La muerte, es ese destino que a todos alcanza, llega a nuestro encuentro en un inescrutable compás. En las páginas de innumerables libros que mis ojos han recorrido, el ciclo es siempre constante. Emerges al nacer, floreces con el transcurso de los días, te envuelves en el éxtasis del amor, te unes en un sagrado vínculo matrimonial, engendras nuevas vidas, las cuidas y entregas todo tu amor mientras tu compañero provee para el hogar. Tus hijos crecen y, a su vez, se sumergen en este mismo ciclo implacable. Y al final de todo, te sumerges en un descanso eterno. Es en este tránsito de la existencia, entre susurros de almas y latidos de corazones, donde encontramos la fugaz belleza de nuestra estadía en este mundo lleno de pecado.
Pero en este ciclo, entre los eslabones que crean nuestra historia, hallamos el amor como faro iluminando el camino. Es un fuego inextinguible que arde en nuestras almas, desafiando la fugacidad de nuestra existencia. En cada latido, en cada mirada compartida, se erige como un lazo que trasciende el velo de lo efímero. En cada encuentro, el amor se entrelaza con la vida misma, tejiendo hilos de conexión y dejando su huella imborrable en nuestra esencia. A través de los siglos, las historias de amor han sido escritas y contadas, impregnando las páginas del tiempo con sus suspiros y promesas. Es en la melodía de sus susurros y en la danza de sus abrazos donde encontramos un refugio frente a la inevitable presencia de la muerte.
En el abismo sombrío de la existencia, la muerte aguarda paciente, con sus garras afiladas y su manto oscuro. Pero entre las sombras, emerge una pasión prohibida que desafía los límites impuestos por el destino. Dos almas entrelazadas en un amor prohibido, dos corazones que laten al ritmo de la clandestinidad. En un mundo donde las convenciones sofocan los anhelos más profundos. Dos almas, unidas por un vínculo intenso y profundo. En medio de la oscuridad la cual amenaza con extinguir su fuego. Una hoguera se erige como un terrible destino, condena a los que se atreven a amar de manera distinta.
Así, mientras recorremos las páginas de nuestra propia historia, no perdamos de vista el regalo efímero que es el amor. Que cada encuentro sea una oportunidad para tejer vínculos profundos, para crear momentos eternos que se desprendan de las cadenas del tiempo. En cada latido de nuestro corazón, en cada suspiro de nuestros labios, demos al amor el poder de convertirse en la inmortalidad que anhelamos, más allá de las fronteras que la muerte nos impone.
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Coronas entrelazadas
Romance"Coronas Entrelazadas" es una cautivadora novela que nos sumerge en un mundo medieval lleno de intrigas, pasiones prohibidas y valientes luchas por el amor y la libertad. Ambientada en un reino donde los deberes y las convenciones sociales gobiernan...