Capítulo 18 · Atracción Fatal

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Adaptarse al nuevo horario estaba causándole estragos a Esnou. Su jornada laboral de siete horas le obligaba a madrugar, reflejado en su rostro somnoliento y el inevitable cansancio a la hora de llegar a casa. Estaba tan exhausto que apenas tenía ganas de sentarse frente al ordenador y ponerse al día con las series atrasadas, circunstancia que entristecía a Teddy.

El osezno no sabía qué hacer tanto tiempo en solitario, dando gracias los días que coincidía con Caronte en casa, quien le hacía compañía antes de ir al gimnasio. Por ello, su compañero le había comprado un mando de dimensiones considerables, envuelto en una funda protectora, para que se entretuviera jugando a la consola. ¡Al Hollow Knight, ni más ni menos!

—Me matan siempre. ¡He perdido todos mis ahorros! —protestó el osezno al ver como una polilla ígnea le arrebataba la vida.

—Es un quita vidas, por muy precioso estéticamente que sea—dijo Caronte, quién había sido bautizado cariñosamente como el gruñoncete—. Mira que le recomendé que te enseñase a jugar al Animal Crossing...

Teddy pegó un par de gemidos furiosos antes de buscar un banco en el que sentarse y poder guardar. Luego puso la televisión normal, a tiempo de que el tamer llegase a casa y fuese directo a la habitación de juegos.

Venía con su uniforme naranja y azul, manchado, y unas ojeras que reflejaban el agotamiento de aguantar una soporífera clase sobre teoría que se le hacía demasiado pesada. Aún así, estaba aprobando los exámenes y muy pronto comenzaría la parte práctica.

—Buenas tardes a los dos. —Se abrió de brazos para recibir a su compañero—. ¿Has decidido rendirte ya?

—¡Nunca!

De repente, el barullo proveniente del televisor captó su atención. El programa mañanero había extendido su longitud, continuando con su emisión una vez acabado el noticiero. Al parecer, uno de los colaboradores más polémicos había desaparecido.

—Cuéntanos. ¿Qué fue lo último que te dijo?

La mujer de pelo blanquecino sollozó, un sollozo fingido que en cámara conmovería a la audiencia. Incluso tenía al plató entero en vilo. Desde luego sabía cómo dirigirse al espectador para difundir su mensaje.

—Tenía miedo. Estaba asustado —explicó con pocas palabras, para aumentar el dramatismo—. Creía haber descubierto una trama conspiranoica encubierta por el gobierno, hablaba errático y decía temer por su propia vida.

La presentadora se llevó la mano al pecho alarmada, mientras que Aique miró con escepticismo a Erika. Algo en ella no terminaba de convencerle, mucho menos siendo recomendada por Miguel.

—Si me permitís, quisiera hacer un llamamiento a cámara. —Esperó a que los focos se centrasen en ella—. Miguel. Si estás ahí fuera, si estás huyendo o te has metido en algún tipo de problema, llámame. Haré todo lo que esté en mis manos por protegerte.

Caronte puso los ojos en blanco al escucharla. De opiniones marcadas, para su gusto esperaba que el periodista hubiera recibido lo que se merecía por ser un instigador de odio hacia la comunidad LGTBIQ+.

—¿Crees que...? —El osezno tenía miedo de terminar la frase, porque de hacerlo se estaría poniendo en el punto de mira él también.

—¿Qué haya podido ser obra de un Digimon? —Esnou no tuvo reparos en plantearlo. Morphomon estuvo a punto de hacerles daño a las niñas del barrio y probablemente Musyamon habría matado sin reparos a cualquier humano que se topase en su camino—. Lo veo factible. Dentro de su locura y afán de protagonismo, es plausible que su investigación le condujera directo hacia algún digimon y haya salido mal parado.

Digimon: ArkadiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora