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Quedan 10 días.

Nunca sabes cuándo te va a pasar algo traumático. Nadie te advierte explicándote cómo protegerte y eso te hace vulnerable. Te hace muy vulnerable.

El día empezó con normalidad. Amanda no paró, no importaba si su madre lo sabía o si los profesores estaban advertidos nada hacía que parara.

Y aunque en el fondo no lo admitiera, era duro ver como Ethan la trataba con cariño. No era culpa de él. Él no sabía lo que pasaba a sus espaldas, pero eso no hacía que el dolor fuera menos.

El profesor de matemáticas nos dejó de deberes hacer veinte ejercicios para el día siguiente. Según él eran fáciles, pero la verdad no sabría decir si era verdad o mentira porque nunca pude llegar a hacerlos.

Cuando llegué a casa mi madre tenía música a todo volumen mientras limpiaba las ventanas. Mi hermano estaba dentro de su habitación con nuestro primo, aunque no los veía porque tenían la puerta cerrada.

Entre en mi habitación y saque todo lo de matemáticas para empezar a hacerlo, pero antes de que pudiera mirar los ejercicios la puerta se abrió.

-¿Pasa algo?-Dije cuando vi a mi primo entrar a la habitación.

Él no contestó y cerró la puerta, lo cual se me hizo raro ¿Para qué la cerraba si se iba a ir ahora?

-¿Qué haces aquí?-Pregunte mientras iba separándome de la silla de mi escritorio.

-Tú sabes qué hago aquí.-Me dijo acercándose a mí.

-¿De qué hablas?-Me levanté asustada cuando vi que comenzaba a desabrocharse los pantalones.

-Sabes que quieres esto, venga.-Dejo caer sus pantalones al suelo y comenzó a quitarse el bóxer.

Yo solo pude retroceder hacia la puerta que daba al patio de mi habitación. Se quedó desnudo de cintura para bajo y comenzó a acercarse a mí.

-Ven aquí, sé que tú también quieres esto.-Comenzaron a salirme lágrimas al chocar contra la puerta y ver que no se abría porque la persiana lo impedía.

-¡Déjame! ¡No te acerques a mí!-Comencé a llorar asustada mientras estiraba el brazo hacia la persiana.-¡Mamá! ¡Mamá ayúdame!

-La tita no te va a escuchar con la música, ahora ven, esto te va a gustar, ya verás.-Exigió.

No sé cómo lo hice, pero abrí la persiana y con la mano que tenía escondida en mi espalda giré el pomo de la puerta consiguiendo abrirla. Salí lo más rápido que pude. Él estiró el brazo consiguiendo agarrar un pequeño mechón de mi pelo. Pero ahora que lo tenía tan corto se le escapó de los dedos.

Entre al patio agradeciendo que la puerta de madera estuviera abierta y me subí a una estatua de tortuga que había para poder subirme a la ventana de mi hermano.

-¿Qué haces?-Me pregunto mi hermano al verme saltar dentro de su habitación por la ventana.-Brooke, ¿Qué pasa?-Dijo al ver que casi no podía respirar.

-No dejes que me atrapé.-Susurre mientras me metía debajo de su mesa y me agarraba a su pierna buscando que me protegiera.

-¿Pero qué ha pasado?-Me pregunto mientras yo seguía debajo de la mesa.

-Por favor no dejes que lo haga.-No podía parar de llorar.-Me quiere hacer daño, no le dejes. Por favor, no le dejes hacerlo.-Seguía llorando cada vez más.

-¿Quién te ha hecho esto?-Dijo refiriéndose a mi estado.

-No dejes que se vuelva a acercar a mí.-Lloré mientras me abrazaba más a su pierna.-Él me dijo que yo quería, pero yo no quiero, no dejes que me haga daño.

Él solo me acarició la cabeza, intentó levantarse para ir a buscar a nuestra madre, pero no lo dejó, no quería que me dejara sola. ¿Y si volvía a por mí?

Tarde una hora en tranquilizarme, aunque seguía sin poder respirar bien. Le conté lo que había pasado y esta vez sin poder detenerlo, salió en busca de él. Pero ya se había ido hacía una hora, según mi madre. No se dio cuenta de que era la primera vez que se iba muy temprano. No sospecho nada de lo que había pasado.

Esa noche no dormí. Al día siguiente sí que lo hice y deseé no hacerlo. La misma pesadilla se repetía cada día. Él conseguía atraparme agarrándome por la espalda y me hacía todo lo que él quería.

No volví a cerrar la puerta de mi habitación. Y a partir de ese día empecé a estudiar en el comedor donde mi madre estaba siempre.

Él no volvió a intentarlo y mi hermano hizo como si todo estuviera bien, seguían jugando juntos y cada tarde yo suplicaba que no se acercará a mí.

Mi madre nunca sospechó nada.
Me decía que le diera dos besos o un abrazo para despedirme de él.
No le extrañó que dejará siempre la puerta abierta.
Que comenzará a estudiar en el comedor como siempre ella había querido.
Tampoco se dio cuenta de que no podía dejar que la gente me tocará.
Y de que mis ojos se estaban poniendo morados porque apenas dormía por miedo a que la pesadilla apareciera. Porque siempre lo hacía.

Él siempre volvía y conseguía atraparme una y otra vez hasta que conseguía despertarme, pero hasta al despertar parecía que nunca salía de la pesadilla.












Esta historia va a publicarse completa en un solo día.
Así que este mensaje se va a repetir en cada capítulo.

⚠️No olvidéis votar y leer los agradecimientos⚠️(Yo me los suelo saltar pero por esta vez es importante que una vez acabada la historia lo leáis.)

Disfrutad la lectura.🤍

255 días antes de ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora