Capítulo 18 - El Banquete Inesperado

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El castillo estaba adornado con espléndidos colores y luces centelleantes mientras los invitados de todo el reino se reunían para el banquete real. Isabella, Victoria y el Príncipe William estaban ocupados recibiendo a los invitados, asegurándose de que todos se sintieran bienvenidos. La sala del trono estaba llena de un zumbido de conversaciones animadas y risas mientras las personas disfrutaban de los aperitivos y las bebidas. La idea de una apuesta surgió inesperadamente cuando William, con su tono juguetón, propuso un desafío entre ellos.

– ¿Qué les parece si hacemos una apuesta esta noche? – preguntó con una chispa traviesa en sus ojos.

Las cejas de Victoria se alzaron con curiosidad.

– ¿Una apuesta? ¿En un banquete real?

Isabella, que siempre disfrutaba de una pequeña dosis de diversión, asintió con interés.

– Estoy intrigada. ¿De qué se trata esta apuesta?

William, con una sonrisa pícara, reveló su plan.

– Vamos a ver quién de los tres puede comer más pastel durante el banquete. El ganador obtendrá... ¡un deseo concedido por los otros dos!

Las miradas de sorpresa y diversión se cruzaron entre los tres. La idea de una competencia de comer pasteles en medio de la realeza era inusual, pero eso solo añadió al entusiasmo de la propuesta. El banquete comenzó con una sucesión de platos exquisitos: desde carnes asadas hasta pastas elaboradas y deliciosas ensaladas. Pero todos sabían que el plato culminante serían los pasteles, y esperaban con anticipación el desafío que se avecinaba. Los invitados comenzaron a notar la inusual competencia que se estaba gestando entre los anfitriones. Los comentarios y las risas se mezclaron con el tintineo de las copas de vino mientras todos observaban con asombro la intensidad con la que Isabella, Victoria y William se enfrentaban a sus respectivos pasteles.

A medida que avanzaba la noche, el concurso se volvía más reñido. Isabella, a pesar de su apariencia delicada, demostró ser una competidora feroz. Victoria, con su apetito voraz, también dejó su huella en el banquete. William, decidido a no ser superado por las dos mujeres en esta competencia, hizo su mejor esfuerzo. Los pasteles desaparecían a un ritmo vertiginoso, mientras los invitados observaban con asombro y deleite. La risa y los comentarios juguetones llenaban la sala, creando un ambiente de alegría y camaradería que se extendía por todo el salón.

Con cada pastel que desaparecía, la competencia se volvía aún más intensa. Isabella tomó un sorbo de agua y rió entre bocado y bocado.

– Nunca imaginé que un banquete real se convertiría en una competición de comer pasteles.

Victoria asintió, su mirada fija en el pastel que tenía delante.

– Es un cambio bienvenido de ritmo, eso es seguro.

William, con migajas de pastel en la comisura de la boca, asintió con entusiasmo.

– ¡Estoy decidido a ganar!

Los invitados aplaudieron y vitorearon, disfrutando de la inusual competencia de comer pasteles. Era evidente que Isabella estaba en la delantera, habiendo superado a Victoria y William por solo un pastel. Con una sonrisa triunfante, Isabella se recostó en su silla, satisfecha pero también ligeramente aturdida por la cantidad de comida que había consumido. Victoria y William también estaban visiblemente llenos, pero nadie había perdido el buen humor.

William se rió mientras se limpiaba las migajas del rostro.

– Felicidades, Isabella. Has ganado el derecho a un deseo de los dos perdedores.

Isabella sonrió y miró a Victoria.

– Mi deseo es simple. Quiero que los dos me acompañen a dar un paseo por los jardines del castillo.

Victoria asintió con una sonrisa traviesa.

– Un paseo en los jardines suena encantador.

William se unió a la aprobación.

– Muy bien, entonces. Después de que todos se retiren de la cena, nos encontraremos en los jardines.

La noche continuó con brindis y risas mientras los tres compartían historias sobre la inusual competencia de comer pasteles. A medida que el banquete llegaba a su fin, los invitados se retiraron, dejando a Isabella, Victoria y William listos para su paseo en los jardines. Mientras caminaban bajo la luz de la luna en los hermosos jardines del castillo, compartieron risas. La competencia de pasteles podría haber sido inusual, pero había fortalecido aún más su conexión especial. En medio de risas y camaradería, los tres se dieron cuenta de que, a veces, las cosas más simples podían llevar a los momentos más memorables y preciosos en la vida.

Coronas entrelazadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora