Capítulo 15: Malas vibras

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Durante el transcurso de la semana fui a comprar comida para Pickles. Pude pedirle a Silvia que lo hiciera, ya que era su trabajo, pero un poco de ayuda no le vendría mal. Además, me hacía bien salir de casa durante las tardes, así evitaba tratar con mi madre.

Aún no olvidaba la cena del fin de semana. La forma en que enalteció a mis hermanas y me ignoró fue más dolorosa de lo que me atrevería a expresar.

—¿Está bien, señorita? —me preguntó Owen, nuestro chofer, mientras conducía viéndome por el espejo retrovisor.

—Sí —murmuré, saliendo de mi ensimismamiento y depositando la mirada en Pickles, quien iba a mi lado sacando la cabeza por la ventana para sentir la brisa fresca mientras sacaba la lengua.

Qué buena vida.

—Owen, ¿qué edad tienes? —pregunté para desviar mis pensamientos del tema de mi madre.

—Tengo 23 —respondió, neutro.

—Wow, eres menos viejo de lo que pensé —emití, más sorprendida de lo que quería aparentar.

—¿Debo decir gracias? —dijo; divertido, pero extrañado.

—Oh, no lo malinterpretes. Es por tu excelente aspecto físico —contesté y al segundo me arrepentí.

Eso, Bel. Sutil como tsunami.

—¿Debería tener miedo? —añadió.

—Relájate, no me gustas —aclaré—. Me gusta otro idiota.

—¿Ahora soy idiota?

—¡No me refería a eso! Lo que quise decir fue... Olvídalo —gruñí, desviando la mirada, totalmente avergonzada, ya que él me observaba de vez en cuando por el retrovisor.

Supongo que por cosas como esta mi madre prefiere a mis hermanas...

—Hablas muy poco, ¿no? —pregunté después de unos segundos porque me aburría y porque mi madre arribaba a mi cabeza instantáneamente.

—No me pagan para hablar.

—Pues hoy te ordeno que hables. Para eso te pago —bromeé, fingiendo seriedad.

—No es usted quien me paga, pero está bien —se lo tomó con humor—. Supongo que pensar la está agobiando...

—¿Tanto se me nota? —murmuré.

—Me pagan para que vele por el bienestar suyo y de sus hermanas. Debo estar atento a cualquier signo que denote que no están bien —explicó.

—Gracias por cuidarnos siempre...

—Solo hago mi trabajo —le restó importancia.

—Ya te has vuelto a quedar en silencio —me quejé después de unos segundos.

Owen llevaba un tiempo trabajando en casa como guardaespaldas y chofer (aunque realizaba más la última función), pero yo no sabía mucho de él.

—No sabía que su mejor amigo Will se había convertido en un idiota —habló repentinamente.

—¿Qué quieres decir? —articulé, confundida.

—Dijo hace poco que le gustaba "otro idiota" —explicó, dando a entender que sabía que me gustaba Will, o bueno, que solía gustarme.

—¿Cómo sabes que...? —balbuceé.

—Silvia habla de más en ocasiones... —Sonrió.

—Esa chismosa... —mascullé.

BÉLGICA [R1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora