XXI

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Las cosas estaban marchando bien

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Las cosas estaban marchando bien. Al menos entre Cassandra y yo. Nos vamos a casar pronto y no puedo esperar a hacerla mi mujer. Quiero besarla día tras día, vivir una vida entera junto a ella. Las cosas en casa llevan tensas desde lo ocurrido en el duelo entre mi hermano y el Duque. Agradezco que nada haya pasado. Me sentí aliviado por librarme de la carga del título de vizconde si mi hermano llegaba a perecer. Daphne está mal, aunque va a casarse con alguien importante, no sé cómo serán las cosas entre ambos. Cassandra estuvo enojada por lo ocurrido con el duque y mi hermana. Y por la locura que hicieron ambos. Creo que finalmente arreglo las cosas con su hermano al que creo no le ha dirigido la palabra en varios días.

La conversación con la reina había salido más que bien, eso creo. No me dieron demasiados detalles sobre lo ocurrido. Tan solo que la boda entre ambos debía ser lo más pronto posible y con más pronto posible, me refiero a hoy mismo. Aunque claro será una ceremonia privada, tan solo nuestra familia, Lady Danbury y los hermanos Grimaldi quienes fueron invitados personalmente por Simón, después de todo son lo mas cercano a una familia. Gire la mirada hacia la entrada donde ella venia ingresando enganchada del brazo de su hermano. Se veía hermosa con ese vestido azul que hacia juego con esos ojos llenos de luz, la sonrisa no tardo en aparecer en mis labios antes de mover mi mano y responder al saludo.

— Ya tendrás tiempo para saludarla. – Mi madre golpeo mi mano.

— No puedo evitar sentirme feliz por ver a la chica de mis sueños madre. Y a mi futura esposa.

— Si... lo sé. Pero después cariño. – Mamá sostuvo mi mano. – estoy feliz por ti Benedict. Tienes que cuidarla, Cassandra es una gran chica.

— Lo sé mamá, por eso la quiero. Estoy enamorado de esa gran chica.

— Eres demasiado cursi hermanito.

— Ya estarás como yo cuando te enamores.

— Eso no pasará. No pasará.

Recargue mi cabeza contra el hombro de Eloise tan solo para molestarla, era mi hermana favorita y ella era consciente de eso. Además, claro que ella y Cassandra compartían mas que el simple gusto por los libros, ambas tenían ese ideal de libertad y visión del futuro. No era de sorprender el que ambas se llevaran tan bien. La ceremonia dio inicio, podía ver la infelicidad en el rostro de ambos, como si estuvieran siendo condenados a una vida de tortura, una vida de desdicha. Pero tal vez son los nervios del momento, al igual que a mi y Cassandra, a ambos se les nota que se mueren por estar juntos, no hay que ser demasiado listo para darse cuenta de la química que hay entre ambos. Deberían dejar de negar sus sentimientos y abrirse de una vez a ese gozo que implica besar a la chica de tus sueños. Gire la mirada hacia ella viéndola con ternura, no dejaba de repetir lo hermosa que ella era, sus ojos traviesos viéndome solo me tentaban a ir con ella y besarla.

— Ojos al frente. – Menciono mi madre.

— Si, si.

Ese sin lugar a duda había sido el matrimonio más aburrido al que había tenido que asistir. Pero ya era un hecho, mi hermana menor ahora era oficialmente la esposa del Duque de Hastings y ella había pasado a convertirse en duquesa. Un titulo importante del que debería sentirse orgullosa. Consiguió lo que quería, casarse con alguien importante y de buena familia, alguien digno de ella. Pero si no es feliz ¿Por qué hacerlo? ¿Por cumplir con absurdas reglas arcaicas? Dios estoy hablando como Cassandra, pero no puedo evitarlo. Es cierto, vivir una vida infeliz no es algo que yo desearía. Pero tomaron sus decisiones y le llevaron a esto. Yo por mi parte debo centrarme en lo que me espera, un futuro junto a la chica que me roba el aliento con cada sonrisa. Mi marquesa Grimaldi, mi bella Cassandra.

La fiesta tendría lugar en la casa del duque y claro la gente de la alta sociedad estaría hay para presenciar aquella unión. En medio del jardín donde se llevaría a cabo la ceremonia, un cuadro de ambos, aunque ciertamente no se veían del todo felices en esa pintura, esperaba tener pronto el mío junto a Cassandra, en mi mente nos imaginaba a ambos en la misma fotografía, luciendo felices y enamorados. En mi mente vislumbraba cada uno de los detalles de nuestro futuro, estaba ansiosa por todo lo que estaba por llegar, mi vida junto a Cassandra se veía prometedora. Llena de dicha. La lluvia comenzó a caer haciendo que los invitados se alejaran espantados al interior de la casa, en cambio mi hermana quedo en medio de la pista de baile, no paso mucho para que el duque hiciera acto de presencia para bailar con ella. Aunque no lo reconozcan, ambos están plenamente enamorados. 

Dulce pecadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora