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"Una historia bien contada no deja cabos sueltos"

Flash Black
Mi vida en el palacio es un total aburrimiento, siempre es la misma rutina. Mi padre me exige por ser el mayor ya que mis dos hermanos menores Rishi y Kamran son apenas unos bebés. A pesar de saber el propio faraón que no quiero la corona, me obliga a tomar responsabilidades de un puesto que no quiero ejercer. Pienso que la corona solo trae muerte, trae desgracias. Por supuesto, teniendo poderes dotados por los dioses no íbamos a ser cualquier eslabón en la sociedad. Quiero vivir aventuras, adentrarme en aquello que la gente teme. Las sirvientas hablan conmigo muy limitadas, quiero hablar libremente con alguien.

-¿Otra serpiente? -miré el lado izquierdo de mi cama, últimamente velan mis sueños-No seas tímida.

Me gusta acariciar sus escamas, aparte de sus brillantes colores y su cascabel, aunque las cobras me gustan más. Estas serpientes no son normales, se quedan quietas y destilan un aroma delicioso. Es un olor nunca sentido, pero que no me muerdan ya es un milagro. Muestran sus colmillos cuando algo les molesta, pero no son agresivas. Sus ojos brillantes me atraen, es como si me dijeran algo que solo yo puedo entender. Es lindo tener un poquito de misterio en las mañanas antes de ir al comedor.

-Llevame a otro lugar-le pido como si me pudiera entender-Por favor, no me abandones.

La serpiente pasa por encima de mí dejando una sensación fría y húmeda, arrastrándose hasta la ventana por donde se va tras sonar su cascabel. No sé si entendió mis palabras, pero que hay alguien que las manipula; de eso si estoy consciente. Me levanté de la cama siguiendo el rastro subiendome en la ventana viéndola deslizarse pared abajo. Ya un guardia la vió, la van a matar. Salí del cuarto corriendo por los pasillos hasta la terraza donde llegué demasiada tarde. Muerta, la serpiente que se llevaba mi deseo estaba muerta.

¿Es acaso una señal que no debo de desear lo misterioso?

-Príncipe Kernel-un guardia me reconoce, se inclina ante mí diciéndome que el intruso ha muerto.

-A partir de ahora no van a matar a ninguna serpiente. Es una orden-estaba muy molesto con ese acto tan cruel.

-Sí príncipe.

A pesar de la revuelta que ocasioné, volver a mi cuarto es lo único que necesito. Paso de los sirvientes que se vuelven hormigas cuando ven azúcar con sus atenciones. Harto de todo corro de nuevo, pero al llegar a mi cuarto siento como si un dolor me consumiera. Es raro, nunca sentí esto. Lamento su muerte, pero ya esto es más que tristeza. Mi pecho es comido por una angustia, mis manos y piernas tiemblan. Caminé a paso lento sosteniendo mi pecho con una mano. Llegué a mi cama mordiendo las sábanas para no gritar. Fue extraño que escuchara en mis oídos un cascabel. Alcé la mirada algo cansado y con el dolor punzante, una serpiente cayó de la ventana al suelo. Con el cuerpo palpitando por el dolor, hice el esfuerzo de llegar hasta ella. Rodé cama abajo, más, no me importó si estaba cerca de ese reptil. Fue casi una visión, o una señal del destino. Sostenerla entre mis brazos y mi pecho fue casi como sostener a una persona. Instantes, creí ver a una persona en lugar de la serpiente.

-Perdona-dije entre sollozos soportando el dolor que aún me consume-No pude protegerla.

Me quedé abrazado a la serpiente hasta que el llanto cerró mis ojos y el dolor disminuyó. Abracé con fuerzas a la serpiente si podía mandarle de esa forma mi ayuda.

Yo soy tu máscaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora