XXIV

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Mi gran momento estaba tan solo a unas horas

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Mi gran momento estaba tan solo a unas horas. Apenas si había logrado conciliar el sueño debido a los nervios que sentía por finalmente casarme con el chico de mis sueños. Tan solo un par de horas para convertirme en la esposa de Benedict y vivir una vida de ensueño a su lado, era todo lo que había soñado. Mi madre ingreso a la habitación donde yo daba vueltas como león enjaulado ante los nervios que sentía, ella avanzo hacia mi sosteniendo mi rostro con cariño entre sus manos dejando caricias en mis mejillas, tal como solía hacer cuando era niña.

— Lo sé mi niña, también me sentí así cuando me casé con tu padre.

— Lo amo mamá.

— Y el a ti, la forma en como te mira. Te ve como si fueras la joya más bella de este mundo. Y es cIerto, eres hermosa cariño.

— Gracias por venir, no hubiera sido lo mismo casarme sin ustedes a mi lado.

— No nos perderíamos el día mas feliz de nuestra hija, tu padre y yo estamos orgullosos de ti y de tu hermano. Ahora vamos a arreglarte, debes verte radiante.

El carruaje llego hasta la iglesia donde se llevaría a cabo nuestra ceremonia, a mi lado mi padre quien no había soltado mi mano en todo momento, el era mi mayor soporte en este momento. Respire profundo dejando que Lauren arreglara mi velo para cubrir mi rostro antes de bajar, ella no se había movido de mi lado en todas estas horas y yo había insistido en que ella fuera conmigo, era parte de mi vida y mi mejor amiga. No podría dar este paso sin ella a mi lado. Escuchaba la suave música del piano sonar desde el interior, mi padre a mi lado sosteniendo mi mano para ayudarme a avanzar y Lauren tras de mi sosteniendo mi velo. La sonrisa en mi rostro se enancho al verlo ahí en el altar, con su traje de color oscuro y su cabello perfectamente peinado, podía notar el ligero temblor en sus manos ante los nervios que seguramente está sintiendo. Todas las personas que amaba estaban ahí, dándome su apoyo incondicional.

— Lord Bridgerton, dejo a mi adoraba bambina en sus manos. – Mi padre sostuvo mis manos dejando algunos besos en el dorso de esta. – te amo bella. – Nos arrodillamos con cuidado frente al sacerdote quien inicio con sus palabras, mismas que recordaría por el resto de mi vida, palabras que marcaban el inicio de mi nueva vida. Ya no era una niña que corría por los jardines del palacio, estaba por convertirme en mujer, digna y respetada junto a un hombre que ama cada parte de mí, que valora mi opinión y la toma por igual. Benedict es todo lo que soñé durante toda mi vida, el hombre que imaginaba cada que leía una historia de amor y yo misma ahora estaba viviendo mi historia de amor.

— Puede besar a la novia. – Apenas dijo eso Benedict alzo el velo encontrándose con mis ojos. Sus manos sostuvieron mi rostro acortando la distancia para terminar uniéndose en un cálido beso que logro erizarme por completo la piel. – Y así ante los ojos de Dios los declaro marido y mujer. Que su unión perdure.

— Te amo. – Susurro Benedict.

— Yo a ti.

Era oficial, el y yo éramos marido y mujer ante los ojos de Dios y nadie podría separar nuestra unión. No podía dejar de ver los ojos de Benedict, me sentía dichosa. Nos fuimos hacia el carruaje que nos llevaría hasta la casa de campo donde se llevaría a cabo la fiesta de nuestra boda, con nuestras familias y amigos más cercanos acompañándonos. Aun cuando lady Danbury continúo insistiendo en invitar a mas personas, yo solo quería compartir ese momento con ellos, no necesitaba a nadie mas que a ellos. No estaba dispuesta a compartir mi momento de felicidad con un montón de personas desconocidas que seguramente no vería en mi vida. Sin importarme nada me lance sobre el para poder besarlo.

— Te amo mi bella marquesa. Ansió que nuestra noche de bodas llegue ya. – Apenas esas palabras salieron de su boca sentí el cambio en mis mejillas. Rojas por la vergüenza.

— Y yo amado mío. – Entrelace mis dedos con los suyos. – te amo Benedict.

— Mi Cassandra. – susurro en voz baja. – no se que hubiera hecho si terminabas desposada con mi hermano.

— Jamás me hubiera casado con Anthony. Fuiste tu desde el primer momento. Tu eres el dueño de mi corazón.

— Y tu eres dueña del mío.

Estaba en el lugar correcto. Estar a su lado era lo correcto para mí. Benedict era mi mundo entero. Llegamos al campo donde los demás estaban listos en la entrada para recibirnos, mi madre y mi tía habían hecho un increíble trabajo en la decoración, flores y colores por todos lados hacían de ese lugar un paraíso completo. El patio no era la excepción, una enorme tienda se alzaba en lo alto, flores de colores y luces le daban magia. La banda tocaba hermosas melodías que solo lograban emocionar mas mi corazón. Juntos, tomados de la mano nos fuimos hacia la pista para nuestro primer baile, una danza que daría inicio con la fiesta, la bella melodía sonaba y en ese momento solo éramos los dos, no había nada mas a mi alrededor, solo él y yo sin dejar de vernos. Benedict me hacia sentir en el mismo cielo, cada una de las notas musicales, esa era nuestra canción, solo nuestra.

— Me gustaría bailar con mi hermana.

— ¿No puedes esperar un poco más? – lo regañe. – eres malvado hermano mío.

— No puedo evitarlo. – Rodé los ojos antes de sostener su mano. – nunca te había visto mas feliz como en este momento mi bella hermana.

— Estoy feliz Alessandro. Y yo sé que pronto tú también estarás gozando de esta felicidad. Tu y Liz harán una hermosa familia.

— Lo sé, la adoro como no tienes idea. Y adoro que mi hermanita goce de la dicha de estar junto a alguien que la atesora. 

Dulce pecadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora