La Senda del Oso. La decisión de Esnou de mudarse a Entrago no fue por gusto, sino por necesidad. La ausencia de empleo le propició una situación de desamparo que provocó, aún con los ahorros que tenía, que no pudiera hacer frente a los pagos del alquiler en solitario; es por eso que su mejor amigo, Caronte¹, le invitó a vivir con él para poder salir del paso... Cuando se trasladó allí, dado el aspecto físico fuerte y algo grueso que poseía, sumado a su orientación sexual, su padre le dedicó un comentario cómico al respecto: "contigo la población de osos ha aumentado".
Lo cierto era que en el año que llevaba viviendo en la zona jamás había avistado uno, ni siquiera había escuchado rumores. Era habitual toparse de noche en las carreteras con ciervos, zorros, tejones, comadrejas, incluso en época de lluvias éstas se llenaban con decenas de sapos, pero nada más. Entonces, ¿qué era lo que había rescatado de la montaña? Su mente no dejaba de pensar en que se tratase del aguerrido guerrero, sobre todo por las heridas que el osezno presentaba en todo su cuerpo.
—Te ha jodido bien.
Al joven le gustaba recurrir al diálogo consigo mismo en voz alta como herramienta para ordenar sus pensamientos en situaciones de estrés. Además, muchos días no tenía la oportunidad de conversar oralmente con nadie, a menos que jugase a algún juego online que requiriera trabajo en equipo, y se le hacía extraño no escuchar su propia voz.
En el suelo frente a él yacía el maltrecho cuerpo de su invitado, junto a una nevera estropeada, y entre medias de la lavadora y la secadora. La caseta trasera servía principalmente como almacén, lleno de trastos inútiles y telarañas, no obstante para Esnou muchas veces ejercía de refugio; un lugar donde poder liberar tensiones con libertad y en completa soledad.
—¿Qué eres? —preguntó tímidamente mientras trataba de limpiar la sangre de su pelaje con un paño húmedo—. Desde luego un oso normal no.
Las heridas parecían graves. Algunas de ellas eran tan profundas que requerirían de puntos de sutura si quería cerrarlas, conocimientos que él no tenía... Embargado por la presión, por el miedo, se vio tentado a llamar a las autoridades. Quizás ellos pudieran ponerle en contacto con protectoras animales que le prestasen la ayuda necesaria mientras aún hubiera tiempo.
—No... ¡No! —El oso se agitó con brusquedad y accidentalmente arañó el metal de los electrodomésticos—. ¡Mercurymon! ¡Mervamon!
Esnou se echó hacia atrás, cayendo de culo contra el suelo, para evitar las afiladas garras del osezno que a punto estuvieron de rebanarle la garganta o alguna extremidad. Estaba sudando, tenso, tanto que su respiración entrecortada podía escucharse a unos diez metros de distancia... ¿Mercurymon? ¿Mervamon? Que aquel animal, criatura, lo que fuese, tuviera la capacidad de hablar le turbaba los pensamientos al mismo tiempo que le hacía rememorar una de sus sagas literarias favoritas donde los animales dominaban el lenguaje humano: Las Crónicas de Narnia.
—¡¿Qué eres?! —repitió desesperado en voz alta.
—Soy un... Digimon.
Los azulados ojos del oso se clavaron en el joven. A duras penas podía detenerse a sentir nada que no fuera dolor, sin embargo logró sacar la fuerza suficiente para dedicarle una mirada de agradecimiento... No sabía quién era o por qué le había arrastrado con las cintas hasta aquel lugar, pero lo que sí supo percibir fueron sus buenas intenciones antes de que su cuerpo empezase a descomponerse en diminutos cubitos digitales.
—¡¿Qué narices está ocurriendo?! —Esnou le miró con estupor sin saber qué hacer. El osezno se estaba desintegrando como por arte de magia mientras sus partículas se arremolinaban entre sí—. Di-digimon...
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Digimon: Arkadia
FanficDIGIMON: ARKADIA || ¿Y si tuvieras la oportunidad de ser el protagonista de tu propia historia Digimon? Acompañado por Bearmon, permitidme que os narre la mía. Juntos viviremos mil aventuras y peligros en un viaje de ensueño hacia lo desconocido. ¿O...