IX

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Félix nos mira a ambos y disculpándose por su forma de hablar, sus mejillas se vuelven rojas y su mirada evita mis ojos.

-Les...dejó...a solas...-susurra antes de irse.

Golpeo el pie del Demonio.

-Idiota, no soy tu prometida.

El frunce el seño tomando mi mano, en ella pone el peluche que le dije y un arrepentimiento llena mi corazón.

Soy demasiado blando.

-¿Es tan insoportable estar conmigo? -pregunta.

-Quieres matar a mi hijo-respondo con frialdad-no puedo estar cerca de alguien que amenace mi vida y la de mi bebé.

-Si resulta tener mi sangre, tengo que matarlo, un mestizo no puede existir. Vanessa, entiéndeme, va contra las reglas...

Suelto una risa fingida.

-Incluso si va en contra las leyes de este mundo o de tu infierno, por un hijo, se combate cualquier adversidad.

El niega con su cabeza.

-Vanessa...

-Olvida que tienes un hijo, puedo criarlo sola, no te necesito.

¿No es mejor dejarlo en claro a qué escapar?

-Incluso si se que un hijo mío anda rondando por este mundo, con vida, me es imposible dejarlo pasar.

Es terco.

Y el no dejará que me vaya.

Mientras esté embarazado, este tipo no se apartará de mi lado. Y viendo mi situación, es tarde para decirle que el hijo podría no ser de el.

Pienso en el castaño de ojos celestinos.

El podría ayudarme con mi huida.

-Volvamos, como tú rehén no puedo estar afuera-camino sin ganas hacia su mansión.

Suspiro.

Extraño mi libertad.

Valic camina unos pasos detrás mío, veo a Félix mirar las estrellas fascinado.

Quiero despedirme y ver si puede venir a la mansión de Valic, no estaría mal ser su amigo.

Me detengo y el me habla aún mirando las estrellas.

-¿Ves esa estrella reluciente de ahí?-apunta a una estrella lejana.

¿Mm?

-Brillas tanto como ella, pero...siento que tú luz se apaga.

Miro al Demonio que no está contento con esas palabras.

-Quizás quien me la apaga-murmuro.

Félix se dirige hacia mí con una sonrisa, me hace una reverencia y se despide dándome un beso en mi mano.

-Espero que nos volvamos a ver, Señorita Vanessa.

También lo espero.

-Debes visitarnos.

El sonríe.

-Por supuesto, todas las veces que usted quiera.

Valic nos separa diciendo que el es el esposo y dueño de casa.

-Prometido-suelto-solo eres eso hasta el momento.

Sigo caminando por el bosque y Valic me sigue en silencio.

Ninguno de los dos habla sin importar que ya llegamos a la mansión, el me dice que tengo que cenar.

Si no estuviera embarazado, lo rechazaría.

Aunque la comida es igual que aquel paseo por el bosque.

-Eres aburrido-digo mirándolo a los ojos-amaragado y pesado.

-Siempre me lo dicen.

-Te odio, no quiero vivir con una persona que me priva de mi libertad.

-Ya pronto sabré quién eres, puedes irte después de eso.

-Claro, ¿Y si de verdad es tu hijo lo matarás y me dejaras ir con un duelo en mi corazón? Prefiero mil veces morir a qué sentir ese dolor.

El deja el tenedor a un lado.

-¿Estás segura que es mi hijo?

Es la única persona que ha tomado mi virginidad.

-¿Te mentiría con algo así?

-Soy un Archiduque, muchas mujeres desean acostarse conmigo y tener un heredero.

Me levanto del asiento molesto.

-Para tu suerte, no soy una de ellas.

Se me quitó el apetito.

Ya no quiero seguir con esta conversación inútil.

...

Ni siquiera se cuántas lunas han pasado desde que este Demonio me secuestró. Y el todavía no sabe nada de mí, y lo encuentro razonable, quizás estoy ganando tiempo gracias a Vanessa.

Creé a Vanessa como una ladrona inexistente, por lo menos en este continente, Vanessa ha llegado a robar desde joyas hasta un Reino oculto. Y si Vanessa a penas existe, entonces Alekzius es la nada.

A menos que lleguen a mi Reino de origen no sabrán de mí.

Los únicos que saben sobre quién soy y lo que fuí, son los del otro continente, un lugar lleno de mountros, y seres extraños.

Debo mantener silencio sobre ese lugar.

-Valak...¿Era ese tipo enmascarado?

Tengo que agradecer que me vió como un hombre.

Observo la fría luna que se ve desde el balcón.

-No puedo usar magia...

Y el ardor en mi estómago duele.

-Puedo decir que Zelius tenía razón con esta persona.

Me pregunto cómo estarán, imagino que Yasir debe estar felíz seduciendo al dragón.

-Estoy celoso...

Una cabellera negra se gira a mirarme desde el jardín lugubre. Los ojos rojos no se apartan de los míos.

Es una belleza.

Pero su corazón es frío.

El corta una rosa roja apareciendo a mi lado con ella.

-Ten.

Le miro con desinterés.

-No me gustan.

Y menos de la persona que me lo da.

-Prefiero las azules.

-¿Y por qué no las rojas?

Evito su mirada.

-Sangre, el color rojo me recuerda a mi infancia.

Mate a todos los de mi palacio y degolle a una de las amantes de mi padre. Era un adolescente que no sabía del mundo. Mi padre quería crear a un mounstro, y lo logró.

No he asesinado a nadie desde que me fuí del Reino.

-Unos piratas me regalaron una flor azul, y una vista hermosa llena de ellas en el lado oculto de la montaña.

Pensar en ellos me hace extrañarlos.

La flor roja se quema en la mano del Demonio su mirada cansada me hace querer tocar su rostro.

¿Cuánto trabaja este hombre?

Me dirigo a la cama y obligo que Valak se siente.

-Archiduque Valic, debe descansar.

El sonríe fríamente.

-No logro encontrar información tuya, ¿Quien eres Vanessa? ¿Y por qué me recuerdas a él?

¿El?

-No entiendo...-el me empuja hacia la cama, colocándose encima de mí.

-Tienes la misma alma...que la persona de la posada.

Tengo al Hijo de un Demonio en mi VientreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora