Durante la noche de bodas, Isabella tenía claro lo que tenía que hacer. Debía consumar el matrimonio. El pensar en esto le causaba una sensación rara en su ser, no lograba reconocer si eran nervios o disgusto. La princesa, ahora esposa del príncipe de Avelara, pidió que le prepararan una de las batas más bonitas, para poderse entregar a manos de su marido. Ya preparada, se dirigió a la habitación de su esposo. Entrando dentro de la habitación Isabella noto a William sentado en el borde de la cama, este al verla se levantó de un salto y la observo con detenimiento.
– Se ve espléndida esta noche princesa Isabella. – Dijo mientras se formó una pequeña sonrisa en sus labios.
Por otro lado, la mente de Isabella maquinaba el cómo salir de esa situación, no tenía idea de como consumar el matrimonio. Su mente repetidamente le informaba que esto estaba mal, que esto no era lo correcto, que no amaba al hombre frente a ella. Pero debía hacer esto por su pueblo, por su padre y por su difunta madre.
– Agradezco su amabilidad príncipe William. – Esta realizo una leve reverencia para luego cerrar la puerta tras ella. —Entonces... – balbuceo buscando que decir –es una emprendida noche, ¿no?
El príncipe sin decir nada, se acercó a ella y acaricia su cabello azabache.
– Lo es, ya que estás aquí.
Isabella es consumida por los nervios, no sabía qué hacer o como reaccionar. Luego, en un cerrar y abrir de ojos, el príncipe choca sus labios con los de ella en un beso exquisito. Los labios del príncipe se movían con pasión mientras acariciaba el rostro de Isabella con suavidad, por otro lado, Isabella le seguía el juego, un tanto confundida y disgustada. Luego de un rato de besos y caricias, Isabella yacía desnuda sobre la cama, siendo devorada por el príncipe.
– Eres tan hermosa Isabella – Decía mientras besaba sus pechos con pasión. Pero Isabella no respondía nada, guardaba silencio mientras se sostenía de las mantas del colchón con todas sus fuerzas para evitar gritar por ayuda.
Luego de eso sucedió lo inevitable. El príncipe tomó las piernas de Isabella con suavidad, haciendo que ésta se abriese, dejando expuesta su vagina. Luego Isabella observó como el príncipe introdujo algo que parecía ser una extremidad de sí mismo dentro de ella. ¿Qué? La princesa nunca había visto un órgano masculino, debía mantenerse pura para este momento. El príncipe entró dentro de ella con suavidad, mientras Isabella se sentía como el infierno. William empezó a dar estocadas, luego acelerando la velocidad hasta llegar el momento que Isabella le dolió como el infierno, ya que entró por completo. Isabella soltó un pequeño quejido, pero al príncipe no le pudo importar menos. Luego de tiempo así Isabella luchaba por contener las lágrimas, esto era. Esta era su vida y así iba a ser hasta el final de sus días. Tiempo más tarde sintió algo viscoso dentro de sí misma. ¿Qué demonios era eso? El príncipe luego de escurrir todo su ser dentro de ella, se acostó a su lado con una sonrisa triunfante.
– Eres fantástica querida – Dijo dándole un suave beso en los labios, el cual Isabella respondió sin ganas. – Bueno, ahora me voy. Tengo otras cosas que atender, descansa Princesa Isabella. – Dijo mientras se vestía dejándole sola, bajo las mantas, observando a través de la ventana que yacía al lado del colchón. A el mato de la luna.
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Coronas entrelazadas
Romance"Coronas Entrelazadas" es una cautivadora novela que nos sumerge en un mundo medieval lleno de intrigas, pasiones prohibidas y valientes luchas por el amor y la libertad. Ambientada en un reino donde los deberes y las convenciones sociales gobiernan...