Capítulo 11 · Crossover

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Universos alternativos, el Circuito, Emblemas Digitales, demasiados términos para procesarlos de inmediato. A duras penas Esnou lograba comprender lo laberíntico y aleatorio de los portales, muerto de miedo por quedar atrapado en un mundo ajeno al suyo. La prioridad era regresar a casa, sanos y salvos.

—¡Mucha suerte! —deseó Ogremon.

Teddy se despidió amablemente alzando su garra derecha.

Mientras conversaban había aparecido un portal en las inmediaciones, cerca de un lago donde descansaba un vagón de tren aislado en un céntrico islote. Los compañeros se dirigieron a él con la esperanza de poder regresar a su hogar, pero con una tímida sensación de inseguridad.

—Date prisa —instigó el joven. Podía notar un sudor frío rodándole la nuca hasta alcanzar el poncho aterciopelado. Se había colocado el Circuito alrededor del cuello, a plena vista.

A diferencia de los portales anteriores éste lucía una coloración grisácea bastante peculiar, menos brillante. Además, de alguna manera lograba transmitir cierta aura de tristeza a su alrededor. De inmediato un malestar se apoderó de ellos y se aferró a sus corazones, constriñéndoles.

—¿E-Estás seguro de que es por ahí? —El osezno titubeó. Tenía el pelaje erizado tras sentir un escalofrío.

—No veo que tengamos más opciones. Debemos arriesgarnos.

Rápidamente se cogieron de la mano. Conocían los efectos secundarios que sufrirían al adentrarse. Sin embargo, ambos sospechaban que este viaje sería distinto a los anteriores. Un intercambio de miradas, seguido de una respiración profunda bastó para calmarles. Los múltiples encuentros con desconocidos les habían enseñado una gran lección: juntos podían realizar cualquier cosa que se propusieran, dentro de unos límites.

—Adelante.

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Universo: Digimon Adventure (Luces & Sombras)

La asfixia que sintieron fue casi imperceptible, confirmando así que sus cuerpos se aclimataban con cada viaje. No obstante, su intuición no les había fallado, pues de todos había sido el más brusco. Rápidamente se examinaron mutuamente hasta dar con pequeñas contusiones y cortes que, si bien no eran preocupantes, requerían de cura para no infectarse.

—¿Dónde estamos? —preguntó el osezno.

Algunos metros por delante, en un suelo de aparente mármol impoluto en el que los objetos sobre él se reflejaban como si de un espejo se tratase, un chico humano, desgarbado y escuchimizado, se arrastraba de rodillas y de espaldas a ellos.

—P-Por favor —dijo juntando las manos—, haga un esfuerzo por profetizarla. L-Le ju-juro que haré l-lo que me pi-pida.

A su voz temblorosa le siguió el eco que chocaba contra las paredes, altas y del mismo material que el suelo. Esnou y Teddy intercambiaron miradas olvidándose de sus heridas sin saber dónde estaban.

—Estás pidiendo un imposible. —Una segunda voz brotó de alguna parte—. La Profecía aparecerá cuando deba.

El joven se inclinó hacia la derecha. Tras una imponente columna ocre de grandes proporciones había una criatura tapada con una tela morada y lo que parecían orejas doradas de gato. No pudo verla bien, pues se escondió rápidamente tras la columna y le indicó al osezno que guardara silencio. La desesperación del chico le decía que aquella era una conversación importante y que no debían intervenir.

—¿Cu-Cuando de-deba? —repitió el muchacho. Esnou pensó que no debía de tener más de catorce o quince años, a pesar de su abundante mata de pelo grisáceo—. Pe-Pero ¿cuándo será e-eso?

Digimon: ArkadiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora