Ese día Dazai apareció radiando una brillante sonrisa, los esclavos lo notaron y curiosos preguntaron el porqué de esta, a lo que el castaño solo negaba con su rostro. Chuuya lo veía a lo lejos con una sonrisa, ahora tenían bastante avanzado el terreno, unos pocos estaban terminando de usar las estacas y otros ya esteban empezando a sembrar las semillas.
Sinhue le pregunto a Dazai por la guitarra en su espalda a lo que Dazai dijo que quería practicar algunas notas — ¿Esto? Es para practicar algunas notas por diversión — Sinhue rio y pregunto si se la podía prestar a lo que el accedió — ¿Sabes? Cuando era joven solía tocarle música a mi enamorada para que ella bailara.
Dazai quedo sorprendido y pidió de favor que hablara un poco mas de ella, el dijo que justo en ese momento ella estaba trabajando en los campos de algodón, nunca pudo tener un bebe pero esto a el no le importaba, porque mientras estén juntos, todo estaría bien. Empezó a tocar canciones de ritmos alegres, muchos se acercaron y cogieron cualquier herramienta a su disposición para crear mas sonidos que acompañaran al principal. Muchos de los hombres presentes se acercaron y empezaron a bailar, algunos también cantaban.
Dazai también empezó a imitarlos y busco con su mirada a Chuuya, cuando lo encontró se dio cuenta que lo estaba mirando con una sonrisa, eso lo hizo sentirse algo nervioso, se acerco a Chuuya y lo halo — ¡Tienes que venir a bailar con nosotros! — Dijo Dazai. Chuuya empezó a burlarse sobre como Dazai bailaba — ¡Lo estas haciendo mal, es así!
Chuuya empezó a hacer movimientos sin coherencias y todos lo hombres rieron y tal vez también Dazai lo hubiera hecho, de no ser porque en serio estaba perdido en el hombre frente a el, no se quedo atrás y también empezó a danzar alrededor de Chuuya, ambos siempre buscando la mirada del otro y cuando estuvieron a punto de acercarse un poco mas, alguien grito.
—¡Pronto, todos a sus puestos, los cuidadores ya vienen! — Todos se movieron ágilmente, Sinhue puso la guitarra en manos de Dazai — ¡Muchacho, tienes que esconderte, pronto! — Dazai vio como el panorama cambio de un momento a otro y no podía moverse, no sabia que hacer, todos sus amigos estaban corriendo de un lado a otro y el estaba allí, sin mover un pelo.
Ni siquiera podía fingir que trabajaba, se darían cuenta. Una mano tomo la suya y lo guiaron hacia los arboles mas cercanos, lo arrojaron allí sin cuidado; cuando logro divisar quien era se dio cuenta que era el pelirrojo —¡Quédate aquí, no te muevas hasta que yo te avise! — Dazai lo único que pudo hacer fue asentir, aun cuando abrazaba con fuerza su guitarra.
Cuando logro sentarse para poder estar cómodo vio a los dos hombres, dieron una vuelta alrededor de los esclavos e hicieron algunas preguntas que fueron respondidas con un "si" o un "no", nada mas fuera de eso. Acercándose un poco mas logro escuchar los susurros entre los hombres. — ¿No crees que ellos han estado trabajando bien sin ser supervisados?
—También lo he estado pensando.
—¿Crees que sigan así si nos damos unos días mas? No creo que los jefes se enteren.
—Para hacer eso tenemos que dejar una advertencia, ¿no crees? Tu sabes que estas personas viven del miedo.
—Entiendo.
Dazai cerro los ojos con fuerza cuando escucho los gritos de aquel niño del otro día. Hasan estaba siendo azotado y nadie hacia nada. Quiso salir y ayudarlo, pero eso significaría mas castigo para ellos ¿Esto es lo que Chuuya ha estado sintiendo todo este tiempo? ¿Impotencia? No quería eso para Chuuya, ni para nadie.
Cuando vio que los hombres se fueron, el salió mas atrás corriendo a casa.
Quizás muchos lo juzgaron, no lo sabe, vio hombres acercarse a Chuuya y decir algo, pero no importaba. Corrió lo mas rápido que dieron sus piernas y tomo la caja de madera donde se guardaban las medicinas, volvió corriendo de regreso.
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Pueblo de Leyendas
FanfictionEl duque realizara una de las mas grandes fiestas que el reino haya podido contemplar. La fiesta, en honor a su adorada hija menor, quien pronto será presentada ante la sociedad, es por eso que necesitan al pianista genio del reino, Dazai Osamu. El...