Capítulo 27: Ella

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Después de un fin de semana un poco triste el lunes había llegado imparablemente. Si no fuera por la desilusión que albergaba debido a la discusión que tuve con Caleb, diría que era un día normal.

Mientras caminaba por el pasillo durante el horario de almuerzo escuché, proveniente del salón de arte, una hermosa voz cantando, una voz que me había deleitado antes.

Caleb...

Al asomarme en la puerta para oírlo mejor, me percaté de que estaba de espaldas a mí. Aún seguía dolida y un poco enojada con él, pero sabía el sueño tan grande que representaba para él triunfar en la música y, aunque nuestra incipiente relación no estuviera en su mejor momento o incluso si terminaba, él siempre contaría con mi apoyo.

—Bel... —murmuró al girarse, sosteniendo una guitarra acústica, estupefacto.

—Por favor, continúa —le pedí tímidamente, aproximándome a su asiento.

—No sabía que estabas ahí... —emitió, nervioso.

No sabía si sus nervios se debían a que lo había escuchado en su momento de concentración o al hecho de haberle hablado después de la discusión.

—Bel, yo... quiero pedirte perdón... No fue mi intención... tratarte de esa manera... No lo merecías. Discúlpame...

Ante su petición de disculpas simplemente me quedé observándolo sin emitir palabra alguna.

—Si necesitas algo, yo ya me iba... —agregó.

—No —lo detuve—, solo sigue cantando —repetí mi petición y él se quedó mirándome de una forma extraña, como si evaluara si merecía escucharlo—. Por favor... —añadí y, al parecer, eso lo convenció porque volvió a tomar asiento, posicionando su guitarra para empezar.

Antes de iniciar respiró profundo mientras cerraba sus ojos, como si se estuviera preparando para cantar, como si fuera doloroso para él hacerlo. Nunca antes lo había visto en ese estado tan melancólico a la hora de ejecutar su arte. Por el contrario, siempre estaba lleno de energía y vitalidad.

Cuando depositó su azul mirada en mi rostro me limité a sonreír débilmente para darle ánimo. No sabía por qué, pero sentía que necesitaba aliento. Luego miró su guitarra y comenzó a tocar una agradable melodía que no conocía.

«Cuando ella llegó él volvió a nacer
sin imaginar cuánto podría perder.
Sus antiguas heridas ella cerró,
era el sol que a su vida luz le dio.

La primera vez que la vio
juró protegerla como a un tesoro,
pero falló, la quebró.
Su ilusión se rompió
cuando ella se marchó.

Ahora él canta en las noches:
mi ángel, no te alejes de mí.
Te herí, pero no fue mi intención.
Mi mundo se derrumbó
cuando te fuiste de aquí.

Ahora tu recuerdo me persigue.
Ni cerrando los ojos mi tristeza se extingue
porque eres mi faro y mi tormento,
mi única palabra de aliento.

¿Mi niña con alas, sigues ahí?
Mis promesas no cumplí,
pero aunque ya no estés
aún vives en mí.

Ahora canto en las noches:
mi ángel, no te alejes de mí.
Te herí, pero no fue mi intención.
Mi mundo se derrumbó
cuando te fuiste de aquí.

¿De qué sirve decirte que lo siento
si te fuiste cuando no era tu momento?
Aléjame de esta realidad,
déjame ir contigo a volar.

BÉLGICA [R1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora