mal un helado. Dazai corría por las calles lo mas rápido que podía para llegar antes de que el helado se empezara a derretir, llegando a los campos empezó a buscar con la vista un gran sombrero de paja, allí estaba. Corrió hacia el —Oye, Chuuya, tienes que coger esto rápido y comerlo antes de que empiece a derretirse — El pelirrojo giro y miro la cara agitada del mas alto — No, no puedo.

No espero que el castaño cogiera uno de los helados que cargaba en las manos y se lo metiera en la boca — ¡Adelante, no te avergüences y come, son deliciosos! — Si Dazai quería empezar a hablar mas con la gente de aquí entonces tendría que evitar retraerse y quedarse en una esquina sentado, necesitaba actuar.

Un hombre que trabajaba arando el camino al lado del de Chuuya observo a Dazai y luego al otro helado que aun llevaba consigo. Dazai pareció notarlo y entonces dejo por un momento a Chuuya para ir donde el señor —Buenas tardes, señor, tome — Dazai extendió el helado hacia el hombre quien parecía desconfiado, pero se veía tentado.

—Adelante, tómelo, debe ser agotador trabajar bajo este sol sin agua o algo fresco  — Manipular era malo y su hermano siempre se lo había dicho, por eso intentaba no hacerlo, pero al ver al hombre titubear, era necesario  — Si no lo toma, se derretirá.

El hombre que ya estaba tentado a tomarlo, lo tomo. Clavo su herramienta de trabajo en la tierra y acomodo su sombrero para empezar a degustar el alimento — Gracias, joven.

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