XIII

1K 59 1
                                    

A mi ritmo de mujer lastimada me cambie de ropa cambiando esta por mi ropa de dormir y mi cabello suelto tan solo con una pequeña trenza

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

A mi ritmo de mujer lastimada me cambie de ropa cambiando esta por mi ropa de dormir y mi cabello suelto tan solo con una pequeña trenza. En la sala las chicas ya estaban listas para nuestra velada, incluida Lady Cromwell, Lizabeth quien había aceptado compartir una velada con nosotras. Si será mi cuñada, debo incluirla en mi vida poco a poco y claro conocernos más. Alessandro me había dejado clara sus intenciones con ella y quería conocerla más, asegurarme que fuera la clase de mujer digna de tener a mi hermano y por lo que había visto en nuestros breves encuentros, ella era una persona decente y por sobre todo no era alguien desagradable ni altanera.

Nos dejamos caer en los sofás, con sumo cuidado me tendí junto a Daphne quien no tardo en ayudarme a quedar recostada. Mientras compartíamos lo preparado y brindábamos por nuestra amistad, por lo afortunada que me sentía de haberlas conocido. Estaba emocionada, pues no esperaba tener amistades al llegar a esta ciudad. Y ellas habían logrado hacerme sentir en casa y querida. Cada una de ellas era parte de mi vida y valoraba cada segundo su amistad. Confiaba plenamente en todas.

Iniciamos con peinados algo alocados. Francesca termino con un peinado bastante curioso, alargado hacia arriba. Parecía un pino, incluidos los adornos que le habíamos puesto, se veía como un adorable árbol de navidad gracias a su pijama de color verde. Las chicas estabas divirtiéndose y por primera vez desde que las conozco se veían relajadas al no estar a la vista de sus hermanos que parecían halcones. Todas habíamos terminado con peinados exuberantes y con la cara cubierta de maquillaje y dulce. Apenas si había podido bailar al ritmo de la música, mi cuerpo dolía y moverme rápido era una completa tortura. Pero me estaba divirtiendo como nunca.

— Ahora, cuéntanos una de tus historias. – Dijo Eloise por tercera vez. Daphne estaba tras de mi trenzando mi cabello.

— Dios que insistente. Bien, lo hare. Pero sin escandalizarse niñas. – Solté una risa.

— Esto va a ser interesante. – Menciono Lizabeth.

— Bien, tomen una bebida y prepárense a escuchar. Les contare una historia de amor que las dejara con la boca abierta. – Respire profundo antes de tomar el libro a mi lado y buscar una parte en específica para leer. – El vestía de azul, era el color favorito de Magnolia, lo había sido desde que vio por primera vez los ojos de Demian. Como no amar ese color si desde que lo había conocido... lo veía en todas partes. Apenas sostuvo su mano un escalofrío recorrió su cuerpo y una nueva sensación se estaba apoderando lentamente de ella. Un cosquilleo en su estómago seguido de un suspiro profundo al sentir los labios de su amante contra su cuello. Demian estaba complacido, estaba perdidamente enamorado. – Alce la mirada un momento encontrándome con el rostro de todas pegados en mí. – las prendas habían sobrado, estaba repartidas en el suelo; y otras tantas en la cama. Magnolia admirada el cuerpo de su ahora esposo, estaba perdida en cada parte de él. "Te haré tocar el cielo amada mía" expreso Demian, su voz era grave, lograba erizar cada parte de su piel.

Y así continue leyendo, soltando risas ante la expresión de terror en las chicas. Supongo que jamás en su vida habían escuchado relatos así de intensos. Y dudo que sus madres siquiera hayan mencionado lo que ocurre después de la noche de bodas, en ese momento de intimidad donde los amantes se entregan por completo. Nos dejamos caer de espaldas viendo de forma fija hacia el techo con las manos entrelazadas mientras cantábamos una canción, bueno al menos yo. Cantar en mi idioma natal me encantaba y podía presumir que tenía una voz agradable de escuchar, no parecía una gallina con afonía. Gire la mirada encontrándome con los ojos de Daphne y hacia el otro lado Eloise. Mis dos buenas amigas que no tardaron en recargar sus cabezas sobre mis hombros.

 ¿Creen que lo que estoy haciendo esta correcto?

 ¿De qué hablas? – Cuestiono Daphne.

 En si es correcto aceptar la confesión de tu hermano.

—Te gusta Benedict ¿No? – Soltó Eloise sin demora. Sin pelos en la lengua, Daphne se alzó por un momento viéndonos confundida. – Me doy cuenta de las cosas amiga. Y eres muy obvia.

 Si, pero... él no ha pedido salir conmigo. Cuando tuvo la oportunidad no lo hizo.

 Tal vez tenía miedo. Los hombres son complicados. – Comento Lizabeth. – tu hermano, por ejemplo, aun con todas las miradas y nuestra química. Tardo semanas en acercarse a mí. Tal vez Benedict solo esta asustado.

 Benedict es mi hermano favorito y me encantaría que estuviera contigo. No serias feliz junto a Anthony. – Alce las cejas ante cada una de sus palabras. – no tienen nada en común. Además, tienes razón. Es un amargado.

 Es cierto. Ustedes dos son como el sol y la luna. Y Anthony es una nube negra que está opacando su felicidad. Merecemos a alguien que nos haga brillar. – Escuchar a Pen hablar así era poético. Y tenia, toda la razón.

 Penélope tiene razón Cassandra. Ambos son mis hermanos y Anthony no es lo que mereces.

 Es nuestro hermano, pero a veces es muy tonto. – Añadió Francesca.

 No olvides insensible. – Continuo Eloise.

 Y me asusta. – Termine yo. Terminamos riendo ante lo mal que estábamos hablando del mayor de los Bridgerton. –

Nos pusimos de pie para poder salir de la casa, teníamos que aprovechar que nuestros hermanos no estaban cerca para decirnos que hacer. Estábamos libres de cualquier regaño, no mas haz esto, haz esto otro. Compórtate de esta manera. Ahora solo éramos nosotras y ninguno de ellos opacaría nuestra luz, bueno al menos la de ellas. Por mi parte tenia la suerte de que mi hermano fuera mas relajado en ese aspecto. Nos fuimos hacia el jardín comenzando a correr y dar vueltas, sintiendo el pasto en nuestros pies y el aire fresco golpear nuestras mejillas. Estar con ellas así había logrado calmar mis pensamientos y me sentía mucho más a gusto conmigo misma y como me estaba sintiendo.

Dulce pecadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora