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Las pequeñas reposaban a mi lado, ahora mi habitación estaba vacía, las personas que me habían estado acompañando se fueron para continuar con sus deberes

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Las pequeñas reposaban a mi lado, ahora mi habitación estaba vacía, las personas que me habían estado acompañando se fueron para continuar con sus deberes. Yo había terminado por caer dormida, en un sueño profundo. Después de todo había estado horas en labor de parto y me merecía tener una larga siesta para intentar recuperar las energías perdidas durante todo ese arduo proceso. Luego tendría tiempo para visitas, ahora solo deseaba concentrarme en mi misma y en las dos niñas a mi lado, y claro de mi esposo que no había dejado de repetir lo feliz que estaba, aun con su desmayo, el estaba feliz. Yo estaba feliz.

La reina había enviado sus felicitaciones y unos cuantos regalos para nuestras niñas. Haber recibido su bendición me había dado la oportunidad de obtener a cualquier hombre, pero el destino era claro. Solo era él. Había tomado una pequeña siesta, las niñas me quitaban bastante energía. Mi querido Benedict estaba sentado junto a la ventana, junto a una de las pequeñas en sus brazos, meciéndola con cariño. La sonrisa en su rostro logro hacer que mi corazón latiera más a prisa. Se veía hermoso. A mi lado Violet dormía plácidamente, sus pequeñas manitos solo provocaban ternura en mí.

— Aun no logró creer que dos. – dije para llamar su atención. Con cuidado me senté en la cama.

— Oh querida. – avanzó hacia mi para tomar asiento a mi lado. – Si, lo bueno es que ambas están sanas... ¿Cómo te sientes?

— Cansada. Pero feliz. – recargue mi cabeza contra uno de sus hombros.

— Lo hiciste muy bien Cassandra. – sostuvo mi mano, acercando esta a sus labios para besar sus nudillos. – estoy orgulloso de ti mi amor.

— Tengo hambre. – dije con una sonrisa en mis labios.

— Pediré que te traigan algo. ten. – Con cuidado tome a Beatrice en mis brazos.

Nuestras pequeñas estaban sanas y crecían espectacularmente. Simón llego a visitarme después de una semana del nacimiento junto con la duquesa. El me seguía viendo como la princesita que corría por los jardines, le costaba asimilar la idea de que la persona que el protegía ahora ya era madre de dos hermosos ángeles. Y la verdad yo aun no creía que mi príncipe azul ahora vivía una vida feliz junto a Daphne, aunque claro las diferencias entre ambos son evidentes, sobre todo por el tema del heredero, algo que Simón no desea. No quiere romper la promesa que alguna vez le hizo a la bestia de su padre.

Violet y Beatrice, ahora eran dos niñas preciosas de seis meses. El tiempo había pasado fugaz, risas y recuerdos de nuestras pequeñas que ahora tenían un espacio especial en una de las paredes, una pintura de ambas, regalo por parte de su tío Anthony que al parecer se esta tomando en serio lo de conseguir esposa en la siguiente temporada que estaba bastante cerca. Junto a Benedict habíamos tomado la decisión de partir a Italia un día antes del inicio de la siguiente temporada. queríamos partir pronto y por supuesto que mis padres conocieran pronto a sus nietas, las cartas se acumulaban con los deseos de ambos, de mi tía Margarite y por supuesto mi hermano Alessandro al que extraño con locura.

— Bien, todo esta listo. Nuestro equipaje. – susurro mientras movía mi cabello dejando un camino de besos por mis hombros hacia mi cuello. – el equipaje de nuestras pequeñas. No se si te lo he dicho Cassandra, pero te amo con mi vida entera.

— Cada día mi amor. Pero escucharlo es uno de los placeres que mas disfruto.

No era una despedida para siempre, tan solo unos cuantos meses lejos de Londres. Pero estaríamos ahí de regreso con la esperanza de ver a Eloise casada o al menos interesada en comprometerse con un caballero que no se vuelva loco con ella. Veía las lagrimas en los mas pequeños de la familia, aun cuando sabían que Benedict regresaría pronto con ellos. pero era algo que necesitaba hacer, visitar a mi familia era un sueño que quería cumplir pronto. Los abrazos parecían no acabar, incluso el abrazar a Anthony para despedirme de el había sido agradable, aun teníamos encuentros y pequeñas discusiones, yo seguía discrepando en cuando a su cerrada mentalidad y en querer que sus hermanas tuvieran un buen prospecto, creo que no lo sucedido con Daphne no aprendió mucho. Todas las personas que me importaban estaban ahí dándonos su adiós. Con cuidado sostuve a mi pequeña Violet mientras mi esposo llevaba a Beatrice.

— Tengo varios días para aprender Italiano.

— Te enseñare lo básico, al menos para que puedas comunicarte con los sirvientes.

— ¿Estas pequeñas están emocionadas? – curve mis labios al notar la sonrisa de ambas por las muecas que hacia Benedict. – conocerán a su abuelo y a su tío abuelo el rey. Ustedes dos pequeñas, se convertirán en hermosas damiselas un día y su padre junto a su madre se asegurarán de ayudarlas en todo. Y aceptar a quien deseen en sus vidas. Que la persona que escojan sea más que solo el amor de sus vidas.

— ¿Qué debería ser además de eso?

— En mi caso, mi musa y mi mayor inspiración. Te amo Cassandra, te amo con todo mi ser. Y si pudiera escogerte de nuevo, lo haría sin pensarlo.

— Yo te amo a ti mi pintor. Venir a Londres fue mi mejor decisión.

No mentía en eso. Si, venir a Londres había sido la mejor decisión que mi hermano y yo pudimos tomar. El destino nos había llevado a los brazos de las personas con las que pasaríamos el resto de nuestras vidas. El viaje parecía eterno, las pequeñas habían tenido malestares debido al contante vaivén del barco, pero habían logrado superar su primera aventura. El aire de Italia se sentía diferente, los vientos del Este y del Oeste parecían chocar uno contra otro, la brisa marina golpeo mis mejillas. Estaba de regreso en mi hogar, donde viví los mejores años de mi vida. 

Dulce pecadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora