Capítulo 18: Promesas

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BÉLGICA.

Mientras contemplaba el techo de mi habitación durante la tarde del jueves mi fiel amigo Pickles me observaba, acostado a mi lado en mi cama, como si supiera que había algo que me atormentaba.

Y sí lo había: Caleb... y Megan.

La forma en la que Caleb logró inmiscuirse en mi cabeza con su sonrisa y encanto me daba miedo. Lo desconocido que era en realidad me aterraba aun más y la forma en que lograba confundirme cuando pensaba que finalmente había descifrado sus secretos era lo peor.

Pensaba que estaba enamorado de Phoebe y de la nada lo veo besándose con Megan en la biblioteca justo cuando pensé que quería hablar para aclarar las cosas, para contarme algo significativo de su vida que me ayudaría a comprender a ese chico que me estaba comenzando a gustar tanto; pero ya veo que es imposible.

Desde el lunes lo estuve evitando porque no quería enfrentar sus mentiras nuevamente. Todo era una cortina de humo.

Mientras me freía el cerebro pensando en Caleb, Pickles me tocó con su hocico en un gesto tierno y preocupado.

—Eres el único que es sincero conmigo, Pickles —le dije, acariciando su cabeza, lo cual lo animó un poco, ya que al parecer yo también estaba un poco más animada—. ¿Crees que alguna vez conoceremos realmente a Caleb? —pregunté y él inclinó su cabeza, como si estuviera confundido—. Para ti todo es muy simple. Lo viste una vez y logró agradarte. Caleb tiene ese poder... Llega de repente, usa todo su encanto y hace que caigas rendida ante su sonrisa, pero nunca logras descubrir qué hay detrás de esa sonrisa. ¿Qué lo atormenta? ¿Qué lo hiere? ¿Qué lo persigue? ¿Quién es en realidad? Son preguntas que no tienen respuesta cuando estás enamorada de Caleb Shines...

—Así que te enamoraste... —escuché comentar a una voz procedente de la puerta.

—Paris... —emití, sorprendida y avergonzada de que escuchara mi conversación con Pickles.

—Sabía que tarde o temprano te darías cuenta de que tenía razón —se jactó, tomando asiento en la cama.

—Amas tener la razón —repliqué.

—Pues sí —admitió—, pero lo que realmente me importa es que tú estés feliz —añadió, acariciando mi mano.

—¿Crees que estar enamorada de Caleb me hará feliz? —pregunté, dubitativa.

—Creo que podrías intentar averiguarlo —emitió ella.

—Lo vi besando a Megan —confesé.

—Hijo de... sus padres —masculló—. Y esa Cuernos de diabla no pierde el tiempo. Siempre quiere todo lo que es tuyo —dijo entre dientes.

—Caleb no es mío —rebatí.

—Es obvio que tú le gustas y ella se metió en medio solo para molestarte —opinó.

—No lo creo, Paris —dudé—. Ellos ya se conocían desde antes. Tienen una historia que desconozco, pero es evidente que tuvieron algún tipo de vínculo afectivo y, conociendo a Caleb, ya sabemos lo que fue...

—¿Y si nos metemos en un convento? —soltó de repente, haciéndome reír.

—No sobrevivirías en la abstinencia —comenté, divertida.

—Me obligaría a hacerlo. Los hombres no merecen la pena —dijo, acostándose en la cama con dramatismo.

—Habló la que no puede vivir sin ellos —repliqué, arqueando una ceja. Paris era bastante liberal... Había perdido la cuenta de los novios que había tenido.

BÉLGICA [R1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora