XXII

798 50 0
                                    

Cassandra

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Cassandra

Despedirme de mi querido Simón había sido doloroso, iba a extrañar tenerlo a mi lado y disfrutar de largas charlas hasta el amanecer. Claro que seguiríamos en contacto, pero aun así sufriría por no tenerlo junto a mí de la forma a la que estaba acostumbrada a tenerlo. Pero era parte de la vida, de nuestra vida llegar a ese punto en donde dejábamos de ser niños y nos volvíamos adultos en todo el sentido de la palabra, él había encontrado su camino y se bien que vivirá una vida plena junto a Daphne, aquella promesa que le hizo a su padre quedara en un simple recuerdo del pasado.

Junto a mi hermano caminábamos en dirección a la casa de Liz para pedir su mano, era algo que el había estado retrasando por demasiado tiempo y ya no podíamos esperar más. El mayor de los Grimaldi finalmente sentaría cabeza junto a una increíble mujer, Liz era elegante, dulce y carismática. Ella tenía toda mi aprobación. Se bien que nuestra madre hubiera pensado de la misma manera, ella posee todos los rasgos y cualidades necesarias para convertirse en esposa del Marques Grimaldi, digno miembro de la realeza italiana.

— Bienvenidos marques, marquesa. – Curve mis labios en una sonrisa ante la gentileza del padre de Liz. – por favor, adelante ¿A que debemos su visita?

— Es un asunto importante. Me gustaría que Liz... su hija también estuviera presente.

— Por supuesto. Monique ¿Puedes ir por mi hija y mi esposa? Y que envíen te y galletas para nuestros invitados.

— Si señor.

La casa de Liz era preciosa, decorada con tonos marrón que combinaban a la perfección. Su madre definitivamente tiene buen gusto, incluidas las obras de arte en las paredes, incluso hasta la flor mas pequeña armonizaba la sala de estar. Podría decir que hasta los bocadillos lucían hermosos. Liz apareció finalmente llevando un vestido rosa que resaltaba su tez morena y su mirada, era encantadora y podía ver en sus ojos que sabia a que habíamos venido, era algo evidente pues ya lo habíamos hablado, tan solo faltaba concretar ese encuentro romántico entre ambos. Mi hermano estaba nervioso, hace demasiado tiempo que no lo veía de esa forma, apoye mi mano contra la suya intentando darle la calma necesaria para dar el gran paso. Pero las palabras simplemente no salían de su boca.

— ¿Marques?

— Hablaré en nombre de mi hermano. Espero que eso no sea un problema para usted Lord Cromwell.

— Para nada mi lady, tengo entendido que es una mujer directa. – asentí.

— Hemos venido hasta aquí por algo importante. Mi hermano Alexandro desea de corazón pedir la mano de su hija. – Curve mis labios en una sonrisa. – pero esta demasiado nervioso para hacerlo por si solo.

— Yo... Alexandro Grimaldi deseo más que cualquier otra cosa poder casarme con su hija Lord.

— Para nosotros Marques Grimaldi, a mi esposa y a mi nos honra que desee casarse con nuestra hija. Si mi hija lo acepta, no habrá problema en confirmar el compromiso ¿Lizabeth?

— Me encantaría mi lord.

— Monique champange para celebrar. – Pidió lady Cromwell. Mi hermano se puso de pie luego de darle un codazo para que reaccionara. No podía con la felicidad de ambos luego de que mi hermano pusiera la sortija de nuestra madre en el dedo de Liz.

— Salud por la unión de nuestras familias. – Menciono mi hermano antes de brindar. Me enganche del brazo de Liz, más feliz no podía estar por aquel compromiso y que mi hermano finalmente sentara cabeza junto a una gran chica. Liz es una gran chica que vale totalmente la pena.

Las cosas marchaban bien para todos, incluso para mi. Que después de muchas complicaciones con mi relación, todo estaba saliendo bien. La madre de Benedict junto a lady Danbury se estaban encargando de todos los detalles para mi matrimonio con Benedict, desde la ceremonia, hasta el gran baile. Hoy era un día importante para ambos, nuestra pintura, el cuadro que nos recordaría el resto de nuestras vidas el inmenso cariño que nos teníamos, ese amor que había surgido en un baile que no olvidaría jamás. Estaba ansiosa por lo que estaba por pasar, veía a Benedict de reojo mientras el pintor alistaba todas las cosas, sentía los leves roces de sus dedos en mi espalda, era una sensación tan agradable que me sentía a gusto. No me molestaba, ni me hacía sentir incomoda.

— Bien vamos a comenzar. Necesito que se mantengan quietos y sonrían.

Esas habían sido las horas mas largas de mi vida, la espalda me dolía demasiado por haber estado tanto tiempo sentada. Necesitaba una ducha caliente para sacarme la tensión en mi cuerpo. Junto a Benedict avanzamos hacia el interior de la casa para charlar, aunque claro siempre acompañados de Leonor que mantenía distancia entre ambos para darnos privacidad.

— Falta tan solo unas semanas para nuestra boda. Debo decir que estoy realmente emocionado.

— También yo, cuento los días para ese momento.

— Mi madre y lady Danbury se han reunido a diario planeando la fiesta y viendo a quienes invitaran. Quieren invitar a todo el mundo.

— No quiero eso... quiero que nuestra boda sea con las personas que nos importan. No quiero gente desconocida celebrando nuestra unión. Tu familia, la mía. no deseo compartir nuestro momento con tantas personas.

— Pienso lo mismo. Hablare con mi madre, aunque seguramente me va a gritar miles de cosas. Pero vale totalmente la pena. – Dejo una leve caricia en el dorso de mi mano. – la invitación a tus padres ya fue enviada, así que seguramente tu familia llegará días antes de la boda.

— No imaginas cuantas ganas tengo de ver a mi madre.

— Imagino que la distancia te ha hecho bastante mal.

— Mucho, nunca antes había pasado tanto tiempo lejos de mi familia.

Hoy tenia mi prueba de vestido, estaba emocionada por verlo al fin. Pues tan solo faltaba una semana para aquella velada. La modista había avanzado con mi pedido especial, yo misma había diseñado mi vestido y estaba casi listo. Había elegido las telas mas preciosas y un modelo no tan anticuado, quería algo mas moderno y fiel a mi estilo. No deseaba un vestido aburrido que me hiciera sentir amargada, al contrario, deseaba brillar, era mi día especial y merecía lucir hermosa. Era mi día y estaba dispuesta a gastar lo que fuese con tal de lucirme. Mientras me veía en el espejo no podía evitar sonreír, aunque la sonrisa se enancho aun mas al ver entrar a mi madre junto a mi tía.

— Oh por dios no puedo creer que estén aquí. – Sin importar nada corrí hacia ellas apretándolas en mis brazos.

— Mi niña, te ves radiante. – Menciono mi madre mientras besaba mis mejillas.

— Tía Margarite que gusto verte. – Sin importarme que fuera la reina me aferre a ella. Aunque jamás nos había importado, siempre nos demostrábamos afecto.

— ¿Vino mi padre? ¿Y Raphael?

— Todos ellos querida, ahora déjame verte mejor. – Mi tía Margarite sostuvo mi mano haciéndome girar. – divina como siempre. Una digna Grimaldi. Ahora querida sobrina yo deseo conocer al joven que se convertirá en tu marido.

— Lauren envía a alguien a casa de los Bridgerton y que en casa preparen la cena.

— Si señorita. Majestad, lady Grimaldi. – Lauren realizo una reverencia antes de retirarse.

— Voy a cambiarme y vamos acasa. 

Dulce pecadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora