La suave melodía de la música resonaba en la sala del té del castillo, envolviendo a la princesa en un ambiente de serenidad. Los rayos dorados del sol acariciaban su rostro mientras se sumergía en la taza de té humeante que sostenía entre sus delicadas manos. Sin embargo, la tranquilidad de aquel momento se vio interrumpida por la presencia imponente de su padre, el rey, quien irrumpió en la sala con una expresión grave y decidida.
– Querida hija. – Dijo el rey con solemnidad, mientras su mirada se posaba sobre la princesa con seriedad.– Debo hablarte de un asunto de suma importancia. Se ha decidido que debes casarte con el príncipe de la lejana región de Avelara.
La princesa se sintió como si una ráfaga helada hubiera atravesado su cuerpo. Dejó la taza de té sobre la mesa, sus manos temblaban levemente.
–Padre, ¿cómo puedes decidir mi destino sin mi consentimiento? ¿No comprendes que mi corazón no pertenece a ese príncipe desconocido? – exclamó, con voz cargada de angustia.
El rey suspiró, apretando los puños con fuerza antes de responder.
–Hija mía, entiendo tus preocupaciones y deseos, pero debes entender que esta alianza matrimonial es vital para nuestro reino. Las tensiones entre las regiones se intensifican, y un matrimonio con el príncipe de Avelara asegurará la estabilidad y la paz que tanto anhelamos. No puedo permitirme ceder a los deseos del corazón en detrimento del bienestar de nuestro pueblo.
La princesa Isabella luchaba por contener las lágrimas que amenazaban con emerger en sus ojos. Sabía que las palabras de su padre tenían un trasfondo de verdad, pero su corazón se negaba a aceptar su destino impuesto.– Padre, entiendo la responsabilidad que conlleva ser princesa, pero ¿debo sacrificar mi propia felicidad en aras de la política y la diplomacia? ¿No merezco encontrar el amor en mi propio tiempo y lugar?
El rey se acercó a su hija y tomó suavemente sus manos, buscando transmitirle su determinación.– Hija mía, comprendo tus dudas y angustias. Pero nuestro deber como gobernantes es mirar más allá de nuestras necesidades individuales y trabajar por el bienestar del reino en su conjunto. Confía en mí, el príncipe de Avelara es un hombre honorable y nuestro matrimonio unirá nuestras tierras y asegurará un futuro próspero para nuestro pueblo.
La princesa, luchando contra las lágrimas que amenazaban con caer, sintió el peso de su deber presionando sobre sus hombros. La responsabilidad hacia su reino pesaba sobre su corazón, pero el amor y la libertad también clamaban por su atención. En medio de aquel dilema, se dio cuenta de que estaba en la encrucijada de su destino, donde debería decidir entre lo que se esperaba de ella y lo que anhelaba en lo más profundo de su ser. Con el corazón pesado, la princesa asintió en silencio, sabiendo que su camino se había trazado y que debía aceptar su destino impuesto. A medida que el rey abandonaba la sala del té, ella se quedó sumida en un silencio agónico, sintiendo cómo su propio ser luchaba contra las cadenas que amenazaban con aprisionar su espíritu.
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Coronas entrelazadas
Romance"Coronas Entrelazadas" es una cautivadora novela que nos sumerge en un mundo medieval lleno de intrigas, pasiones prohibidas y valientes luchas por el amor y la libertad. Ambientada en un reino donde los deberes y las convenciones sociales gobiernan...