Sin arrepentimientos

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Chuuya estaba acostado en la litera de paja, algo incomodo por lo dura que solía ser. Recordó las palabras de Vega y la miro, ella estaba abajo hablando de algo con Sinhue, el lugar estaba oscuro y lo único que mantenía una luz era una pequeña lampara. 

Se permitió dudar, se permitió pensar y llegar a una conclusión: mañana, cuando viera a Dazai le diría que si, que quería estar con el. Estaba algo avergonzado y ansioso por el mañana. Se estaba quedando dormido cuando escucho como la puerta cayo debido a un fuerte golpe.

Se levanto rápido y vio como habían varios caballeros y el cura en la puerta, los caballeros parecían buscar a alguien y cuando uno de ellos lo vio lo tomo de los cabellos y lo halo desde el alto de la litera provocando que cayera bruscamente. Sinhue se acerco a el para impedir que se lo llevaran, pero otro guardia se acerco a el y empezó a golpearlo. Chuuya intento zafarse para ayudar a Sinhue, pero solo termino noqueado.

A duras penas y avanzo a escuchar lo que dijo uno de los guardias  — ¡Ya lo vieron, quien intente interponerse recibirá el mismo o un peor castigo!  — Durmió todo el camino.

Por un momento todo se volvió negro, pero luego ahí estaba.

Sus manos eran las de un niño. No pudo ver su rostro, pero allí estaba, viendo sus pequeñas manos y sus pequeños pies. El entorno en el que se encontraba era blanco, daba miedo, de nuevo estaba solo. Se abrazo a si mismo, se hizo bolita.

En aquel lugar de fondo blanco había viento, tanto que Chuuya empezó a temblar, se aferro a sus telas lo mas que pudo, pero cuando se fijo, no tenia nada.

Odiaba estar solo.

Una mano toco sus rodillas y por inercia levanto su rostro. Vio a aquella mujer de cabellos rojos y entonces el lugar donde estaban cambio, ya no era un fondo blanco, ahora están donde solía ser su habitación. El llevaba ropa, la ropa cara que su madre solía ponerle, se sintió cálido.

La mujer lo tomo en brazos y empezó a cantar una canción mientras lo arrullaba  — Si pudiera comenzar a ser, la mitad de lo que piensas de mi... —  Boto lagrimas silenciosas y escondió su rostro entre la unión de su cuello y hombros. La mujer empezó a acariciar sus cabellos.

 —Podría hacer cualquier cosa, incluso podría aprender a amar.. 

Chuuya intento escuchar mas allá de eso, pero fue imposible y ni siquiera sabia por que quería escuchar mas, siente como si olvido algo.

La mujer ubico a Chuuya en un pequeño mueble de madera cerca de la ventana que tanto amaba Chuuya. Lo sentó y empezó a peinar sus cabellos, con una voz agraciada y suave hablo — Chuuya, ¿por que estas aquí?

Chuuya no respondió de manera rápida, en su lugar se tomo el tiempo para pensar. ¿Que hacia allí? ¿Por que no debería estar allí?

 —No lo se, yo...no lo se, siento que olvide algo — Fue sincero.

La mujer lo miro y sonrió, beso su frente y cabellos  — Amor, eres muy joven para estar aquí.

 Hubo un pequeño momento de silencio hasta que el pequeño Chuuya hablo —Pero yo quiero estar con mama, ellos fueron malos conmigo, no quiero volver, no me obligues a volver...— El pequeño apretó en sus pequeñas manos la tela del vestido de la mujer.

 —Oh, cariño, ¿no crees que estas olvidando a alguien?  —  El niño la miro. Estaba confundido porque no recordaba a nadie  — No lo se, no puedo recordar.

 — Tu madre te ha estado acompañando desde siempre, hijo  —  La mujer ubico su dedo índice en el pecho de Chuuya  —  Siempre estuve aquí, así que lo se.

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