Capítulo 12: Una escena de terror

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CALEB.

Después de mucho pensar en qué clase de películas le podrían gustar a Bélgica no tuve más remedio que preguntarle a Paris y no me sorprendió que fueran las de terror. Al parecer, le gustaba ver sangre y muerte.

Chica dura, mi musa...

—Chicos, ¿han visto mi pulsera negra? La quiero usar este viernes —dijo Phoebe, buscando con la mirada en la sala de estar.

En este momento me encontraba en la casa de Zack y Phoebe en uno de los asientos mirando la habitual cara de asco de Zack mientras escribía algo en un cuaderno que nunca nos dejaba leer.

Mis mejores amigos vivían juntos en una bodega que perteneció al abuelo de Zack, quien al morir se la heredó. Pheebs por razones personales vivía con él.

—No, no la he visto —respondí.

—¿Y tú, Zack? —se dirigió a él con las manos en la cintura—. Oye, te estoy hablando —agregó, golpeando su bota y provocando que bajara los pies del apoyabrazos del sofá.

—¿Yo qué? —gruñó con hastío, mirando a Phoebe, ceñudo.

—¿Escuchas alguna vez lo que decimos? —indagó, indignada.

—Lo dudo —me burlé.

Zack siempre estaba en su propio mundo. La mayoría de las personas que lo conocían lo comparaban con un muro impenetrable. Pheebs y yo lo conocíamos desde niños, pero incluso para nosotros a veces era un misterio.

—¿Tú no tienes una cita? ¿No deberías largarte? —me atacó y yo sonreí. Era entretenido sacarlo de su posición de chico frío y estoico.

—Aún tengo tiempo —repliqué, relajado.

—Entonces, ¿te gusta Bel? —intervino Pheebs con entusiasmo, tomando asiento en el apoyabrazos del sofá.

—Sabes de sobra quién me gusta —respondí tajantemente, provocando que desviara la mirada, incómoda, pues sabía perfectamente de quién hablaba.

—Pero Bel es muy linda y simpática. ¿No crees, Zack? —buscó apoyo en el chico vestido de negro.

—Si tú lo dices... —respondió sin levantar la mirada de su cuaderno, indiferente como de costumbre.

—Me encantaría que salieras con ella —dijo Pheebs con aprobación.

—¿Vas a empezar con tu papel de casamentera? —la cuestioné.

—¿Acaso no te gusta, Cale? —inquirió.

—No es eso... Bélgica es genial. Es linda y divertida, pero...

—Pero, ¿qué? —insistió en saber.

Pero no eres tú...

—¿Y tú no dices nada? —desvié el asunto, lanzándole un cojín a Zack, el cual se mantuvo inexpresivo cuando lo golpeó en la cara.

—No tengo nada que ver con tus líos amorosos —contestó mientras escribía.

—¿Qué tanto anotas? ¿Acaso escribes novelas románticas? —indagué.

—¡Yo las quiero leer! —exclamó Phoebe, poniéndose en pie, entusiasmada—. ¿Puedo? —le pidió, acercándose a él.

—Yo no me meto en sus vidas, así que no se metan en la mía —gruñó, poniéndose en pie, evasivo.

—¿Zack? —murmuró Phoebe, triste.

—Me largo —escupió, subiendo a su habitación.

—No te preocupes —hablé, poniéndome en pie para consolarla, colocando mis manos en sus brazos.

BÉLGICA [R1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora