𝐓𝐖𝐄𝐍𝐓𝐘 𝐒𝐄𝐕𝐄𝐍.

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J E S S I C A

Un aire fresco se entrometió entre mis sábanas, sacándome de mi lindo sueño. Me había acostado con la mente tranquila y el corazón feliz, sin duda el tener a mi hermana conmigo me cambiaba totalmente, y para bien. Abrir los ojos fue un gran cambio para mi, sinceramente. Dándome cuenta de muchas que no sé por qué razón no me había dado cuenta antes. Eso realmente me ponía contenta.

Me desperté por, como ya dije, la fría brisa. Se me hizo raro, yo había cerrado la ventana justamente por esa misma razón.

Poco a poco fui abriendo los ojos, ya que los sentía pesados por lo dormida que estaba. Los froté para ver mejor y fijé mi vista en la única pero gran ventana que había en mi habitación. Mi corazón se detuvo por un momento cuando vi una sombra completamente negra intentando entrar por esta. Y estaba a punto de lograrlo, lo que me alteró aún más.

—Qué carajos… —mi vista estaba fija en la silueta, y mi corazón ahora había dado un vuelco por el terror que me estaba invadiendo. Estaba paralizada, no podía reaccionar, mis piernas estaban tiesas y esperaba lo peor.

Pude moverme y caí de mi cama por el repentino movimiento, cayendo en seco. No me importó el golpearme las rodillas, en un futuro seguro que sí, pero ahora tenía que llegar a la habitación de mi hermana.

Me levanté del suelo y comencé a gritar su nombre para que despertara. No sé que haría si algo le pasaba, era más importante asegurarme que ella esté bien antes que yo misma.

—¡Olive! —elevé la voz con desesperación, lo que no fue tan fuerte. Mi vos estaba a punto de quebrarse y mis piernas temblaban.

No sabía quién carajo estaba entrando por mi ventana, porque literalmente me estaba quedando en un tercer piso y era imposible llegar. A no ser que de trate de algún tipo de profesional o algo así. De todas formas, no se podía tratar de un angelito el cual me venía a visitar. No, claro que no. Seguramente era alguien que estaba entrando a robar, pero prefiero no detenerme en eso y salir del departamento lo antes posible.

Sentí como unos pasos rápidos y fuertes se acercaban. Ay Diosito, ¿por qué me quieres mandar al otro lado tan rápido?

—¡OLI-

Intenté gritar con mucha más fuerza ahora, viendo que mi hermana no se despertaba. Pero una mano cubrió mi boca y otra me tomó por la cintura, apegándome al cuerpo de un completo extraño. Intenté forcejear y que me liberara, pero parecía ser el triple de fuerte que yo y eso me atemorizaba.

—Shh —unos labios se pegaron a mi oreja, callándome. Decir que estaba desesperada se quedaba corto—. No grites, soy y-

De una manera que ni yo sé, pude golpear sus genitales con mi puño cerrado, lo que hizo que me soltara. Me volteé y golpeé su rostro con una cachetada. Sí, me pareció algo tonto, hubiera estado mil veces mejor un buen puñetazo, pero fue lo que me salió en el momento. No podía ver su rostro, ni distinguir nada de la persona que tenía al frente debido a que no había ni una pizca de luz.

El extraño soltó quejidos de dolor, quedándose quieto en su lugar. La verdad es que no me podía importar menos su estado, me di la vuelta y comencé a dirigirme con velocidad a la habitación de Olive para sacarla de ahí.

—¡¿De dónde carajos sacas tanta fuerza?! —dijo entre gemidos de dolor.

Frené en seco mis pasos al escuchar esa voz tan conocida. Me extrañé porque antes no la había reconocido para nada, ni siquiera se me había ocurrido que podría ser él. Me voltee lentamente, con el ceño fruncido de toda la confusión que tenía.

—¿Tom…? —pregunté en voz baja en la oscuridad, viendo a la silueta que aún no se movía.

Como respuesta obtuve una risa ronca, dándome a entender que claramente era él. ¿Está loco de remate o qué le pasa? Casi me mata de un puto infarto.

𝐀𝐋𝐋 𝐈 𝐖𝐀𝐍𝐓 𝐈𝐒 𝐘𝐎𝐔,  tom kaulitz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora