𝐓𝐖𝐄𝐍𝐓𝐘 𝐄𝐈𝐆𝐇𝐓

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N A R R A D O RO M N I S C I E N T E

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N A R R A D O R
O M N I S C I E N T E

—Me asustaste, imbécil —Jessica bufó, mirando el objeto que Tom le entregaba. La castaña sonrió levemente y lo tomó con lentitud—. Así que... ¿me viste allí en el escenario? —cuestionó con una ceja encarnada.

—No te hagas, sé que me viste tu también —confesó Tom metiendo sus manos en los bolsillos—. Debo admitir que bailas bien, hipnotizaste a... —el de trenzas miró hacia otro lado—...varios.

—Es buen saberlo —comentó la fémina con una pequeña risa—. Vivo de eso. Entonces, ¿ya me muevo bien? ¿O todavía has visto a mujeres que se mueven mejor que yo hasta en la cama? —preguntó con una sonrisa pícara, observando el antifaz en sus manos y luego a Tom.

Esas habían sido exactamente las mismas palabras que Tom había utilizado cuando la difamó por primera vez en televisión, llevando a que tuvieran que conocerse para no tener que manchar aún más sus imágenes. ¿Quién lo diría? Dos supuestos enemigos compartiendo momentos que solo logran atraerlos más.

Tom la miró con una sonrisa ladina, divertido.

—Tu nunca olvidas —el alemán negó con la cabeza.

—Olvido pero no perdono.

—Yo tampoco olvidé cuando dijiste que no estábamos a tu nivel —contestó con una ceja enarcada mientras recordaba la reacción de aquél día con algo de gracia.

—Bueno... —ella vaciló y rascó su nuca con algo de incomodidad.

—Tu eres la mejor en lo que haces —sinceró el muchacho, mirándola a los ojos y ladeando un poco la cabeza. Jessica sonrió victoriosa luego de oír exactamente lo que quería, totalmente satisfecha—. No era verdad lo que dije ese día, pero ya sabes —se encogió de hombros, intentando retener una gran sonrisa—, me gusta la polémica.

—Ni me digas —dijo la castaña con sarcasmo, desviando la mirada.

—¿Te moverás igual de bien en la cama como en el escenario? —inquirió el de trenzas.

—Creo que es algo que nunca sabrás.

—Aquí las habitaciones sobran —el chico señaló el piso de arriba, donde habían cuartos en donde las personas podían ir y hacer lo que quisieran con total libertad—. Hay que ver para creer, ¿no? —comentó con las cejas levantas.

—¿Esa es tu manera de pedirme que tengamos sexo? —cuestionó la fémina con indignación, mirándolo con de arriba abajo con desaprobación. El muchacho no respondió, solo levantó los hombros—. Que asco... —murmuró, bajando la mirada hacia el suelo.

Ella llevó sus manos hacia la parte trasera de su corsé, ya que lo sentía flojo y era incómodo, queriendo ajustarlo para asegurarlo lo más posible.

𝐀𝐋𝐋 𝐈 𝐖𝐀𝐍𝐓 𝐈𝐒 𝐘𝐎𝐔,  tom kaulitz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora