Capítulo 36: El cielo en la tierra

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La noticia (o, mejor dicho, el chisme) de la boda fallida de mi hermana se esparció como si fuera pólvora. Los buitres de la prensa amarillista no tardaron en comenzar a exagerar toda la situación sin siquiera conocer el trasfondo y los motivos de mi hermana para haber cancelado su boda. No obstante, muchísimos de sus fans salieron a defenderla y demostraron su apoyo incondicional. Sin embargo, no fue poca la gente que la criticó en redes sociales.

Me parece preocupante ver cómo las personas le prestan mayor atención a la vida de las celebridades que a los problemas realmente importantes que aquejan al mundo.

Debido a que se había vuelto el foco de atención (más de lo normal) en la última semana, Ken había decidido irse de viaje por un tiempo y apartarse de las redes sociales para lograr el aislamiento que tanto había necesitado durante mucho tiempo.

Austria a veces decía que nuestra hermana mayor era cobarde por no enfrentar al mundo para ser quien realmente es, pero yo no estoy de acuerdo con ella. Creo que se necesita demasiada fortaleza para soportar la presión a la que Kenya fue sometida durante toda su vida y se necesita aun más valor para romper esas cadenas después de tanto tiempo. Es por ello que admiro tanto a Ken y realmente espero que pueda encontrar su felicidad o, mejor dicho, que se encuentre a sí misma...

—¿Qué haces, musa? —interrumpió mis pensamientos Caleb, sentándose a mi lado en el sofá.

—Nada... Solo miraba el Instagram de Kenya... —respondí, guardando mi móvil.

—Supongo que la extrañas —emitió, acariciando mi cabello.

—En los últimos años ella nunca estuvo cerca de nosotras, pero al menos me consolaba el hecho de que estaba lejos porque hacía algo que le apasionaba; pero no era así... —lamenté con voz triste.

—Debió ser muy difícil para ella... A veces vemos las redes sociales de los famosos y la grandiosa vida que llevan y olvidamos que son personas también, personas que quizás detrás de todo su lujo tienen problemas que somos incapaces de imaginar...

—A veces detrás de una sonrisa se oculta el mismo infierno... —murmuré, contemplando el techo mientras recostaba mi cabeza en el espaldar del cómodo sofá.

—Supongo que mi plan no funcionó —comentó de repente.

—¿Tu plan? —repetí.

—¿Por qué crees que te traje aquí? —preguntó, señalando la sala de estar de la enorme mansión en el bosque a la que me había invitado este fin de semana.

El lugar tenía un estilo rústico, pero elegante a la vez y la mayor parte de la decoración era de colores oscuros, los cuales contrastaban con las enormes ventanas de cristal que había en casi toda la mansión.

—Oh, cierto. —Sonreí—. Querías animarme para que no estuviera triste por Kenya —rememoré.

—No me gusta verte triste —reconoció, acariciando mi rostro.

—Tranquilo, gracias a ti estoy un poco más animada —aclaré para consolarlo.

—Quisiera poder hacer más por ti...

—Solo abrázame —le pedí como si fuera una niña pequeña, rodeándolo con mis brazos.

—¿Solo eso? —indagó con tono pícaro—. Hay muchas más cosas que podría hacerte... —ofreció mientras sus manos trazaban un peligroso recorrido descendente por mi espalda—, digo... hacer por ti —se corrigió rápidamente, fingiendo inocencia.

—¡Caleb! —exclamé, apartándolo con el rubor en las mejillas, lo cual lo hizo reír, divertido.

¿Ya les dije que Caleb tiene una risa preciosa?

BÉLGICA [R1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora