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"Mejor tarde que nunca"

No me arrepiento de haber cruzado, esto es emocionante. Quise misterio y aventuras, los dioses si que escuchan a uno. Tantas cosas desconocidas para mí, y lo principal es el lenguaje. No entiendo lo que hablan, pero aprender nuevas cosas es parte de la aventura. Dejé a mi caballo en el desierto, no me molesta regresar a pie. He caminado por un suelo nuevo, duro y gris. Algo sucio, cuadrado, y largo. No tiene fin. A sus lados lo que hay son casas con diseños diferente a lo que conozco. Todas tienen murallas pequeñas protegiendo el jardín; muy lindo.

-Es silencioso y tranquilo, apenas se ven a las personas-vi todo el espacio sumergido en silencio-¿En dónde estará ella?

-¿Cruzaste?

Soy el hijo más afortunado, los dioses me han bendecido cumpliendo mis deseos. Volteé a mis espaldas, ella, con su larga caballera de rizos rebeldes se postula frente a mí sin reverencia, sin conocerme, sin ni siquiera vestir como las egipcias. Mi aliento se acorta, mi mente no puede pensar, es una rara sensación que me llena acelerando mi pecho.

-¿Quién eres?-pregunté embobado por su belleza.

-¿Cómo fue que cruzaste? Cerré el portal.

-¿Acaso eres una diosa?

Muchas leyendas dicen que están entre nosotros. Que bajan de sus templos a ayudarnos. Ella soltó un suspiro, haciendo ese gesto se ve más hermosa. Por Ra, creo que me acabaré enamorando.

-No soy una diosa, y tú no deberías de estar aquí. Regresa.

-No-me negué-Si regreso quién sabe cuando vuelva a verte.

-¿Estás enfermo o qué? ¿Quién eres? -sus brazos cruzados esconden sus pechos grandes, con un vestido de princesa de seguro se verá aún más preciosa.

-Príncipe Kernel de Egipto-hice una reverencia como ella se merece, aunque no es suficiente para honrarla- ¿Me entiendes? Osea, hablas mi lengua-no lo noté hasta que se me pasó por la cabeza.

-Se varios idioma.

-Yo solo conozco latín y mi lengua natal.

-Escucha...¿Cómo te llamabas?-hizo una mueca como si hubiera hablado demasiado rápido.

-Me puedes llamar Kernel.

-Bien-dijo no muy convencida- Kernel, regresa-volvió a insistir- Este lugar no es apto para príncipes.

-¿Por qué quieres que regrese? ¿Eres alguna clase de bruja?

-Sí, digamos que sí.

-Eso explica porque me gustas tanto.

Ella se sorprendió de mis palabras, incluso yo me sorprendí. Jamás le había dicho a alguien que me gusta. Siempre he elogiado a las mujeres, pero mi corazón si que se adelantó a los hechos. Caminé hasta ella deteniendo mis sandalias a pocos pasos de sus zapatos, los cuáles me gustaría saber como se llaman. Le lucen perfectos, encajan con sus piernas largas y finas; pero sobretodo se ven que pesan. Es fuerte si puede levantar los pies, un detalle que hace que me gusta más. Las chicas que conozco son débiles, no pueden ni con una palangana de ropa sucia. Iba a decirle algo, más, llegaron un grupo de mujeres que se dirigían hacia nosotros. Ella se volteó a saludarlas, pero al instante se giraron hacia mí.

Yo soy tu máscaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora