4 - La verdadera Deimos

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Al parecer, (según las palabras de Nawel) él y Deimos se conocían desde hace unos cuantos siglos

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Al parecer, (según las palabras de Nawel) él y Deimos se conocían desde hace unos cuantos siglos. Resulta que Deimos fue adoptada por otra hechicera (quien, por desgracia, se murió y la pobre demonia tuvo que volver a su plano oscuro) y esa hechicera convivía con Nawel, siendo así que los 3 se conocieron.

—¿Y quién era esa hechicera? — pregunté, mientras observaba cómo Nawel colocaba manteles de encaje debajo de los platos en la mesa, dándole un toque tan adorable que parecía sacado de una revista de brujería hogareña. ¿Cómo le explico a Nawel que en mi casa no solemos poner tanta parafernalia en la mesa para comer?

—Rosaline Pavloka

Respondió Nawel con naturalidad, como si fuera el nombre más común del mundo.

—¿Cómo es posible que tenga un nombre tan típico de bruja? —pregunté, intentando no reírme.

Nawel levantó la mirada, clavando sus ojos brillantes en los míos. Su expresión era un cóctel de misterio y diversión mientras respondía con un guiño alegre:

—Oh, créeme, Rosaline Pavloka era todo un personaje. Le hacía un honor interesante a su nombre, era sin duda aterradora, solía intentar crear sus propios hechizos para poder tener un poco mas de poder que los demás hechiceros.

—Pues con eso de que ella invoca un demonio de destrucción por voluntad propia, no me sorprende en los más mínimo.

Nawel soltó una carcajada melodiosa y asintió con entusiasmo.

—Imagínate, una vez intentó crear una poción de amor con solo escamas de sirena, lágrimas de cocodrilo y uno de mis dientes viejos. Aunque te parezca increíble, casi le funciona a mi vecino.

—¡No me digas!— exclamé, conteniendo la risa, aquello sonaba algo bastante curioso y más para alguien como yo —. Parece que Rosaline Pavloka era toda una experta en el arte de las mezclas románticas. Pero, espera un momento, ¿dientes viejos? ¿Tus dientes viejos?

Nawel asintió con una sonrisa traviesa.

—Sí, resulta que los dientes de los vampiros tienen ciertas propiedades especiales. Por supuesto, los míos no son como los dientes de cualquier otra criatura. Son muy codiciados en el mercado de las brujas y los hechiceros.

Nawel hace una pausa, sacando una pequeña pelusa que había por encima de la mesa con tanto cuidado como si temiera que la madera se cayera a abajo.

—Aunque, por suerte, nunca logró hacer que uno de sus brebajes funcionara en mí. Soy inmune al amor, dicen.

—Bueno, eso es una suerte —respondí, aliviada—. Imagínate si hubieras tenido a todo el vecindario enamorado de ti por culpa de una poción fallida. Serías el centro de atención en las reuniones de la asociación de brujos y hechiceros.

Nawel soltó una risita y comenzó a repartir los platos en la mesa con una precisión milimétrica.

Por lo que Nawel me contaba, parecía que Rosaline era una bruja bastante de película, un tanto estereotipada. 

Tres Enredos Mágicos (PRONTO CORRECIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora