XVI

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Alekzius

Mis pasos suenan por la hierba áspera y por el lodo sucio, dejando mis huellas marcadas. Hace mucho que deje los tacones para correr lejos de la capital. El dolor de mis pies ha desaparecido por la adrenalina de ser atrapado, me detengo al llegar al camino de tierra. Escucho un fuerte sonido a mi lado, el relincho del caballo llena mis oídos y sus pezuñas son grabadas en mi mente.

¿Moriré aplastado por un caballo?

No, soy inmortal.

Ahora mismo, el dolor será peor que la muerte.

Pero mi bebé...

Una mano toma mi cintura y ambos desaparecimos antes de ser aplastados por el animal.

El sujeto encapuchado me suelta y su voz fría me pregunta si estoy bien.

-Si...yo gracias.

-¡Señorita! ¡¿Se encuentra bien?! ¿Cómo sale de la nada al camino de tierra?-pregunta el conductor.

-Lo siento...ustedes...¿Hacia donde se dirigen?

Hay algunas personas en el carro de estos mercaderes.

-Vamos al puerto de Carey.

¿El puerto? Puedo regresar a mi antiguo hogar si voy con ellos.

El puerto de Carey es el único lugar que tiene una conexión con el otro contiene, y el reino del que fui expulsado.

No muchas personas saben cómo llegar, el continente es inexistente para ellos.

Por lo menos yo decidí no contarle a nadie sobre el, los humanos de estás tierras se volverían locos intentando encontrarlo.

-¿Puedo ir con ustedes? Yo necesito llegar a Carey.

-El viaje será largo. ¿Está dispuesta señorita?

Asiento con mi cabeza.

Mientras esté lejos de ese demonio idiota y posesivo estaré bien aunque sea viajando con los mercaderes.

Toco mi abdomen, bebé, no necesitamos a ese padre tuyo.

-¡Entonces, bienvenida!

Entro dónde transportan la mercancía para esconderme en caso de que Valic intente ver por encima.

Observó al sujeto encapuchado sentado a mi lado, no hay más lugar, por lo que es entendible que este a mi lado.

-Gracias otra vez por salvarme.

La voz de hielo vuelve a entrar por mis oídos.

-No se la razón por la que corrías, pero debes proteger al niño en tu vientre.

Los ojos grisientos oscuros me miran de reojo. Al verlo cerca puedo notar que es un chico guapo de unos veinte y algo. Su tez es bastante pálida, el cabello azabache roza sus pestañas largas.

-Si, debo protegerlo-toco mi abdomen.

-¿De quién huye?

-De mi esposo.

-¿Es un mal hombre?

Niego con mi cabeza.

-Mi esposo es complicado, a toda costa desea mantenerme en una jaula de oro. No puedo salir si no es con el, tampoco comer con otra persona. Se ha vuelto mas posesivo últimamente, y yo adoro mi libertad, por lo que chocamos a menudo-sonrío-pero a pesar de todo eso, es un buen esposo, me ama mucho. Le estoy mostrando un poco de mi rebeldía.

Además quiero mostrarle a mi padre que estoy embarazado. ¿El se alegraría si se entera que será abuelo?

Quizás podría perdóname.

El chico se levanta, y se agacha frente a mis pies, las manos pálidas los agarran con delicadeza, una sombra oscura los rodea hasta que el dolor y las cicatrices desaparecen.

-Esto...-apenas puedo hablar, no se que poder acaba de usar, jamás había visto una sombra tan oscura.

El venda mis pies, diciéndome que usara estás vendas como zapatos mientras.

-Compraré unos en el puerto-agrega.

Bajo mi cabeza avergonzado.

-Gracias.

Es un chico amable a pesar de su apariencia.

-¿Cómo te llamas?-pregunto.

-Azael.

-Yo soy Vanessa-muestro mi mano.

El la tiende, y como siempre, la mano es tan fría sin ningún calor. ¿Que es lo que es el?

Prácticamente es como ver a un cadáver frente a mí, uno guapo y poderoso. Jamás lo había visto en toda mi vida desde que salí del reino Sidins.

-¿Eres de por aquí?

Azael se sienta a mi lado, negando con la cabeza.

-Soy de un lugar lejano.

-¿Que harás en el imperio de Carey?

-Necesito llegar al otro continente.

¿Azael es de el otro lado? Eso explicaría muchas cosas. El otro continente alberga humanos con dotes especiales.

Como yo, nací con el más especial.

Inmortalidad.

En el Reino Sidins, tienen que tomar pócimas para extender su vida, mientras yo, nací con esta "especialidad" que también se puede llamar maldición.

He visto inumerables de humanos morir que algunas vez fueron cercanos a mí.

No es un sentimiento agradable.

-Vamos al mismo destino-sonrío.

Azael se me queda mirando un momento.

-Disculpa, tienes...-sus manos se acercan a tocar mi cabello rubio, sacando una hoja.

-Oh, perdóneme, no suelo ser despreocupada con mi apariencia, solo que salí apurada y...

¿Por qué estoy dando explicaciones?

Azael baja sus ojos mirando sus dedos.

-¿No te importa si toco tu cabello?

Su pregunta me sorprende, el silencio entre nosotros perdura, realmente no se a que contestar a esa clase de pregunta. ¿Debería dejarlo? ¿Pero no sería extraño?

-Olvida lo que dije.

Me doy la vuelta, le advierto que solo puede tocar mi cabello y nada más, el suelta una pequeña risa mientras toca, ordena, y peina mi cabello desordenado.

-Un rubio como oro...-susurra.

Le veo de reojo poner una expresión lastimera.

¿Así que el también tiene emociones humanas?

-He terminado-me giro para mirarle de cerca, el retrocede un poco.

-¿Tienes un fetiche por el cabello rubio?

La pregunta sale de mi boca por si sola, no iba a preguntar, pero ya que salió...me interesa su respuesta.

-No es un fetiche, yo...mi ex pareja tenía un cabello como el tuyo.

¿Ex pareja? ¿Osea que no puede olvidar a su ex?

Tomo sus manos frías, tratando de calentarlas con las mías, el se nota nervioso. ¿No le gustará el contacto físico? Quizás me pasé.

-Te daré un consuelo, la vida es larga, si te quedas en el pasado, serás atrapado por este hasta tu muerte, por eso, sigue caminando hacia un futuro mejor-el me mira detenidamente-no te digo que olvides el pasado, solo, guarda los buenos momentos como recuerdos- apunto su pecho-en tu corazón.

-Yo...

-¡Su majestad Félix está aquí!-grita un hombre desde afuera.

Tengo al Hijo de un Demonio en mi VientreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora