Misión Progresiva (Parte 3).

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Ian caminaba por el bosque,

Era tarde en el reloj, casi llegaba la  noche espectral.

A su alrededor miles de cuerpos inertes.

Compañeros, familia, amigos de años.

Redujo los cuerpos a cenizas.

Culminó el delito.

Una esposa que no pudo tener hijos, hijos adoptivos que habían estado buscando a sus padres biológicos, una madre soltera acabada por las largas jornadas de trabajo en la empresa téxtil que nunca pudo dar el gran salto, hermanos que se habían estado preocupando más por terminar un doctorado, y un negocio para llevar países subdesarrollados a estudiar la Luna. Sí que era importante uno de los hermanos. Ian no se podía dar el lujo que los humanos a su alrededor tuvieran éxito en sus respectivos sueños. Algunos el estropió, otros... sólo tuvo que mirar.

Portaba una cajetilla de cerillos con unos pocos, una playera blanca que le había regalado su madre al cumplir 21 años, un pantalón desgastado color azul y unas botas de piel algo acabadas por el polvo y el lodo del bosque.

El bosque era totalmente verde, sólo contrastaban algunos troncos largos y robustos.

Había una cruz en uno de los arboles, era gigante, se notaba demasiado.

Ian la había hecho, su misión estaba totalmente hecha.

El había estado estudiando a los humanos.

Paso una gran cantidad años observando cuidadosa y pacientemente el comportamiento de lo que para él era una aberración natural: La Humanidad.

De pronto, el bosque había desaparecido, literalmente, Ian había creado un espacio vacío.

Jamás tendría que pagar condena, ya que sus crímenes no pueden ser juzgados.

No había manera de que alguien en el multiverso se enterara de lo que paso en aquél bosque...

El ahora tenía una nueva misión: ir por uno de los suyos.

Cuentos de una mente rotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora